Marià Corbí Hace décadas que aprendí a volverme a las cosas, y desde entonces lo he estado practicando con toda la intensidad que he sabido. Pero lo que he planteado en los últimos apartados, de alguna manera, es un paso más en mi concepción de lo que es el camino espiritual, no solo para mí si no para los miembros de las sociedades de conocimiento y para las sociedades en tránsito. Lo que creo que es novedad es que he comprendido que estos tipos de sociedades tienen las cosas más claras, nítidas y sencillas de lo que había imaginado. Las nuevas sociedades que, o no pueden creer o tienen dificultades para mantener las creencias, bastará que adopten una actitud parecida a la de los artistas. Los artistas no necesitan hacer divina a la belleza, ni enviarla a los cielos, se vuelven solo, con todo el corazón y la mente, a las cosas, para poder captar su belleza multiforme e inacabable para sentirse conmovidos y necesitados de decir el milagro, la maravilla y el misterio que vieron en las humildes cosas de nuestro mundo, modelado por nuestra necesidad en cada tipo de cultura. Y lo que con sus creaciones son capaces de decir vale para todas las culturas y para todos los pueblos y toda la historia humana, si los humanos tienen la sensibilidad suficientemente educada.
CIENCIAS DE LA COMPLEJIDAD, PENSAMIENTO COMPLEJO Y CONOCIMIENTO TRANSDISCIPLINAR (Encuentro Internacional 2012)
I. Comprensión holística de la nueva racionalidad
Hoy estamos asistiendo a un cambio en la manera de comprender lo que significa conocer. Y dicho cambio se puede apreciar si consideramos el conocimiento desde ideales tipo al estilo weberiano. Siguiendo este modelo podemos hablar de dos grandes paradigmas en el conocimiento científico. Por un lado, el conocimiento científico de la ciencia clásica, vigente desde el siglo XVI hasta comienzos del siglo XX y el paradigma emergente que se está gestando desde la crisis de aquel y que da origen al paradigma de la ciencia contemporánea.
Para que podamos comprender en qué consiste este cambio paradigmático en el conocimiento humano y científico veamos algunas de las características más sobresalientes apoyándonos en la elaboración que hacen del mismo el físico teórico Frijof Capra y el místico cristiano David Steindl-Rast en su libro “Pertenecer al universo” (Capra & Staindl-Rast: 1994, pág, 15-20).
Para estos pensadores cabe denominar, cartesiano, newtoniano o baconiano al antiguo paradigma científico, puesto que sus características principales fueron formuladas por Descartes, Newton y Bacón. Se puede llamar holístico, ecológico, sistémico o complejo al nuevo paradigma, pero ninguno de estos adjetivos lo caracteriza por completo.
El pensamiento del nuevo paradigma en ciencia incluye por lo menos los cinco criterios siguientes: los dos primeros están referidos a nuestra concepción de la naturaleza, y los otros tres a la epistemología con la que la interpretamos.
1. Cambio de la parte al todo
Según el antiguo paradigma, en cualquier sistema complejo podía entenderse la dinámica del conjunto a partir de las propiedades de las partes. En el nuevo paradigma se invierte la relación entre las partes y el conjunto. Las propiedades de estas sólo pueden ser entendidas a partir de la dinámica del conjunto. En definitiva, no hay en modo alguno partes. Lo que llamamos parte es simplemente un modelo en una red inseparable de relaciones.
2. Cambio de la estructura al proceso
En el antiguo paradigma se creía que existían estructuras fundamentales, y que había unas fuerzas y unos mecanismos a través de los cuales interactuaban, suscitando así unos procesos. La creencia de que en la naturaleza hay un orden universal, objetivo e inmutable y que la tarea del investigador es tan sólo la de descubridor las leyes universales que rigen objetivamente el universo. En el nuevo paradigma se considera a cada estructura como la manifestación de un proceso subyacente. Toda la red de relaciones es intrínsecamente dinámica.