Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos. Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana. Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
Comentario al texto «Enseñanzas Zen» de Bodhidharma
[Presentamos aquí un breve extracto]
MEDITACIÓN SOBRE LOS CUATRO ACTOS.
Empieza el texto afirmando que muchas sendas conducen al Camino, a la Vía que lleva al término, pero que básicamente sólo existen dos: la razón y la práctica. Es decir, el intento razonable, mental de comprensión y la práctica.
Entrar por la razón significa llegar a la esencia de todo mediante la instrucción, hasta llegar a ver que todos los seres vivos comparten la misma verdadera naturaleza.
Si esa misma naturaleza no es patente es porque está encubierta por la percepción y el pensamiento ilusorio. Nuestra conformación de toda realidad, a la medida de nuestras necesidades de vivientes, encubre nuestra verdadera percepción y comprensión de la realidad. Esta nuestra condición conformadora / deformadora nos encubre la verdadera naturaleza de todo.
Abandona lo engañoso y vuelve a la realidad, medita frente a la pared sin distracciones, sobre la ausencia, la no existencia, del yo y de lo otro; sobre la unidad completa con tu razón y tu mente. Lo que indaga es lo indagado, sin dualidad ninguna.
Entonces, la mente, sin moverse, sin esfuerzo penetra en lo que es, por la mente misma, por la razón.
Lo que se propone es abandonar nuestra conformación/deformación para volver a la realidad que todo es. Para ese trabajo de indagación con la mente, ponte frente a la pared, así no te distraerás.
Investiga hasta comprender la no existencia de la dualidad básica de tu sistema de lectura de la realidad: yo y lo otro. Comprende que sabios e ignorantes son unidad.
En esa indagación no te dejes seducir por ninguna forma, ni siquiera por las sagradas formas de las escrituras.
Cuando has comprendido, con tu razón, que todo está vacío de tus construcciones, deja que la mente, quieta y sin esfuerzo penetre en lo que es.
Esa penetración es de la mente en la mente; no es la penetración de lo que he conocido en el sentir. Ya no es razonar, aunque es mente.
El texto utiliza “razón” como capacidad de conocer. Deja que la capacidad de conocer penetre en la capacidad de conocer; que la luz sin forma se adentre en la luz sin forma.
La meditación de cara al muro es una indagación hasta comprender la no existencia de la dualidad, yo y lo otro, y de toda dualidad, no un estado pasivo.
Que no atrapen la libertad de la indagación de tu mente ni siquiera las formas reveladas de las escrituras. Ni siquiera las escrituras que te permitieron conocer al “sin forma”, al vacío.
Las escrituras no pueden hacer por ti esa indagación. Si te sometes a las formas en que se expresan, quedarás fijado, con su fuerza sagrada, en el ámbito de lo dual y no podrás penetrar en el vacío sin forma.
El uso de las escrituras puede ser muy ambiguo e, incluso, muy dañino. Bien usadas te incitan a ir más allá de la vida y la muerte; mal usadas, te amarran con lazos sagrados al círculo mortal de la dualidad.
El trabajo con tu mente es la puerta a la realidad. Quieto en tu mente, sin mover la mente y sin esfuerzo, permanece lúcido en tu mente; la mente abre la puerta de la mente.
¿Qué tipo de funcionamiento de la razón, de la mente, es ese que indaga sin moverse y sin esfuerzo? Insistamos en este peculiar uso de la mente.