Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos.
Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana.
Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
Consecuencias de las nuevas tecnociencias (TC)
Las nuevas tecnologías en desarrollo exponencial (Big Data, IA, robótica, nanotecnología, nanotubos, nanofibras, biotecnología, computación cuántica, etc.) tienen que llevarnos a reflexionar seriamente sobre cómo queremos vivir los humanos con todo este aparato de conocimientos, tecnologías y posibilidades buenas y malas que se abren con todos esos saberes.
El desarrollo de estos saberes y tecnologías exige que nos planteemos un nuevo proyectos axiológicos colectivos (PAC) para la humanidad. No podemos continuar, sin gravísimas consecuencias, manejándolas con el proyecto axiológico colectivo -PAC -neocapitalista de explotación del medio y de los colectivos humanos. Es totalmente insostenible y más cuanto más crezcan esas TC.
Al manejar estos saberes y tecnologías y sus enormes posibilidades, hay que tener en cuenta el egoísmo de las personas, de los grupos y países. Hemos de tener en cuenta que el viejo proyecto axiológico colectivo -PAC- fomenta la competencia entre personas, grupos y países; que fomenta y se asienta en la ambición; que estimula la agresividad en la defensa y en el ataque.
No podemos mantener que el gran desarrollo de tecnociencias esté fomentado y regido por el egoísmo de personas, grupos y naciones, en una competencia en la que vale todo. Dejar que los desarrollos rapidísimos de la TC y de sus consecuencias funcionen tratadas así, es equivalente a dejarlas desarrollarse por su propia lógica, sin consideración ninguna con los verdaderos intereses humanos, que no sea una ambición desmedida en una competencia feroz de todos contra todos, cuyos resultados son la destrucción del medio, la extinción de especies animales, el cambio climático y la miseria extrema de muchos pueblos y sectores sociales.
Dejar que esas creaciones humanas funcionen de esa manera es someternos a una lógica que podríamos describir como “lo que se puede hacer se hace” sin más consideraciones. Por muy buenos propósitos que los colectivos formulen, nunca se puede impedir que haya individuos, empresas o países que, por curiosidad científica o por ambición, realicen lo que puede ser dañino para la sociedad entera de los vivientes.
Este desarrollo tan amplio, tan rápido de las múltiples tecnociencias -TC-, actualmente en ebullición y en interacción mutua, nos está exigiendo tomar medidas adecuadas con urgencia.
Se requiere un control axiológico de todo este proceso; se requiere que estudiemos y hablemos cómo dirigir todo ese proceso para el bien del medio, de la vida en el planeta y para bien de la humanidad. Tal como estamos funcionando nos llevará a la ruina, no ya de la especie humana, sino a la ruina de la habitabilidad del planeta.
Nuestra situación con respecto a esas TC en crecimiento exponencial nos exige repensar nuestro sistema de organización, desde la familia, los países a la humanidad entera.
Necesitamos nuevas formas de organización del colectivo humano para poder ejercer un control eficaz, desde un punto de vista axiológico, del desarrollo aceleradísimo e imparable de las TC y sus consecuencias. Tenemos que disponer del poder necesario para orienta todo ese crecimiento, no desde el egoísmo y la ambición, sino para el bien de toda la vida del planeta y para bien de la humanidad entera.
Se nos está exigiendo un gobierno mundial capaz de dirigir a buen puerto este nuevo destino de a humanidad. Una organización de la convivencia humana en naciones, como hasta ahora, será incapaz de frenar los egoísmos de organizaciones y países. Mientras haya naciones no habrá manera de controlar ese egoísmo en competencia.
Tenemos que dotarnos de la posibilidad de evaluar la conveniencia o inconveniencia de cada familia de TC. Deben ser los intereses de la vida y no los egoísmos de empresas o estados los que rijan la marcha de nuestras creaciones científicas y tecnológicas. La humanidad debería tener la posibilidad de bloquear unas tecnociencias y fomentar otras. Las tecnociencias para la explotación deberían bloquearse y, por el contrario, deberían fomentarse las que sirven a la vida, cuidan el medio, pretenden la felicidad de todos los hombres.
Pero ¿cómo desactivar el egoísmo de los colectivos poderosos? ¿Cómo impedir que se formen empresas, colectivos y países mafiosos?
La humanidad debería dotarse de in poder coercitivo capaz de que el egoísmo y la ambición de personas, grupos y países no rija la marcha de las TC.
Se necesitaría, también, un poder de financiación mundial.
Tendríamos que poder construir un proyecto axiológico colectivo, PAC, general para utilizar y fomentar una ciencia y tecnología al servicio de la humanidad y de la vida en el planeta.
Necesitaríamos un comité mundial que dé la aprobación o el rechazo a las propuestas de investigación y desarrollo de nuevos saberes y tecnologías.
No estamos hablando de un “desiderátum”, de algo ideal que se podría perseguir. Estamos hablando de una exigencia de la vida misma. Supuesto el crecimiento rápido y exponencial de las TC y sus posibles consecuencias en la creación de nuevos proyectos y servicios, la humanidad tendría que hacer todas las adaptaciones organizativas y axiológicas para aprovechar esta nueva situación y no permitir que, rápidamente también, se vuelvan nuestras propias creaciones en contra nuestra y de toda la vida en el planeta.
No podemos continuar con el sistema económico que está manejando las nuevas TC, ni con la organización en naciones regidas por el egoísmo de personas y colectivos. Así vamos a un suicidio de nosotros mismo y de toda la vida.
Necesitamos un nuevo proyecto de vida humana: no vivir para tener más, sino vivir para ser felices, no a costa de otros, sino con otros.
Las religiones no pueden prestarnos auxilio en esta tarea, pero necesitamos sabiduría, cualidad humana y cualidad humana profunda, que es el mensaje de todos los sabios del pasado.
Nuestro proyecto axiológico colectivo -PAC- tendría que motivar para que seamos felices, todos juntos en esta tierra, utilizando todo el crecimiento y aceleración de las TC para esa finalidad. Ese es el mensaje de todas las tradiciones religiosas y espirituales de la humanidad y de toda la sabiduría que los humanos hemos conseguido.