Marià Corbí Hace décadas que aprendí a volverme a las cosas, y desde entonces lo he estado practicando con toda la intensidad que he sabido. Pero lo que he planteado en los últimos apartados, de alguna manera, es un paso más en mi concepción de lo que es el camino espiritual, no solo para mí si no para los miembros de las sociedades de conocimiento y para las sociedades en tránsito. Lo que creo que es novedad es que he comprendido que estos tipos de sociedades tienen las cosas más claras, nítidas y sencillas de lo que había imaginado. Las nuevas sociedades que, o no pueden creer o tienen dificultades para mantener las creencias, bastará que adopten una actitud parecida a la de los artistas. Los artistas no necesitan hacer divina a la belleza, ni enviarla a los cielos, se vuelven solo, con todo el corazón y la mente, a las cosas, para poder captar su belleza multiforme e inacabable para sentirse conmovidos y necesitados de decir el milagro, la maravilla y el misterio que vieron en las humildes cosas de nuestro mundo, modelado por nuestra necesidad en cada tipo de cultura. Y lo que con sus creaciones son capaces de decir vale para todas las culturas y para todos los pueblos y toda la historia humana, si los humanos tienen la sensibilidad suficientemente educada.
La naturaleza de la experiencia religiosa en dos pensadores contemporáneos: Eugenio Trias y Mariano Corbí
Abordamos en estas páginas el estudio de las obras de Eugenio Trías y Mariano Corbí buscando una mayor comprensión de la naturaleza de aquello que suele llamarse “experiencia religiosa”. La transformación de la “configuración del mundo” que empezó a gestarse en Occidente, hace unos pocos centenares de años, y que se está desplegando hoy en lo que denominamos “sociedad de conocimiento”, ha roto definitivamente con lo que era la milenaria estructura de todas las culturas que nos han precedido : la religación , religación respecto a aquello que constituía el fundamento de todo valor, de toda verdad, de todo saber, de toda realidad ; un fundamento que se ubicaba más allá del cerco físico : fundamento sobrenatural.
La humanidad es una especie cultural, establece su mundo culturalmente, y la casi totalidad de la historia humana se ha regido por culturas de religación, “en las que vivir como ser humano es en sí mismo un acto religioso”. (Eliade 1999: 8) A medida que avanza el proceso de secularización sustituyendo la configuración religiosa de soporte mítico simbólico por estructuras conceptuales, resulta posible (y necesario) reconocer en la naturaleza de esas “ordenaciones de mundo” tan dispares, sus aportes y sus límites. “Vivir como ser humano” ya no puede pensarse en clave de imitación de los dioses y, a la vez, las estructuras conceptuales han mostrado su carácter de representación en función de la ordenación, predicción y control, con todas las ventajas y los límites de las construcciones abstractas. Cada vez se hacen más patentes las auténticas dimensiones de la transformación y la urgencia de repensar creativamente unos “modos” nuevos para aquellos ámbitos que no se resuelven o traducen en conceptos.
A medida que avanza el proceso de sustitución se hace más evidente que bajo las formas culturales de religación (o ideologías de base mítico simbólica) “yacen sepultadas las formas de lo que fue en un momento dado visión creadora capaz de alojar una epifanía de lo real” (Valente 1994: 70). Y cada vez se muestra con más claridad la distinción entre “la visión creadora”, o experiencia de religación con el misterio, y lo que fueron construcciones de mundos habitables, legitimadas por su referencia a ese ámbito de “misterio”, ámbito del más allá del significado. Cuanto más lejos quedan aquellas elaboraciones de mundos que recibían su consagración del poder de religación con un presupuesto “otro mundo”, más urgente resulta indagar la naturaleza de esa experiencia que muestra su carácter autónomo respecto a las formas culturales que haya podido adoptar.
Cuanto mayor sea la comprensión de los factores implicados en la experiencia, mayor la posibilidad de que se le puedan proporcionar los cauces adecuados en la nueva situación cultural. Situación cultural que, si por algo se caracteriza, es por haber despojado al “otro mundo” de su estatuto de garante último de la significación de la realidad y de la existencia. Quizás la única forma de contrarrestar las guerras de religión que estallan por todas partes -dirá Eugenio Trías- consista en poner las bases para una fundación de nueva planta. Sólo que un evento de tal naturaleza no surge por decreto voluntario; para que se produzca deben concurrir multitud de factores diferentes. Se trata, quizás, simplemente de allanar el terreno para que, alguna vez, pueda surgir el “acontecimiento” (Trías 1997: 68).
Trabajo presentado en la Universidad Pompeu Fabra en 2001.