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Zygmunt Bauman: «La meritocracia está gravemente herida»

Artículo publicado en el diario ARA (25.12.2011)
Desayuno restringido de Zygmunt Bauman, 86 años, con cuatro periodistas, los editores catalanes (Arcadia) y los organizadores de Conversaciones en La Pedrera. Una hora de respuestas lúcidas y muy sólidas de la que salgo entusiasmado por la claridad de ideas y alarmado porque las ideas son claras, pero turbio el presente que dibuja. Las resumo en once bloques. Con todos ustedes, y sin interrupciones, un sociólogo que no hace predicciones pero acierta.

 

Perfil: Zygmunt Bauman (Polonia, 1925), sociólogo y filósofo, llega cinco minutos tarde porque venía de fumar y se irá con prisa por volver a fumar. Hace 70 años que lo hace. Expulsado en 1968 de la Universidad de Varsovia por razones políticas, desde hace cuarenta años está establecido en Gran Bretaña, en la Universidad de Leeds, de la que es profesor emérito. Formuló el concepto de «modernidad líquida», un concepto que ha hecho mella en el pensamiento de la última década.

  1. El futuro no existe, sólo predecimos el pasado

La futurología es la gran estafa de la era contemporánea. El futuro no existe, porque cuando lo hace pasa a ser presente, o sea que la futurología es la ciencia de la nada. Cuando daba clases y quería animar o distraer a los estudiantes les repartía libros de futurología de veinte años atrás, y nos dábamos un hartón de risas. Un maestro me advirtió: no hagas nunca predicciones, y mucho menos de futuro. Los sociólogos sólo podemos predecir el pasado, explicar por qué ha pasado algo y hasta demostrar que era inevitable que pasara, pero tiene que haber ocurrido.

  1. La modernidad líquida se extiende y se generaliza

La modernidad líquida ha ido más lejos de lo que yo pensaba, estoy sorprendido de cómo se ha extendido y generalizado en diez años. El estado líquido no era ninguna novedad, fundirse para volver a hacer sólido era la manera de avanzar hacia la modernidad, los sólidos más frágiles se hacían líquidos, pero de manera transitoria para solidificarse aún más. Lo que dije hace una década es que se Instalaban en el estado líquido. Cada vez quedan menos islas de estabilidad, y cada vez son más frágiles. La gente tiene miedo de los compromisos, tarda en casarse, los estudiantes tardan en decidir en que trabajarán. Lo aplazan porque no creen en la estabilidad de ninguna profesión. No nos gusta la solidez. Si alguien dijera ahora que quiere hacer una catedral gótica le encerrarían en un manicomio.

  1. Te deseo hasta que aparezca otro

La sociedad de consumo triunfante tiene un patrón: la fidelidad mientras dure la satisfacción. Quiero a este iPhone hasta que quiera al siguiente y tire éste: te deseo hasta que aparezca otro. Vamos entrando y saliendo de alianzas de manera permanente. Es una bola de nieve: como creemos que todo es frágil no invertimos en acuerdos ni relaciones a largo plazo, y por tanto hacemos que las relaciones sean, en efecto, frágiles. Todo es interino, provisional hasta la próxima novedad. Es una respuesta racional, sería extraño que adoptáramos grandes compromisos cuando sabemos que no se podrán cumplir.

  1. Nosotros vivimos mucho más que nuestro mundo

Pascal estaba desesperado porque veía que su vida individual no era nada comparada con la eternidad. Ahora ha crecido la esperanza de vida humana y se ha acortado la duración de todo lo demás, nuestra vida es más larga que todo lo que nos rodea, vemos nacer y morir nuestro entorno. Los jóvenes saben que las condiciones cambiarán, los trabajos cambiarán y ellos todavía estarán aquí.

  1. El divorcio del poder y la política

Hay un divorcio entre el poder (habilidad de hacer cosas) y la política (la habilidad de decidir qué hacer). Antes el Estado nación concentraba las dos cosas; se podía discutir, pero una vez decidido, nadie cuestionaba que el Estado lo ejecutara. Ahora la política decide pero debe esperar la reacción de los mercados. Merkel y Sarkozy alcanzan un acuerdo, lo anuncian pero no están seguros de si podrán implementarlo, están pendientes durante el fin de semana de cómo responderán el lunes los mercados. Las alianzas que hacen los gobiernos son puntuales, ningún organismo cree en acuerdos a largo plazo, los gobiernos gestionan las crisis siempre con urgencias. No existen organismos capaces de hacer las cosas de forma ética y eficiente.

  1. La soberanía zombi no tiene nada que hacer en el mundo global

El poder real que determina nuestras fuerzas, el de la economía, ya es global, pero el poder político todavía es local. Hay una desincronización, ningún órgano global puede ejercer un control. Hemos ido demasiado lejos, el poder real está fuera del alcance de los gobiernos, es naif pensar que los Estados nación podrán determinar el futuro, debemos crear el equivalente del Estado nación a escala global, con democracia representativa, capacidad legislativa , legitimidad en la opinión pública. La soberanía es un concepto zombi, está muerta pero hace ver que está viva; ningún Estado soberano puede hacer lo que quiere en estos momentos. Las últimas falsas solideces son los regímenes autoritarios, pero son fortalezas que van cayendo.

  1. Cameron: mentiroso, antieuropeo, sin amigos

Gran Bretaña fuera de Europa no tiene posibilidad de sobrevivir económicamente. No puede controlar las consecuencias de sus acciones. Cameron mintió, no actuó por el interés de Gran Bretaña sino por el de los tories. Es claramente antieuropeo. Thatcher y Major eran muy diferentes, eran euroescépticos pero entendieron que, aunque fuera para utilizar Europa en su beneficio, no podían dejar la Unión Europea. Mayor incluso se hizo amigo de Khol, que le permitió no entrar en el euro. Cameron está solo, no tiene amigos, y los intereses británicos están en peligro. Europa sale reforzada porque Gran Bretaña era un factor que alteraba, que molestaba.

  1. Incertidumbre: te cambian las reglas a media partida

La solidaridad y la confianza son dos valores escasos y alejados de las instituciones, muy deficitarios en estos momentos. La incertidumbre es grave porque las normas no funcionan, ningún organismo es capaz de garantizarlas. No es sólo que no sé cómo acabará la partida, es que a media partida me cambian las reglas de juego. Estamos en un interregno, muy parecido al de Roma cuando murió Rómulo, que había gobernado 38 años: había miedo y temblores. Las viejas maneras de hacer las cosas no funcionan y las nuevas todavía no están inventadas.

  1. El mercado crea problemas que no sabe resolver

Adam Smith dijo que actuábamos con poca información y coordinación, pero el mercado acababa poniendo orden. Se ha demostrado que el mercado no es sabio, y que es capaz de crear unos problemas que no sabrá resolver. Otro concepto fuerte que ha caído. Y tiene consecuencias, un impacto psicológico fuerte. Si fuéramos consecuentes ni siquiera ahorraríamos dinero: ¿por qué no aplicar el carpe diem?

  1. Adiós a la meritocracia, la lotería como alternativa

Las sociedades son desiguales pero en los últimos 200 años creíamos en la meritocracia, suponíamos tener una vía para corregir el mal de la desigualdad de clases, que no todo dependiera de si uno nacía en el barrio equivocado. La meritocracia podía repararlo, estudiar te podía hacer progresar, pero esta fábula de que con esfuerzo, talento y determinación podías salir ya no funciona. Cuando la mitad de jóvenes están en paro, cuando una licenciatura te puede conducir a hacer trabajos basura, la meritocracia queda gravemente herida.

  1. Las revueltas las hacen personas con las expectativas frustradas

Si hacemos la analogía con otras épocas, las grandes revoluciones no las han hecho los pobres sino gente frustrada en sus legítimas expectativas. Empezamos a acumular población que ha ido a buenas universidades, ha trabajado mucho y se ha quedado atascada. Costará aplacar el enfado de tantas personas frustradas. En Estados Unidos, cuando denuncias esto miran de contradecirte con éxitos recientes como el de Zuckerberg creando Facebook, o el modelo Steve Jobs y Apple. Gente que ha abandonado las universidades y ha triunfado. Pero sólo son premios de consolación porque son casos muy excepcionales; es como aconsejar que en lugar de creer en un sistema meritocrático y justo te compres un número de lotería.

http://www.ara.cat/ara_premium/cronica/ZYGMUNT-BAUMAN-meritocracia-greument-ferida_0_615538495.html

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