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Fuente de toda forma, libre de nombre y forma

(pequeña selección de la obra: Silencio desde la mente. Prácticas de meditación. Bubok, 2011. 273 p.)

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Estoy completo, no necesito nada.
No tengo que apuntalar mi ser
con nada venido de fuera.
Soy fundamento y sostén de todo lo que existe.
Fuente de toda forma, libre de nombre y forma.
Comprender esto es la liberación.

Estoy lleno hasta los bordes
y vacío de toda noción de ser o no ser.
Ni soy mortal, ni inmortal, no soy individuo.
Estoy más allá del tiempo y del espacio.

Comprender esto es la liberación.

Si creyéndome alguien, no interfiero,
la Conciencia Absoluta cuida de mí
espontánea y correctamente.
Me creo alguien y pretendo conducir mi barca,
pero el que conduce la barca y la barca
son sólo “el que es”.
Comprender esto es la liberación.

Asienta tu atención y la luz de tu conciencia,
no en el ego que crees ser,
sino en la Conciencia Absoluta que eres.
¿La persona?, sólo un reflejo del sol
en una gota de rocío.
No hay nadie sino el reflejo del sol.
Actúa desde ese convencimiento
y el sol te guiará a lo desconocido.
Comprender esto es la liberación.

    * * * *

El ser de la mente es vagar
en casa y en el ancho mundo;
tantea por dentro y por fuera,
desde recuerdos y proyectos,

suponiendo siempre que es alguien,
en mundo extraño y peligroso,
y nadie es sino “el que es”.
Sólo Él se cuida del cuerpo.

Si te tranquilizas, comprendes
y te sumerges en la fuente,
en la conciencia de existir.

Múdate del depredador
al testigo que sólo acepta,
porque ni busca ni detesta.

En lo profundo de mi seno,
la fuente clara y la calma.

Muda tu alma a la quietud,
“el quieto” regirá tu vida.

    * * * *

En el centro de mi conciencia,
hay una presencia sin forma.
Esa oscuridad es mi ser.

Desde esa realidad vacía,
el cosmos es porque yo soy.
Esa es la fuente de los mundos.

Mi cuerpo y mente son el mundo,
no más míos que las estrellas.
Mi núcleo es sin tiempo ni espacio,
de él fluyen anchuras sin fin.

Un lugar de quietud y paz.
Quienes se acercan a ese abismo,
desaparecen para siempre.
Quien muere, conoce su ser.

    * * * *

No actúes ni vivas
para que te conozcan,
o para que te quieran;
te esclavizarán.

No cantes para nadie
buscando su afecto.
Muere ya a esa actitud
y podrás ser libre.

Si te ofreces a otros,
esos te comerán,
y te devorarán
y tirarán las sobras.

Reflexiona bien esto
si quieres cosechar.
Si solo Él te basta,
nadie podrá dañarte.

Quien a actuar aprende,
sin buscar fruto alguno,
mar y tierra le sirven
y Dios le satisface.

Este es camino nuevo:
no andar en lo presente,
porque es trampa mortal,
ir por el suelo firme

del que es el Ausente,
aunque siempre presente.

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