José Manuel Bobadilla Som un animal amb un doble accés a la realitat. Un accés relatiu a les necessitats humanes dominat per les formes i un altre de no relatiu a les necessitats humanes i no condicionat per les formes. Un dels nostres principals sentits, com a animals depredadors que som, és la mirada. Mirar el món és una manera de sentir el món i, per tant, depenent de com el mirem, el nostre sentir hi estarà condicionat. Mirem el món des d'un llenguatge concret i actualment el llenguatge que dona forma a la nostra mirada és el llenguatge abstracte de les ciències i les tecnologies. La nostra manera de mirar el món està construïda des de la tècnica; una mirada que instrumentalitza l'entorn i ens impedeix tornar a les coses de manera neta, és a dir, alliberada de les formes en les formes. A les societats de coneixement, el domini de llenguatge abstracte construeix la barrera científica i tecnològica que ens diu que una flor és simplement una flor, o com a molt, ens proporciona una mirada biològica de la flor. No hi veiem el misteri dels mons perquè el nostre mirar està tancat en el prisma científic i tecnològic.
LA MONEDA DE COBRE Sobre la motivación y el cultivo de la cualidad humana (Encuentro Internacional 2012)
(Reflexiones compartidas en tono de “comunicación”; no es “ponencia”…) Por tercer año consecutivo impartimos, Queralt Prat y yo misma, un curso en Esade Business School relacionado con el desarrollo de la calidad humana. Una experiencia de la que hemos recibido lecciones valiosas, tanto por la reacción de los alumnos, como desde el desarrollo de las actividades y de los resultados obtenidos; algo que querríamos compartir pues puede aportar datos a la reflexión que se lleva a cabo en este Encuentro, sobre la construcción y transmisión de lo axiológico.
En este momento estamos embarcadas en la cuarta edición de la asignatura Creatividad e innovación: capacidades para el liderazgo, que se desarrolla durante treinta horas, en diez semanas (una clase semanal de 3 h.), y a la que han asistido un promedio de 20 estudiantes por grupo, aproximadamente. Se trata de una asignatura de libre elección que se ofrece a los distintos cursos. Dibujo el escenario pues las reflexiones nacen, en gran parte, de valorar la reacción de estos alumnos. No sé si es muy frecuente que unos estudiantes hagan llegar mensajes de agradecimiento al profesorado, al final de un curso, por haberles dado “la oportunidad de aprender”; agradecimiento por el proceso, los descubrimientos, lo adquirido… Y no un solo alumno, un caso esporádico, sino un número muy significativo de ellos (y ellas); ni un grupo con el que se estableciera una especial sintonía: los tres grupos, en tres ediciones, franjas horarias distintas, modalidades distintas, lenguas distintas (catalán/castellano, inglés, chicos y chicas de aquí, y también de intercambio provenientes de América, Asia, Europa…). Veremos qué ocurre a lo largo de las dos ediciones previstas para este año pero, de momento, la respuesta recibida en las anteriores, se podría resumir en un explícito “gracias”.
Un “gracias” que contrasta con mis dudas sobre el sentido, o el contrasentido, de una asignatura como ésta. Y del contraste entre mis interrogantes y dudas, de una parte, y la implicación y reacción del alumnado, de la otra, es de donde surge la reflexión.
¿Qué tipo de duda? ¿Qué inquietudes? Antes de iniciar la andadura de la asignatura y durante la primera edición de la misma, me preocupaba el estar jugando en falso. No me sentía cómoda instrumentalizando el legado de los aventureros de lo Absoluto, adoptando y adaptando hallazgos y aciertos de todos esos hombres y mujeres, buscadores libres, enamorados de la Verdad, para ponerlos al servicio del éxito profesional, al servicio de la productividad. Del mismo modo en que no me sentiría cómoda convirtiendo el yoga en práctica de fitness.