Marià Corbí Hace décadas que aprendí a volverme a las cosas, y desde entonces lo he estado practicando con toda la intensidad que he sabido. Pero lo que he planteado en los últimos apartados, de alguna manera, es un paso más en mi concepción de lo que es el camino espiritual, no solo para mí si no para los miembros de las sociedades de conocimiento y para las sociedades en tránsito. Lo que creo que es novedad es que he comprendido que estos tipos de sociedades tienen las cosas más claras, nítidas y sencillas de lo que había imaginado. Las nuevas sociedades que, o no pueden creer o tienen dificultades para mantener las creencias, bastará que adopten una actitud parecida a la de los artistas. Los artistas no necesitan hacer divina a la belleza, ni enviarla a los cielos, se vuelven solo, con todo el corazón y la mente, a las cosas, para poder captar su belleza multiforme e inacabable para sentirse conmovidos y necesitados de decir el milagro, la maravilla y el misterio que vieron en las humildes cosas de nuestro mundo, modelado por nuestra necesidad en cada tipo de cultura. Y lo que con sus creaciones son capaces de decir vale para todas las culturas y para todos los pueblos y toda la historia humana, si los humanos tienen la sensibilidad suficientemente educada.
Meditaciones cósmicas de Hubert Reeves Alianza editorial 2019
Se trata de una serie de reflexiones de este astrofísico, investigador y divulgador científico, sobre interrogantes que se le presentan y considera que son universales. Afirma que «Entre los dogmas religiosos y las certezas ateas, hay espacio para las espiritualidades interrogadoras». También dialoga con otros autores como Galileo, Goethe, Einstein, Rilke, Oppenheimer,….
A todo esto le añade pequeñas meditaciones como por ejemplo: en el cosmos. Propone lo siguiente: 1. Túmbese boca arriba en una hermosa noche estrellada. Preferentemente en un lugar en el que el horizonte sea bien diáfano, como por ejemplo en un desierto o en el mar. 2. Véase y siéntase en el espacio, entre las estrellas que lo rodean por todas partes. 3. Y dígase: “Soy un hábitat del cosmos”
Como él mismo dice este libro: “no se trata de nada definitivo, sólo son cosas provisionales que es necesario actualizar indefinidamente. Destinado a quien se pregunta sobre el gran misterio de la realidad en la que nos proyectamos durante un tiempo”.
Otra meditación: en la ducha. Propone lo siguiente: Deje correr el agua lentamente por su espalda. Experimente la cálida sensación en los hombros. Diga que hace catorce millones de años, todas las partículas que constituyen su cuerpo ya existían, pero en un estado completamente diferente, dispersas en forma de partículas elementales en un espacio tórrido. Vincúlese con este pasado lejano, asociando estas sensaciones a nuestros conocimientos cosmológicos, para sentirse partícipe de esta prodigiosa aventura del universo.