Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos.
Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana.
Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
A LA INTEMPERIE*. Una pequeña selección
* Preámbulo y pequeña selección del libro del mismo título: Marià Corbí. A la intemperie. Con ilustraciones de Pere Rius. De venta en CETR.
Preámbulo
Sólo cuando uno aprende a quedarse en la total intemperie, sin techo que le proteja del cosmos inmenso, sin paredes que le resguarden de los vientos, sin refugio alguno; sólo cuando uno renuncia a poder disponer de un cercado donde sentirse menos insignificante en el vasto espacio; sólo cuando, con los años, uno aprende a no esperar que la verdad tenga un rostro delimitado y próximo; sólo cuando se ha aprendido, por fin, a no intentar, de mil maneras, salvarse; sólo entonces, la verdad es inhóspita pero profundamente hospitalaria; despiadada como la inmensidad pero acogedora como una amante; vacía como un abismo pero haciéndose sentir con una presencia plena y cálida.
Cuando el conocimiento te reduce a una mota de polvo en los espacios estelares, ella se aproxima como amiga; cuando el fracaso de todos tus proyectos te ha llevado a desesperar de todo método seguro, acreditado y controlado de salvación, la verdad, piadosa, alarga su mano para cogerte. La certeza que genera no se apoya en la protección que proporciona ni en lo delimitados que están sus contornos sino, por el contrario, en su pura e inevitable intemperie; en sus fronteras indefinibles; en su capacidad de invadir, como una inundación, todos los cercados; en su poder para filtrarse y huir de los muros más solidamente construidos. La verdad, como el océano, ignora las fronteras, deshace las tapias, es incontrolable.
La verdad no es un techo, bajo el que protegerse, porque la verdad, como un huracán, levanta y se lleva todas las protecciones, como las hojas secas de los árboles. La verdad confirma sin decir una palabra y sin hacer un solo gesto. Guía sin señalar caminos; pacifica sin dar soluciones; da respuestas sin proponer fórmulas; es acogedora sin ofrecer un hogar; es un suelo donde poner los pies sin que sea un cercado; viste su desnudez con mil atuendos, pero después de presentarse ante nuestros ojos cuidadosamente vestida y adornada, cuando volvemos nuestros ojos hacia ella, se quita los adornos y las ropas y vuelve a quedarse de nuevo irremediablemente desnuda.
La implacable y desnuda verdad sin forma, que nadie puede apropiarse, la que desmantela como un tornado toda cerca, la que es silenciosa y por ello indomable, esa misma verdad es tierna, cálida, piadosa, acogedora, protectora y guía; sólo ella es como una presencia íntima que engendra una certeza que es libre de toda forma y, por ello, puede acogerlo todo.
Dice Hui Hai: Si tu mente desea morar en alguna parte, no la sigas, de ese modo pondrás fin a la búsqueda de morada. Así es como terminarás poseyendo una mente que no more en parte alguna, una mente que permanezca en el estado de no-permanecer. Si eres plenamente consciente de que posees una mente que no mora en parte alguna, descubrirás que no hay lugar alguno en el que morar o no morar.
Noche de luna
Noche de luna en la montaña,
más clara que la luz de la mañana,
más deslumbrante que el sol de mediodía.
El acontecimiento de una tarde de Abril
Ocaso dorado de una tarde de Abril;
miles de millones de años ocurriendo;
hoy, una vez más, se da
el gran acontecimiento,
nunca igual, siempre nuevo.
Ni espectáculo ni espectador.
Lluvia de Agosto
Lluvia de Agosto,
¿Día triste y gris?
No, tibio y húmedo,
sabor de la vida.
Los rostros del Vacío
Mañana lluviosa de noviembre
en los densos bosques del Montseny.
Los chopos y los robles desnudos,
los recios rugosos alcornoques,
los castaños de hojas áureas,
las formas de pinos y de abetos,
las encinas, y hojas del suelo,
la hiedra trepando por los troncos,
reptando por los suelos del bosque,
los líquenes, musgos y helechos,
empapados por la fina lluvia,
las rocas, las montañas, los bosques,
los torrentes, las nubes y cielos,
perfil de un hombre en el camino,
todas esas formas no son formas
ni de robles, castaños o abetos
ni de rocas, helechos u hombres,
son formas absolutas,
son formas del abismo,
son rostro del Vacío,
el Absoluto mismo,
en mil revelaciones,
inmediato, patente,
directo, perceptible.
La verdad
La verdad que condena, no es verdad.
La verdad sólo libera.
La verdad que somete, no es verdad.
La verdad sólo suelta cadenas.
La verdad que excluye, no es verdad.
La verdad sólo reúne.
La verdad que se pone por encima, no es verdad.
La verdad sólo sirve.
La verdad que desconoce la verdad de otros, no es verdad.
La verdad es sólo reconocimiento.
La verdad que no mira a los ojos a otras verdades, no es verdad.
La verdad es sólo acogimiento sin temor.
La verdad que engendra dureza, no es verdad.
La verdad es sólo amabilidad y ternura.
La verdad que desune, no es verdad.
La verdad sólo unifica.
La verdad que se liga a fórmulas, por escuetas que sean, no es verdad.
La verdad es sólo sin formas.
Si la verdad se liga a fórmulas,
tiene que condenar,
ligar,
excluir,
desunir,
tiene que ponerse por encima,
dar por falsas otras verdades.
Esa no es la verdad que reside en formas
pero que no se liga a ellas.
La vida es sueño
La vida es un breve sueño
que nadie recordará;
sólo, y por corto tiempo,
unos retales míos
en el sueño amable
de parientes y amigos,
que tampoco nadie recordará.
Verte
Luz, luz, más, más luz.
Si te llego a ver,
para mí es igual,
moriré pronto;
para ellos, no.
Mi destino
Mi corazón es mano
que acaricia los montes,
los cielos nunca iguales,
las noches estrelladas,
los valles y los campos,
los hombres y mujeres,
los grillos y las ranas,
los cipreses enhiestos;
y mi mente despierta,
lúcida de sí misma,
es sólo una pregunta:
¿qué es todo este esplendor?
Ya es hora de morir.
¡Ya cumplí mi destino!
¿Qué hacer?
Nacer,
amar,
reconocer.
Nada más
que hacer.
Día de fin de año
¿Qué hay que hacer?
Nada que hacer.
Reconocer.