Marià Corbí «No tenemos nada que hacer en esta hermosa Tierra, en este pequeño y maravilloso planeta; no tenemos otra tarea que cumplir que vivir para reconocer toda la maravilla que nos rodea. Vivimos para tener la posibilidad de reconocer. Reconocer es testificar que hemos visto y sentido lo que está frente a nosotros. Reconocer es decirle a todo que hemos advertido su presencia, que hemos visto su esplendor, su belleza, su inmensidad y que nos hemos maravillado de su existencia y la hemos amado. Ese es nuestro destino. Somos una chispa de luz que salta del fuego de la tierra, ilumina por unos instantes lo que le rodea y se apaga volviendo otra vez a la tierra. Hay chispas de luz grandes y pequeñas; brillantes e intensas o más tenues y débiles. No se nos pide que seamos lumbreras ni soles; no se nos pide que nuestra luz sea cegadora; sólo se nos pide que seamos lucidez y reconocimiento.» (p.176)
A casa meva -Lalla, mística del Caxmir-
Res a contemplar!
Ni Tu, ni jo, ni objecte, ni mètode.
L’actor de l’acció ha perdut la identitat.
El cec no el pot percebre
Però aquell de consciència immaculada
en entreveure’l, es fon en el Suprem.
Quan mantenia el lligam amb el meu cos
et vaig perdre.
Passava els dies buscant-te
Fins que et vaig descobrir en mi,
l’Ésser i Xiva es van unir
en una joiosa reverberació.
Netejat el mirall de l’esperit
de les seves cendres,
Amb una claredat lúcida,
vaig reconèixer l’Ésser en mi.
I quan l’he vist a casa meva
He sabut que ho era tot
i que jo no era res.
(Lalla -s.XIV-, poetesa mística del Caxmir, d’espiritualitat tàntrica, a cavall entre l’hinduisme i el budisme tibetà)