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José Antonio Muñoz Rojas. Canto a la libertad

¿Dónde andas, libertad? ¿Has andado alguna vez? ¿Qué lugares? ¿En qué tiempos? Alguna vez hemos sentido como una ligeraza interior, el paso sin peso, el vagar sin anhelo, y nos hemos dicho: es la libertad. Daba gusto. Ir sin circunstancia, cerca del amor, del amor a la libertad, por los caminos interiores, sin arrastres, alto en los pensamientos, subido en no se sabía qué alas (las de la libertad), hacia mundos donde la sumisión no tenía nombre, donde el roce no contaba, libre el anhelo, entre divinos seres naturales, estaciones de hermosuras (y el amor por todas partes) y la elección sin pena, la andanza sin carga, la esperanza en la mano (y el amor por todas partes), sin ciudades, habitaciones ni paredes terminantes (y el amor por todas partes). Libertad, ¿dónde huiste? Ya sé que no hay cómo tenerte, tú, cometa sin hilo, ni cómo decirte, tú, oído del…

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CASA DE MISERICÒRDIA

        Joan Margarit Petita selecció de poemes d'aquesta obra (publicada a Visor Libros, 2007, i que ha merescut el Premi Nacional de Poesia 2008), acompanyada d'unes breus notes que ens va enviar Amando Robles, des de Costa Rica. Explica Joan Margarit, a l'Epíleg de l'obra: "Les Cases de Misericòrdia varen ser institucions molt severes (...) Em venien al cap les sol•licituds de les mares, i la conclusió era clara: la intempèrie devia ser molt més espantosa. Per això s'esmerçaven per a que els seus fills poguessin entrar en llocs com aquells. I en aquest punt, la ment saltava cap a la poesia, vers el poc que potser servia un poema com a ajuda per a suportar el dolor i les mancances. Però no hi ha més, i si això resulta trist, molt més trista seria la intempèrie sense els versos. La poesia: una mena de Casa de Misericòrdia. Ens escriu…

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José Angel Valente, No amanece el cantor

No dejéis morir a los viejos profetas pues alzaron su voz contra la usura que ciega nuestros ojos con óxidos oscuros, la voz que viene del desierto, el animal oscuro que sale de las aguas para fundar un reino de inocencia, la ira que despliega el mundo en alas, el pájaro abrasado de los apocalipsis, las antiguas palabras, las ciudades perdidas, el despertar del sol como dádiva cierta en la mano del hombre. José Angel Valente, No amanece el cantor, Obras completas I, Galaxia Gutenberg

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Walt Whitman. Hojas de hierba

Todas las verdades aguardan en todas las cosas, Ni se apresuran ni se demoran, No precisan el forceps del cirujano, Para mí lo mínimo no es menos importante que lo demás, (¿Qué puede ser mayor o menor que un roce?) Ni la lógica ni los sermones convencen, La humedad de la noche me penetra con más intensidad. (Sólo lo que por sí mismo es evidente a cualquier hombre o cualquier mujer, es así, Sólo es así lo que nadie niega) Una gota y un minuto me bastan para sosegar mi cerebro, Creo que los húmedos terrones serán alguna vez amantes y Lámparas, Y que el alimento de un hombre o de una mujer es un compendio De compendios. Y que lo que los atrae y los une es una cumbre y una flor, Y que se ramificarán infinitamente hasta saberlo todo, Y hasta que todos nos deleiten y los deleitemos…

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Yannis Ritsos. Sueño de un mediodía de verano

En otro tiempo hacíamos nuestras tareas, rezábamos Nuestras plegarias y repetíamos que dos más dos son Cuatro. Ahora, dos flores más dos rayos de luz no son Cuatro –son nuestra alma. Y una rosa más una mariposa no son dos –son Un Dios. Y un Dios es todo. ¿Cuántos son entonces nuestra alma más el alma de Dios? El maestro no sabe. Nosotros sí sabemos cuántos son: uno Lo leímos hoy en el libro abierto del sol; hoy, que Olvidamos los demás libros. Yannis Ritsos. Sueño de un mediodía de verano. Fondo de cultura económica, 2005

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