Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos.
Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana.
Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
Del experimento científico a la experiencia total a través de la libertad
Investigador del CSIC. Ponencia presentada en el «Simposio internacional en homenaje a Raimon Panikkar«, en mayo del 2005, en la Universidad de Ca’ Foscari de Venecia.
1.- La libertad de la Realidad. Una meditación sobre la libertad
Este escrito es una meditación sobre el mito de la libertad. Abraza la libertad como mito, es decir como está presente en nuestra consciencia antes y más allá de cualquier noción o conceptualización de ella, y desafiando cualquier tentativa a su definición. Nuestra meditación es sobre la energía creativa de esta palabra simbólica, prolongando su alcance más allá de los límites de un rasgo exclusivamente humano, para abarcar toda la Realidad. La libertad, así abrazada y experimentada, va de acuerdo con la verdad y la fe. La verdad, la fe y la libertad no son fenómenos. No son objetos de consciencia. No hay una conciencia de la verdad, de la fe y de la libertad como fenómenos aislados y capturados por conceptos. La verdad, la fe y la libertad perforan y califican el sentido, haciéndolo veraz, fiel y libre. Son palabras simbólicas y como tales expresan una experiencia compartida de la realidad.
Son una manera de ser. Son el terreno común que nos sostiene. La experiencia de la verdad, de la fe y de la libertad inspira más que impone. Contrastan con la fuerza lógica del conocimiento fenomenológico, qué más adelante llamaré información, sin necesariamente desafiarla.
Mi motivación principal es la siguiente. Si debemos movernos desde una cultura dominada por la instrumentalidad y la continua amenaza de la guerra, a una cultura donde la creatividad y la paz puedan convertirse en las fuerzas impulsoras, nuestro mito que prevalece de la libertad necesita transformación.
La libertad de la realidad
Después de ser reconocido como derecho humano fundamental, la libertad tiene todavía que crecer más allá de una dimensión humana exclusiva. Tiene que ser reconocida como dimensión de cada realidad. La libertad es una relación constitutiva primordial entre todos los seres. Cualquier amenaza a la libertad particular de uno es también una amenaza para la libertad del resto. La realidad es libre, según lo manifestado en la diversidad y la unicidad de todas las culturas y seres. Este conocimiento de la libertad se convierte en una actitud cuidadosa hacia ellos, contrastando con las actitudes instrumentales o utilitarias actuales. Solamente a través de una relación de libertad puede la gente y las cosas ser lo que son y estar en paz.
Libertad como relación
La libertad es la relación de inter-independencia entre los seres: la única identidad y independencia de cada ser está en relación con la identidad y a la independencia de los demás. Esta relación es primordial – los términos relacionados, cuando están considerados aparte, son solamente abstracciones de la relación. Por lo tanto, la libertad de nadie, incluso la libertad humana, puede prevalecer, como absoluto, sobre la libertad de otra persona, lo que no implica negar la posibilidad de una jerarquía pensativa entre los seres en su relación de libertad. Los seres ellos mismos son relaciones de libertad, el otro es uno de los términos de la relación. No hay yo sin tú y él, todos los términos de la relación que los hace reales.
Así, nuestras nociones sobre los seres muestran relaciones de dependencia entre ellos, por ejemplo, la dependencia en sus comportamientos, que permiten que hagamos predicciones y que los controlemos. Sin embargo, los seres, que no se deben confundir con nuestras nociones sobre ellos, preservan su libertad real, su unicidad.
Libertad como dimensión espiritual
Esta conciencia de que la realidad está libre en cada uno entra profundamente en el corazón creativo de la realidad, en su dimensión divina, espiritual. La libertad es un símbolo secular del espíritu. La realidad, las cosas y la gente, son mucho más y se extienden mucho más allá de lo que podemos pensar y saber sobre ellas. La libertad es esta base creativa misteriosa, su dimensión espiritual. El espíritu no es una prerrogativa de la gente, actúa a través de todo por doquier. Insisto, la libertad no es lo que todavía no se ha pensado sino lo impensable, manifestado en todos los actos espontáneos, creativos, o en las esperanzas de los que se enfrentan a la adversidad.
Esto no significa desmentir la energía crítica de la razón en nuestros actos espontáneos, como veto a la acción irracional. La libertad, aunque sea impensable, no es una puerta abierta a la irracionalidad. La razón encuentra en la libertad su fundación impensable y la libertad tiene en la razón su salvaguardia. El pensar proviene del ser, y el ser de la libertad creativa, que es principio y destino de todo. Esto significa que debido a la libertad el destino del ser, de todas las cosas, es impensable.
1. Ciencia, tecnología y libertad
Este escrito es también una meditación sobre la ciencia y la tecnología – dos de los productos de más alcance de nuestra mente, y fuerzas de transformación de nuestro tiempo. Ambos se deben colocar en el contexto de esta libertad radical de la cual hemos estado hablando, una libertad que no es puramente o exclusivamente del ser humano. En fin, la conciencia de la libertad creativa de toda realidad debe ser el contexto en donde la ciencia y la tecnología desarrollen su libertad creativa apropiada. Deben ayudar y ampliar, y no impedir o suplantar, las otras formas de libertad creativa, tanto de la gente como de las cosas. Ésta debe ser la actitud apropiada de la ciencia y de la tecnología hacia los seres. El diseño y la evaluación de actividades científicas y tecnológicas deben prestar así especial atención a su contribución a la libertad creativa de gente y de las cosas.
Violencia racionalista
Las verdades abstractas objetivas sobre los seres, no importa como sean de poderosas, no deben hacernos olvidar la libertad y la unicidad de los seres concretos – su base pensable. Reducir la gente o las cosas a lo que se puede pensar de ellos o, incluso peor, a su valor instrumental, es una forma de violencia – violencia racionalista en la naturaleza y la gente – con consecuencias trágicas, pues la crisis ambiental actual así lo atestigua.
Verdad y libertad
Por otra parte, un círculo virtuoso está en juego. La libertad es la condición previa de la verdad y solamente en la verdad la libertad puede prosperar. Por ejemplo, las mentiras, una forma de violencia sobre la verdad, excluyen la libertad: pueden ser declaraciones dispuestas, incluso razonables, pero nunca libres, espontáneas. Siempre que nuestra acción sea dominada por la instrumentalidad y la violencia que desatiende la libertad, desatendemos la verdad en si misma y vivimos en falsedad.
2.1 Tecnociencia como símbolo de la libertad humana
La libertad humana ha sido y sigue siendo el mito más potente, revelador y cambiante. Cuando ha sido considerado como tentación peligrosa – por ejemplo como puerta abierta al error o al pecado o como el libre albedrío de los seres humanos que desafían lo divino – la libertad humana se ha convertido en los tiempos modernos en un derecho humano, según lo engarzado, por ejemplo, en la libertad de pensamiento, de conciencia o de la religión. No es una sorpresa que la religión en si misma está vista hoy en términos de su contribución a la liberación de la gente.
Liberación y creatividad
Aspiramos a ser libres. Esto significa, por una parte, la liberación de cada constreñimiento o limitación, de cualquier contingencia. Oímos hablar de la liberación del sufrimiento, de ansiedades, de dudas, de miedos, y de inseguridades, incluso de ser libres de nuestros egos individualistas, pues la espiritualidad nos lo exige para ser. Por otra parte, más allá de esta libertad de todos los obstáculos, y como centro de nuestra meditación, está la libertad creativa, esta fuerza que nos incita continuamente a preguntar y renovarnos. Nos libera de lo viejo – de todas nuestras posesiones, incluso la posesión de nosotros mismos – y nos mueve para ser co-creadores de la vida. Esta creatividad es la esencia de la libertad humana. Es decir la experiencia de la libertad y la experiencia de la creatividad van juntas, de común acuerdo. Su única condición previa es la fe – la confianza en la realidad.
Tecnociencia como mito de la liberación
La ciencia y la tecnología desempeñan un papel fundamental en las concepciones modernas de la libertad. La ciencia y la tecnología reciben mucho crédito de su poder de lograr la liberación, entendido con frecuencia como el logro de las libertades de un individuo, entendido a menudo como residir en la prosperidad. La ciencia y la tecnología nos dan los medios no sólo para asegurar nuestras necesidades y bienestar, sino para satisfacer nuestra avaricia. Tal energía se puede resumir en la posición siguiente: “Quiero lo que quiero cuando lo quiero”. Por lo tanto, la ciencia y la tecnología han permitido así que despidamos, como innecesario, el dios omnipotente antes considerado la única respuesta a la contingencia humana. En los términos contemporáneos, la interacción entre la ciencia y la tecnología, el individualismo y el dinero-economía, se refiere como tecnociencia. Reconociendo la importancia crítica del dinero-economía y del individualismo para entender la tecnociencia, este papel se centra en sus dimensiones científicas y tecnológicas. La tecnociencia así entendida se ha convertido en el instrumento y el símbolo que prevalecían de la liberación humana. Sin embargo, después de tres siglos de desarrollo, el mito de la liberación humana a través de la tecnociencia hace frente a una crisis seria y a la falta de cumplir completamente sus promesas.
2. Tres actitudes en respuesta a la crisis
Aunque, en teoría, ampliando la maquinaria de la producción podríamos asegurar las necesidades físicas de toda la gente, solamente una minoría se está beneficiando en la práctica completamente del aparato tecnocientífico y ha estado abusando constantemente de él. Las catástrofes ecológicas repetidas y las llamadas correspondientes a una mayor conciencia hacia nuestro medio ambiente son dos casos bien conocidos de tal crisis. Estamos comenzando a realizar los límites del ideal humano individualista de la libertad que prevalece de una tecnociencia imprudente.
Respuestas negativas y conservadoras
En respuesta a la crisis, tres diversas actitudes emergen. Una es volver a una época libre de tecnociencia. Esto es imposible. Además, las reacciones dialécticas no lo permitirán. No pueden ser realmente eficaces porque no están libres. Necesitamos una actitud más creativa. Una segunda respuesta, conservadora, es permanecer en el curso de la búsqueda dentro de la tecnociencia. Eso es posible e incluso necesario, pero no es bastante. No va a las raíces de la crisis, que es un malentendido de la libertad como la creencia en una libertad humana individualista que prevalece siempre. E incluso dentro de tal paradigma, la tecnociencia, el libertador alegado, ha demostrado limitaciones intrínsecas. El aparato de la tecnociencia ha adquirido una clase de autonomía y de energía imprudente que pone paradójicamente a la gente y la naturaleza en el servicio de su propio crecimiento. En este sentido, debe ser observado cómo desatiende metódicamente los aspectos de la realidad esenciales para la superación de la crisis, tal como la libertad creativa de gente y de naturaleza. Al contrario, éstos se ven como los medios – humanos y recursos materiales.
Libertad real
El miedo de la autodestrucción en más o menos un futuro próximo, como el miedo del infierno antes, no parará nuestra energía respecto a la naturaleza. Si se asume que las llamadas a la responsabilidad del individuo y del grupo hacia la naturaleza para poner final a la crisis ecológica no pueden ser más que optimismo a ultranza a menos que esta responsabilidad emerja del sentido espiritual de la libertad de la realidad, de la relación creativa de la inter-independencia entre la gente y de la naturaleza, entre la cultura y la naturaleza. Esta relación no dualística – de la libertad – entre la cultura y la naturaleza es la base mística para la expansión de la ética hacia fuera, más allá de la esfera humana y de abarcar toda la realidad. Esta relación creativa de la libertad entre la naturaleza y la cultura, entre nosotros y las cosas, no es algo de un futuro próximo, una promesa de que tendremos éxito, que alcanzaremos un mejor futuro común si nos comportamos con responsabilidad, una confianza en el futuro. En contra, la libertad creativa es algo del presente, pues son todas las cosas reales – es la presencia del espíritu. No debemos contaminar el aire, las aguas y el suelo no sólo para asegurarnos un futuro sostenible, sino porque desatiende la actual inter-independencia del agua y del suelo con nosotros, reduciéndolos a recursos a nuestra disposición.
La actitud mística
Y es este sentido de la libertad creativa real que nos incita a una tercera, actitud mística. Puede ser declarado como sigue: para experimentar con contingencia y tecnociencia, en la esperanza de la sabiduría. Esta actitud considera contingencia como constitutiva de toda la realidad, de acuerdo con el pluralismo y la libertad creativa de naturaleza y de la cultura. Cree que la libertad no es exclusivamentedel ser humano y mucho menos individualista. La naturaleza está también libre a su propia manera, pues la naturaleza en si misma nos está enseñando con la actual crisis ecológica. ¿Podía la naturaleza librarse de una humanidad violenta tiránica? Hay más que un destino común entre la naturaleza y la cultura: la relatividad radical de todos los seres, su relación de inter-independencia, es la fundación del dinamismo de la realidad. Los seres humanos, debido a su conocimiento, son llamados a ser los mediadores – no los compositores o los directores – de una armonía frágil y oculta entre todos los seres. Para mejorar asimiento esta tercera actitud debemos primero examinar el mundo de la tecnociencia un poco más de cerca.
4. El mundo utilitario de experimentos, de dispositivos y de la información
Lo empírico, experimental y experiencial son tres grados de conciencia. Aquí consideramos experiencia como abarcamiento de los últimos dos, que constituyen el panorama primordial y último de la vida humana. Lo empírico es lo dado, los datos. El experimento es una forma específica de experiencia: una intervención especializada con un propósito definido, preestablecido, en busca de un resultado, sea una sensación, un nuevo concepto, información o algo más, incluso aclaración. Los experimentos y su mentalidad correspondiente han penetrado e impregnan casi todos los aspectos de la vida, una vida fragmentada por ellos en dominios múltiples de interés. Éste es el reino de la tecnociencia que queremos examinar. En este viaje, un rasgo principal de la tecnociencia será acentuado. Ésta es la clase específica de conocimiento que la tecnociencia crea con la experimentación: La llamo información.
Tecnociencia: experimentación e información
La información es una forma utilitaria de conocimiento, una acción meta-conducida de gran alcance de los medios. Es el aspecto instrumental del conocimiento. Debido a su éxito enorme, la tentación es pararnos en la información y su acción instrumental derivada, desatendiendo y desplazando otras formas de conocimiento y de acción creativa libre, circunscribiendo éstos a las ocasiones particulares y a los esfuerzos privados. La tecnociencia es el mundo de la experimentación metódica que proporciona verdades abstractas objetivas bajo la forma de regularidades y leyes, es decir, información ley-estructurada sobre los fenómenos, que se incorporaron a dispositivos y a instrumentos, que abre siempre nuevas posibilidades de acción mejorada, con ventajas, y peligros, extendiendo a todos los dominios de la vida.
Un rasgo de la tecnociencia, especialmente de su componente científico, es su método: la experimentación. Es un procedimiento creativo para tener acceso, aislar y describir a través de los instrumentos apropiados de la medida, un dominio fenomenológico. Confía en la capacidad creativa de nuestra mente de abstracción, de descubrir las variables relevantes de las cuales las regularidades del comportamiento de un fenómeno dependen. Estas regularidades después se capturan en la información ley-estructurada y se validan dentro de una comunidad de observadores. El resultado, la información, es un tipo de conocimiento dualístico sobre un mundo que sea externo al que conoce. Es un conocimiento listo para ser utilizado.
Evolución cósmica
Por ejemplo, por medio de los relojes, la experiencia del tiempo, constituida por la pluralidad heterogénea de sucesos, se reduce a su contenido informativo, es decir tiempo lineal matemático u homogéneo, representado por los puntos de una línea recta. Y por este medio de tiempo lineal la realidad se reduce a una descripción lógica de ella, una evolución a partir de un estado al siguiente, una línea recta de puntos matemáticos del tiempo. Esto es un acercamiento útil para recopilar la información y para desarrollar un mapa instrumental de la realidad. Así, los científicos nos dicen que el universo tiene unos 20 mil millones de años, que la tierra tiene unos 4.6 mil millones de años, y que los seres humanos tienen solamente cerca de 150.000 años. También prevén un universo futuro más o menos alejado sin humanidad. Sin embargo, ésta y otra información tecnocienfíca sobre el cosmos, cuando está tomada aisladamente, nos da una visión reducida de la realidad y del tiempo real – es decir tiempo como la vida de seres.
Aunque podemos considerar mentalmente el pasado, presente y futuro del universo como estando separado, y obtener información útil sobre él – como lo hace la cosmología científica – de hecho los tres van juntos en la actualidad donde tiene lugar la experiencia y el conocimiento. Pasado y futuro pertenecen al presente – solamente es en el presente que existen y tienen sentido.
Aunque la visión de la realidad como la evolución en tiempo lineal – o, más ampliamente, cosmología científica – nos da mucha información sobre la realidad, no puede proporcionar el contexto de la comprensión del ser humano y, mucho menos, del auto-conocimiento humano. El contexto significa que es necesario situar y dar el significado a un texto, a la información. El contexto no se puede capturar por la información en un texto. Las teorías de la tecnociencia son textos de gran alcance pero no se pueden tomar como el contexto en donde se da el significado. Es un desafío de nuestro tiempo evitar tal reducionismo e integrar la información tecnocientífica en la experiencia entera y el auto-conocimiento de la humanidad.
Información: conocimiento de referencia
La información es una forma objetiva, de referencia, instrumental, indirecta y sin compromiso de conocimiento. Es una relación dualística externa entre la gente y las cosas, a través de la que firman en un contexto dado. Idealmente, la información es exacta, impersonal y formal como las matemáticas – el paradigma de la información formal y cuantitativa. La información no permite ninguna libertad de interpretación. Es una representación de la conceptualización de cosas, un texto, un mapa, un modelo sobre la realidad – conocimiento tecnocientífico que es el paradigma de la información rigurosa. Además, la información demuestra una flexibilidad notable y una energía de homogeneización. El dinero, como forma de información sobre cosas, no proporciona una ilustración clara. Hemos atestiguado una tendencia imparable a poner un precio a todo. Cada día más cosas se plasman y se reducen a información.
Reducionismo de la experimentación
La experimentación es la fuente primaria de información tecnocientífica. Como tal, es un acercamiento abstracto conceptual a la realidad, que contrasta con la concreción, la urgencia y la novedad de la experiencia – siempre única e irreproducible. Con la experimentación reducimos metódicamente cosas a objetos. Éstos alternadamente se reducen a la información que podemos obtener sobre ellos. Esta información, aunque quizá suficiente para predecir y controlar el comportamiento de las cosas, y por lo tanto para beneficiarse de ellas, no se debe absolutizar al punto de desatender la dimensión o la libertad espiritual de las cosas – y su identidad. Actualmente, el predominio de la información anónima homogénea como fuente de conocimiento, significa que solamente algunas cosas, quizá debido a su valor artístico, pueden conservar su identidad. Es a través de esta experiencia estética de las cosas que todavía reconocemos su identidad única. Y ésta es de hecho una aspiración central del arte: la creación de cosas únicas, hermosas o no. Lo mismo ocurre con la decoración de los artes, que se esfuerzan por hacer únicas las cosas mas comunes. Dicho esto, el reducionismo del experimento puede también ser considerado como el precio a pagar por la claridad, la certeza y la seguridad de los resultados que entrega, comparado con las ambigüedades, los riesgos y las contingencias inherentes de la experiencia.
Cuanto más violento el experimento, más la importancia se debe poner en el contexto que lo sitúa. Lo que se considera irrelevante para un experimento, su contexto real, puede ser más importante de lo que pensamos, como se muestra por una experiencia de abarcamiento de este fenómeno muy experimental. Sólo la experiencia entera, no reducida al experimento, sino abierta a la libertad de la realidad, es en lo que debemos confiar, no importa cómo de veraz sea la información que nos proporcionó el experimento específico. La experiencia holística de tantos experimentos es vital para hacer frente a los desafíos ecológicos de nuestras épocas. La información, incluso la más verdadera y completa, no agota la realidad, a menos que creamos que la realidad es totalmente transparente a la racionalidad. Al contrario de la información y de la experimentación, el conocimiento experimental es personal, inseparable del amor. Por ejemplo, una madre conoce a su hija, incluso si ella tiene mucho menos información sobre ella que su médico, que no le conoce quizá realmente.
Conocimiento y lengua
También contrastando con la información, la experiencia es expresada a través de la lengua humana y no por signos. La lengua humana es un componente distintivo de la experiencia y del conocimiento irreducibles a la información. Los términos informativos con un signo exacto no se deben confundir con las palabras polisémicas correspondientes de la lengua humana, incluso si comparten la misma escritura. Por ejemplo, el agua como término informativo denota una sustancia material, exactamente H2O, pero la palabra correspondiente permite muchas connotaciones, e incluso interpretaciones dependiendo del contexto. La lengua humana conjuga los tres pronombre personales: yo, tu y él, de una manera inseparable. La información es el resultado de separarlo del “él” de “yo” y “tú”, y de tratar el “él” exclusivamente. La lengua crea compromisos y es completamente polisémica, da lugar a las interpretaciones y cambios creativos, a partir de los cuales la lengua, como entidad viva, crece y distingue. De hecho, el análisis de la lengua ha llevado a la escritura como una de las primeras formas maduras de información. La escritura es el caso más ilustrativo de la energía de la información – captura el aspecto de referencia de la lengua, y algo de la información estructural de la lengua. Se ha convertido en un instrumento de gran alcance de la lengua sin suplantar la lengua en si misma. También pueden otras formas de información ser instrumentos del conocimiento completo si vamos más allá y evitamos tomar su mapa como realidad en si misma. El peligro es quedarnos parados en la información y reducir la lengua a su contenido informativo. Por ejemplo, las escrituras sagradas, cuando son leídas como información, pueden ser malinterpretadas fácilmente, como sucedería si leyéramos un poema simplemente como información sobre algo.
Extrapolación del contexto
Creada en un contexto dado, la información se puede extrapolar a otros contextos. Con la extrapolación adquiere su energía y neutralidad aparente para ser utilizada y abusada. Ciertas visiones del mundo se basan así en la extrapolación indebida de la información, dando por resultado lo qué se ha llamado cienticismo. Sin embargo, la información está limitada al contexto en donde fue creada, así que su extrapolación fuera del contexto apropiado, se debe hacer cuidadosamente para evitar la interrupción y la violencia. No debemos confundir referencia y presencia, o información con conocimiento completo, como ocurre pretendiendo que el contexto de un texto se puede capturar en el texto ampliándolo; o en la tendencia a tomar por concreto lo que por constitución es abstracto, lo cual se conoce como “concreción equivocada”, un caso contemporáneo lo tenemos en la “realidad virtual”.
La información, cuando aparece como completa, perfecta, sin escapatorias en sus fórmulas, las leyes, las relaciones causales, las deducciones lógicas y las determinaciones, puede producir un sentido maravilloso de la energía. Sin embargo, dejada sola, puede convertirse en una energía imprudente que deja poco espacio a la libertad.
Violencia de la experimentación
El aislamiento de un fenómeno individual observado y medido ha sido muy acertado en el estudio de fenómenos materiales. La materia es la dimensión de la realidad que permite su individuación, así que tolera en parte la violencia de la experimentación. No obstante, la realidad, incluso la realidad física, tiene una dimensión de la libertad que elude la predicción, y se han observado y se han registrado comportamientos físicos impredecibles. Los científicos no interpretan más las leyes de la naturaleza orgánicas como deterministas. La lógica y las leyes delimitan el dominio de lo posible, donde los acontecimientos suceden con diversos grados de probabilidad. El estudio de estas relaciones no causales entre los fenómenos, su inter-independencia, debe recibir la atención que merece como parte de un modo de ver más holístico. Por otra parte, considerando la apropiada libertad de la naturaleza, debemos preguntarnos si someter la naturaleza a la violencia extrema de algunos experimentos puede rendir alguna verdad sobre ellos.
Dispositivos
La información obtenida en la experimentación, cuando está incorporada a dispositivos, se convierte en materia. Como tales materias, los dispositivos son característicos de la cultura tecnocientífica. Abren siempre nuevas posibilidades de la producción y el consumo. Porque demuestran solamente su funcionalidad, tienden a ocultar su contexto y complejidad, y ponen solamente demandas mínimas en sus usuarios. Escapa fácilmente nuestro poder de apropiarnos completamente de su impacto en nuestras vidas. Desafortunadamente estas comodidades tienden a desplazar las prácticas creativas más exigentes y, por lo tanto, pueden limitar nuestra libertad para formarnos. Esto además de la carga que ponen en la naturaleza, en nuestro contexto del consumo compulsivo, y el precio completo que pagamos por ellas, la mayoría de las veces escondido.
Internet, una encarnación electrónica de la información con la meta de hacerla universalmente accesible, proporciona un ejemplo paradigmático de un dispositivo tecnológico que sigue la manera de las extrapolaciones del cienticismo. Internet es alabado por sus entusiastas como un medio de superar todos los requisitos de la presencia. Para alguno la promesa del Internet es equivalente a los seres desencarnados que pueden estar dondequiera en el universo y hacer copias de reserva de sí mismos para evitar todos los apremios, lesiones e incluso la muerte. Sin embargo, uno debe comparar la experiencia de una conversación real, donde están presentes los participantes uno al otro, y al mundo – en cuerpo, mente y espíritu, con un intercambio del Internet de información, donde la presencia real es substituida por la referencia de signos – los textos, las imágenes y los sonidos – para ser interpretado. Este último es más un experimento con un mismo objetivo que una experiencia abierta y completa, significativa en sí misma.
Piense también en el uso extenso de los coches. Estos símbolos al parecer inocentes de la cultura tecnocientífica pueden exigir mucha violencia, según lo evidenciado por las vidas incontables perdidas en el camino, un flujo constante de víctimas que toleramos y disfrazamos bajo el nombre de accidentes de tráfico, sin mencionar otros efectos secundarios tales como la contaminación.
Información y significado
El mundo de la información es un mundo de individuos externamente relacionados y que compiten por los recursos, siendo la información uno de los más importantes. La información se convierte en la cultura tecnológica, el componente primordial de la realidad, de su evolución; la estructura básica de regularidades y de peligros. Nunca en la historia habíamos tenido tanto información sobre la realidad y, al mismo tiempo, tanta dificultad en lograr el conocimiento completo y significado a través de la integración de la información en el contexto entero de la vida. Las secciones antedichas han discutido dos impedimientos principales a esta integración: la confusión entre el conocimiento y la información, y la absolutización de éste último. Los párrafos siguientes presentan una actitud mística para moverse desde la experimentación simplemente científica, en la experiencia entera de las cosas con libertad.
5. UNA ACTITUD MÍSTICA
La actitud mística trabaja para sobrepasar la dualidad metodológica del racionalismo en general y de la tecnociencia particularmente: la separación entre el objeto y el tema. También se esfuerza en integrar tecnociencia en la profundidad y la diversidad de la experiencia humana, según lo expresado, por ejemplo, en la diversidad de culturas. Aspira a colocar la tecnociencia en un contexto de libertad, la libertad de los seres humanos y de naturaleza, en esta danza alusiva de armonía, sin importar cómo de esotérica y distante esta armonía pueda parecer.
Experiencia, conocimiento y auto-conocimiento
La experiencia no filtra cualquier cosa hacia fuera, ninguna pregunta, la libertad es su elemento constitutivo. La libertad es experimentada; no puede ser el objeto de un experimento. La actualidad concreta, urgencia, unicidad de la experiencia nos hace ser concientes de la realidad como creación continua, aunque nuestra atención se centre demasiado a menudo también en su representación, que está en la información, su relación con el pasado o la proyección en el futuro. Por otra parte, nuestro auto-conocimiento viene del ejercicio de la libertad en la interpretación de nuestra experiencia y, aún más, en preguntarnos permanentemente ‘quién soy yo?’. En esta pregunta reside la libertad del ser humano. La información que tenemos sobre nosotros, científica o de otra clase, deja fuera el ‘yo’. Debemos siempre ser conscientes de que la información es siempre sobre los seres y que, no importa cómo sea de útil, se utiliza para manipularlos. No es, y no debe ser confundida con, los seres mismos. La libertad de los seres sobrepasa toda la información que podemos nunca tener sobre ellos. Por lo tanto, además de la información necesaria, debemos cultivar la experiencia holística de los seres, que presupone la libertad y el amor, y apuntamos hacia un conocimiento holístico de ellos. Es decir aunque la racionalidad tecnocientífica sea un acercamiento de gran alcance a la realidad, a la cual debemos mucho de nuestro bienestar, no debe ser un hecho absoluto que desplace a otras, complementarias o opuestas, formas de conocimiento. Como dije antes, la extrapolación de la información fuera de su contexto apropiado da lugar a una vista reduccionista de la realidad. Particularmente estrecho, por ejemplo, cuando viene a nuestro auto-conocimiento como meros animales racionales, un producto exclusivo de la evolución, que no hace caso de nuestra libertad creativa, de nuestra dignidad.
Del experimento a la experiencia
En fin, la información presupone conocimiento experimental y debe traer nuevo y mejorado conocimiento y no llevar solamente a más información. “Del experimento a la experiencia” significa situar el experimento en el contexto de la experiencia entera, de la cual fue separada por la constitución lógica y metodológica del experimento en sí mismo. Es una conciencia necesaria del contexto, de su irreductibilidad a un texto, que permite que relativice el mundo conceptual del experimento, evitando su absolutización. Pero con frecuencia no seguimos todo el camino desde la información hasta el conocimiento, que requiere un compromiso cariñoso con las personas y las cosas. Debemos andar más lejos en esta trayectoria. Creo que en la experiencia de su propia actividad creativa el científico y el ingeniero pueden superar el reducionismo metódico de las cosas a la información, e integrar realmente sus diseños de la investigación en el contexto más amplio de la experiencia del ser humano en conjunto. Existen esfuerzos dentro del la tecnocicencia para integrar los diseños en el contexto más amplio del trabajo y de la cultura humanos. Sin embargo, a menudo estos esfuerzos tienen como objetivo principalmente mejores diseños, más que en promover un conocimiento y una experiencia completos de la tecnología, que va más allá de la mera experimentación.
Necesidad de una cultura tecnocientífica transformada
En el mundo sofisticado de la información, solamente una minoría de gente es responsable de crear la información. Para la mayoría de la gente, sin embargo, el mundo de la tecnociencia impregna su vida cotidiana bajo la forma de consumo y trabajo, dejando poco espacio a la creatividad – las cosas se determinan en términos de su utilidad. La contextualización de dispositivos, su discriminación por una experiencia cuidadosa de ellos se convierte así en una práctica necesaria para salvaguardar y cultivar nuestra libertad ante un uso imprudente y propagandista. Por ejemplo, el abuso de los teléfonos, los juegos de televisión, video y toda la clase de adminículos y de dispositivos de consumo suceden en detrimento de prácticas más creativas y de actividades comunitarias. Lo que necesitamos es una nueva clase de sabiduría dentro de una cultura tecnocientífica transformada. La acción tecnológica dirigida a un resultado esperado no debe desplazar la acción libre, espontánea hecha para su propio motivo, como a menudo desafortunadamente sucede en los países desarrollados, en donde la mayoría de las actividades, incluso en los deportes y las artes, se conduce hacia la obtención de los resultados que los justifican, éxito, fama o dinero, olvidando así cómo nuestras vidas tienen significado en su propia unicidad y libertad creativa. Tenemos que volver a descubrir el pulso que libera esas actitudes, prácticas y realidades que tengan significado en sí mismos: palabras como símbolos; el arte de la conversación; celebración comunal; conocimiento en y con amor; amistad incondicional; actos espontáneos para su propio motivo. Éstas son las experiencias holísticas, experiencias del conjunto. Espacios para la libertad creativa dentro y más allá de este mundo tecnocientífico.
Laicismo sagrado
No importa cómo de útil ha sido la tecnociencia para satisfacer nuestras necesidades y deseos en el pasado, su desarrollo futuro es desconcertante. Por una parte, su energía y autonomía imprudentes amenazan a la naturaleza y a la libertad humana como las crisis ecológicas. Sin embargo, por una parte, se muestra como la fuente principal para la supervivencia de la humanidad. La experimentación de la contingencia del hombre y la naturaleza y sus límites, solamente la libertad, la actividad creativa del presente, es nuestra esperanza. Una gestión mejorada para la ecología puede ser necesaria pero no es bastante. Una experiencia más profunda, más completa y cariñosa de todas las cosas alrededor de nosotros, no sólo usando y experimentando con ellas, es necesaria para construir una nueva armonía – un “laicismo sagrado” preparado para trabajar. Esta es una de las expresiones múltiples del mito cosmoteandríco, que supera la dualidad racionalista e ilumina y sitúa nuestras experiencias en tanto que se convierten en experiencias reales del conjunto. Este mito nos hace ser concientes de que el cosmos, la belleza primordial, no es un recurso para la explotación, sino nuestro hogar, incluso nuestro cuerpo. No somos amos del universo sino de su conciencia o experiencia. Dios es el omnipresente, la libertad creativa de cada momento, por todas partes. La inter-independencia cosmoteandrica de estas dimensiones, la relatividad radical de la realidad, es incompatible con todas las clases de absolutismo.
El conjunto como libertad
Ésta es la actitud mística que mencionamos anteriormente. La llamo mística porque no se detiene en lo sensual y racional, sino que aspira al conjunto. El conjunto, siendo y convirtiéndose, no es relatividad global – la suma, la síntesis de sus piezas – de todos los seres, sino su radical relatividad, la libertad creativa detrás de ellos. De esto, los seres reciben su significado y en esta libertad somos conscientes de su unicidad y contingencia – dañar a uno es dañar al conjunto, incluso si localmente puede ser que incluso parezca una mejora. Es en el conjunto que somos concientes de la creatividad de cada momento, de la gratuidad de la vida, su alegría incondicional, su plenitud.