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La economia descalza de Manfred Max-Neef y Ruben G. Prieto

La economia descalza de Manfred Max-Neef y Ruben G Prieto

LA ECONOMÍA DESCALZA Manfred Max-Neef y Ruben G. Prieto.
Ed. Nordan 1986 Buenos Aires
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EXTRACTO pp 235-245
Marta Granés

1.2 La evidencia central es que las nuevas calamidades sociales se nos revelan, cada día más, ya no como problemas específicos, sino como problemáticas holísticas que no pueden seguir atacándose satisfactoriamente mediante la aplicación de políticas convencionales, inspiradas por disciplinas reduccionistas.
1.2.1 Tal como la enfermedad de una persona puede traducirse en un problema médico, y esa misma enfermedad transformada en epidemia trasciende el campo estrictamente
médico; del mismo modo nuestro desafío actual no consiste tanto en enfrentar problemas, como en enfrentar la tremenda magnitud de los problemas.
1.2.2 Es la cuestión de la magnitud, más que ninguna otra, la que determina la transformación de problemas con claros contornos disciplinarios, en problemáticas generadoras de complejos entornos transdisciplinarios.

1.3.1 Podemos decir, por ejemplo que: si las políticas económicas diseñadas por economistas, afectan totalmente —como, de hecho, lo hacen— la totalidad de una sociedad, los economistas ya no pueden pretender que su única preocupación son los problemas económicos. Tal pretensión sería poco ética, puesto que implicaría asumir la responsabilidad por la acción, pero no por las consecuencias de la acción.

1.4 Nos enfrentamos a situaciones desconcertantes, porque cada vez entendemos menos. De ahí que las cosas están realmente mal, y se volverán peores, a menos que dediquemos mucha más energía e imaginación al diseño de transdisciplinas coherentes y significativas.

2.3.2 Las necesidades humanas deben entenderse como un sistema: es decir, todas las necesidades humanas se interrelacionan e interactúan. Con la sola excepción de la necesidad de subsistir; es decir, de estar vivo, no existen jerarquías dentro del sistema. Muy por el contrario; simultaneidades, complementariedades y compensaciones (trade-offs) son características de la dinámica del proceso de satisfacción de las necesidades.

5. Comentarios finales
5.1 Lo que se ha sugerido en esta reflexión es que: a) cualquier necesidad humana fundamental no satisfecha de manera adecuada produce una patología; b) hasta el momento, se han desarrollado tratamiento para combatir patologías individuales o de pequeños grupos; c) hoy en día, nos vemos enfrentados a una cantidad de patologías colectivas que aumentan de manera alarmante, para las cuales no se han creado tratamientos; d) para poder comprender estas patologías colectivas necesitamos desarrollar las necesarias transdiciplinariedades.
5.2 La posibilidad de desarrollar un diálogo fecundo que apunte a una síntesis ineludible entre las disciplinas económicas, políticas y de salud constituye el cuarto desafío.
5.3 Nuevas patologías colectivas se originarán en el corto y largo plazo si continuamos con enfoques tradicionales y ortodoxos. No tiene sentido sanar a un individuo para luego devolverlo a un ambiente enfermo.
5.4 Cada disciplina, en la medida en que se ha hecho más reduccionista y tecnocrática, ha creado su propio ámbito de deshumanización. Volver a humanizarnos desde dentro de cada disciplina, es el gran desafío final. Sólo la humanización puede ser el cimiento fecundo para cualquier diálogo o esfuerzo transdisciplinario que tenga sentido, y que apunte a la solución de las problemáticas reales que afectan a nuestro mundo actual.
5.5 La humanización y la transdisciplinariedad responsables son nuestra respuesta a las problemáticas y son, además, nuestra única defensa. Si no asumimos el desafío, nadie será inocente. Todos seremos cómplices de generar sociedades enfermas. Y no hay que
olvidar que…
5.5.1 … si «en elpaís de los ciegos eltuerto es rey»; «en las sociedades enfermas son los necrófilos los que sustentan el poder».
1.4.1 Vivimos una época de transición trascendental, lo cual significa que los cambios de paradigma no sólo son necesarios, sino que inevitables. Frente a tal inevitabilidad histórica la desidia —parafraseando a Fouché— «no sólo es un crimen; ¡es un error!».

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