En una forma u otra estamos viviendo en societats globalizadas y dotadas de unas ciencias y tecnologías potentísimas, que crecen aceleradamente por retroalimentación mutua, que son capaces de alterar grave y continuamente no sólo las condiciones de vida de los colectivos y sociedades humanas, sino también de extinguir especies vivientes, de alterar amenazadoramente la habitabilidad del planeta, de manipular la vida y las comunicaciones interhumanas Para ellas la necesidad de cualidad humana (CH) y cualidad humana profunda (CHP) ya no es una cuestión optativa, es una cuestión de pura supervivencia de nuestra especie y de la vida en general; ya no es una cuestión gratuita o propia de gentes apartadas del mundo, es un asunto en el que, a corto plazo, nos jugando la supervivencia de la vida en la tierra.
Hay, pues, que esforzarse para encontrar procedimiento y estrategias para que el cultivo de la CHP llegue a todo el mundo y para que todas las sociedades la consideren como lo que es, una cuestión grave de supervivencia. Hay que elaborar maneras de cultivo colectivo, como en el pasado lo lograron las religiones, pero sin ellas.
Presentar la posibilidad del cultivo de la CHP, a las nuevas sociedades, sin sumisiones y como una indagación libre, es un gran servicio para las gentes que ya no pueden creer, o que tienen serias dificultades para hacerlo, pero que desearían poder cultivar esa dimensión de nuestra condición humana. Sería posiblemente el mayor servicio que se podría hacer a la humanidad y a la vida en el planeta. Incluso a los que todavía son creyentes, les ensancharía el corazón.