Marià Corbí «No tenemos nada que hacer en esta hermosa Tierra, en este pequeño y maravilloso planeta; no tenemos otra tarea que cumplir que vivir para reconocer toda la maravilla que nos rodea. Vivimos para tener la posibilidad de reconocer. Reconocer es testificar que hemos visto y sentido lo que está frente a nosotros. Reconocer es decirle a todo que hemos advertido su presencia, que hemos visto su esplendor, su belleza, su inmensidad y que nos hemos maravillado de su existencia y la hemos amado. Ese es nuestro destino. Somos una chispa de luz que salta del fuego de la tierra, ilumina por unos instantes lo que le rodea y se apaga volviendo otra vez a la tierra. Hay chispas de luz grandes y pequeñas; brillantes e intensas o más tenues y débiles. No se nos pide que seamos lumbreras ni soles; no se nos pide que nuestra luz sea cegadora; sólo se nos pide que seamos lucidez y reconocimiento.» (p.176)
Poema de Josep Palau i Fabre: La gran cursa del mar
La gran cursa del mar
A AMÀLIA TINEO
La gran cursa del mar sempre distinta
(jo he navegat la Grècia catalana),
m’atrau per les sirenes impossibles
i pels dofins lluents –fulgor d’espases-
i els blaus, sempre més blaus, de les llunyàries.
Ara navego en mi mateix una aigua
més nua i transparent, més impalpable.
Una aigua com un aire. Matinada
del cor, en pau, sense vaixell ni onada;
sense dofins ni rems, corda ni escàlem;
una aigua només aigua i aigua i aigua.
(Poemes de l’alquimista. Proa, p. 106)