Etty Hillesum Aceptación puede sonar a pasividad, puede confundirse con la aprobación indiferente, con la resignación. El testimonio de Etty Hillesum, escribiendo desde los campos de concentración, es un ejemplo esclarecedor del sentido de una aceptación plena que es implicación y acción, pero desde la comprensión, desde una acogida radical de la realidad, se muestre como se muestre.
Diario: una selección
Selección del Diario que Etty Hillesum (Middelburg 1914 – Auschwitz, 1943) escribió en Amsterdam durante los dos últimos años de su vida. Publicado por primera vez en 1981, sus páginas nos muestran un itinerario de búsqueda interior mantenida en medio de las dificultades más impresionantes y del sinsentido más radical (de la edición en Anthropos, 2007. Diario: una vida conmocionada)
15.06.1941. […] Sólo somos barriles huecos arrastrados por la historia del mundo. […] Ayer pensé por un momento que no podría seguir viviendo y que necesitaría ayuda. No lograba encontrar el sentido de la vida, ni el del sufrimiento. Tuve la sensación de sucumbir bajo un peso enorme, pero también en ese punto seguí luchando, por lo que logré seguir adelante con más fuerza que antes. He intentado ver el “sufrimiento” de la humanidad honestamente, de cerca, mirándolo cara a cara. Me he ocupado de ello o, mejor dicho: algo en mí se ha ocupado de ello. Las preguntas más desesperadas han encontrado respuesta; el gran sinsentido ha dado otra vez paso a algo más ordenado y cohesionado. Ya puedo seguir adelante. De nuevo fue sólo una breve batalla de la que he salido algo más madura.
He dicho que yo me había ocupado del “sufrimiento de la humanidad” (todavía me horrorizan las grandes palabras), pero en realidad no fue así. Me siento más bien un pequeño campo de batalla en el que se debaten los problemas y cuestiones de estos tiempos. Lo único que se puede hacer es ponerse humildemente a disposición, convertirse en campo de batalla. Los problemas, al fin y al cabo, tienen que tener un cobijo, tienen que encontrar un sitio en el que puedan luchar y conseguir tranquilidad. Y nosotros, pequeñas e insignificantes personas, debemos abrir nuestro espacio interior a ellos, no escaparnos.
5.09.1941 […] Conozco mi remedio. Sólo tengo que agacharme en el suelo en un rincón y, así, acurrucada, escuchar lo que hay dentro de mí. Pensando nunca llegaré a ninguna parte. Pensar es una bonita y altiva ocupación cuando se estudia, pero nunca se logra “salir pensando” de estados de ánimo difíciles. Para eso hay que actuar de otra manera. Uno tiene que comportarse de forma pasiva y escuchar. Encontrar nuevamente el contacto con un pequeño trozo de eternidad. (44)
24.10.1941 […] esta noche entra en vigor una nueva orden contra los judíos. Por eso me he permitido estar durante media hora deprimida e intranquila. (54)
12.12.1941 […] Estos cinco minutos todavía me pertenecen. A mis espaldas el reloj hace tictac. Los ruidos en casa y en la calle son como un oleaje lejano. […] ¿Qué más da que estudie una página más o menos? Siempre y cuando uno escuche el ritmo que lleva dentro de sí e intente vivir según dicho ritmo. Escuchar lo que sube desde el fondo de uno mismo. Mucho de lo que se hace es, al fin y al cabo, sólo una imitación o una obligación imaginaria o una idea falsa de cómo debería ser un ser humano. La única seguridad sobre cómo se debe vivir y qué se debe hacer, sólo puede provenir de las fuentes que bullen en las profundidades. Eso lo digo ahora muy humildemente, agradecida. Lo pienso en serio, aun cuando sé que pronto estaré otra vez rebelde e irritable. (85)
12.03.1942 […] Si vives en tu interior, la diferencia entre dentro y fuera de los muros de un campo de trabajo tal vez no sea tan grande. ¿Podré justificar más adelante estas palabras ante mí? ¿Podré vivir de esa manera? No podemos hacernos demasiadas ilusiones. La vida será muy dura. Nos separarán de nuevo a todos los que nos apreciamos. Creo que ese momento ni siquiera está tan lejos. Hay que prepararse interiormente cada vez más para ello. (87) […] Y al final de cada día tengo la necesidad de decir: la vida es, a pesar de todo, muy bella. (88)
20.06.1942. Para humillar se necesitan dos personas. Una que humilla y otra a la que se quiere humillar, o mejor dicho: que se deja humillar. Si falta lo último, si la parte pasiva está inmunizada contra cualquier humillación, entonces se evaporan las humillaciones en el aire. […] la vida es dura, pero eso no es grave. Hay que empezar a tomarse en serio a sí mismo, y lo demás viene por sí solo. Y lo de “trabajar por uno mismo” realmente no es un individualismo enfermizo. La paz sólo puede convertirse en una paz real más adelante, cuando cada individuo la encuentre en sí mismo, extermine y venza el odio hacia los demás, da igual de qué raza o pueblo, y lo transforme en algo que ya no sea odio, sino tal vez incluso amor. Pero probablemente eso sea exigir demasiado. Y aún así es la única solución. […] El pedacito de eternidad que uno lleva dentro se puede expresar tanto en una sola palabra como liquidarse en diez extensos volúmenes. Soy una persona feliz y aprecio esta vida, de verdad, en el año del Señor, aún del Señor; en el año de guerra nos sé cuántos. (107)
Sé que llegará el momento en el que no sabré dónde están mis padres, sólo que han sido deportados, Dios sabe dónde, y que morirán de forma miserable. Sé que eso llegará. Según las últimas noticias, todos los judíos serán deportados de Holanda, a través de Drenthe, a Polonia […] Y aún así no me parece que la vida no tenga sentido, Dios, no puedo remediarlo. Dios tampoco nos debe una explicación por los sinsentidos que nos causamos nosotros mismos. ¡Nosotros le debemos una explicación! Ya he muerto mil veces en mil campos de concentración. Lo sé absolutamente todo y las nuevas noticias tampoco me tranquilizan. De una u otra manera soy consciente de todo ello. Y aún así la vida me parece hermosa y llena de sentido. Cada minuto de la vida. (113)
3.07.1942 […] Suena casi paradójico: cuando uno deja fuera de su vida la muerte, la vida nunca es plena, y cuando se incluye la muerte en la vida, uno la amplía y enriquece. (118)
4.07.1942 […] Durante el paseo supe que al final del camino nos esperaba una casa segura. Al mismo tiempo era consciente de que llegará el momento en el que no nos esperará una casa, sino que al final del camino habrá un barracón en el que moriremos juntos. (121)
7.07.1942 […] la vida es tan grotesca y sorprendente, con tantos matices. Después de cada curva, la perspectiva es completamente distinta. La mayoría de la gente tiene en su cabeza ideas estereotipadas sobre la vida. Hay que liberarse de todas las ideas, de todos los dichos anquilosados; renunciar a cualquier atadura y tener el valor de dejarlo todo, dejar todas las normas y todas las convenciones y atreverse a dar el gran salto en el cosmos. Entonces, sólo entonces, la vida se hace infinitamente rica y rebosante, incluso hasta en el sufrimiento más profundo. (134)
[…] Hay que olvidarse de palabras como Dios y muerte, sufrimiento y eternidad; ser de nuevo sencillo y sin palabras como el grano que crece o a lluvia que cae. Sólo hay que ser. (135)
10.07.1942 […] el poco tiempo que aún podré quedarme aquí lo considero un regalo extraordinario. Estos últimos días voy por la vida como si tuviera una placa fotográfica que observa todo a su alrededor de forma infalible, hasta los más nimios detalles. Vivo muy conscientemente, para registrar todo en mí, dentro, con contornos bien definidos. Más adelante, mucho más adelante, lo revelaré y observaré las imágenes. (137)
12.07.1942 […] Es lo único que tiene importancia en estos tiempos, Dios: salvar un fragmento de ti en nosotros. Tal vez así podamos hacer algo por resucitarte en los corazones desolados de la gente. […] El jazmín de detrás de la casa está completamente devastado por la lluvia y las tormentas de los últimos días. Sus flores blancas flotan dispersas sobre los fangosos y negros charcos del techo del garaje. Pero en algún sitio dentro de mí el jazmín sigue creciendo tranquilamente, tan desbordante y tierno como siempre había crecido. Y reparte sus buenos olores por tu hogar, Señor, que es mi interior. (143)
20.07.1942 […] Me siento como el recipiente de un pedazo de vida valiosa sobre la que tengo toda la responsabilidad. Me siento responsable por ese gran y hermosos sentimiento vital que hay en mí, que tengo que mantener intacto a través de estos tiempos hacia una época mejor. Es lo único que importa. Soy constantemente consciente de ello. Hay momentos en los que pienso en resignarme o rendirme, pero siempre aparece de nuevo ese sentimiento de responsabilidad por mantener viva la vida que hay en mí. (151)
Hay en mí un enorme silencio que crece constantemente. Y alrededor de ese silencio se arrastran muchas palabras que provocan cansancio, porque no se puede expresar nada con ellas. Habría que renunciar cada vez más a las palabras que no dicen nada para encontrar las pocas que uno necesita. Y durante el silencio hay que desarrollar una nueva forma de expresión. (157)
[…] es bueno y bonito vivir en tu mundo, a pesar de todo lo que el ser humano se hace el uno al otro.
El corazón pensante del barracón. (164)
[…] Cuántas veces iré por esas calles en mis pensamientos, no importa en qué lugar del mundo me encuentre, caminaré sobre las mesetas que hay en mí, donde transcurre mi verdadera vida. […] me gustaría poder juntar las manos y decir: soy tan feliz, y estoy tan agradecida, y la vida me parece bonita y llena de sentido. Sí, bonita y llena de sentido mientras estoy aquí, al pie de la cama de mi amigo muerto, muerto demasiado joven, y a pesar de que pueda ser deportada en cualquier momento. Dios mío, te estoy agradecida por todo.Seguiré viviendo con aquello que sobrevive eternamente en los muertos, y aquello de los vivos que esté muerto, lo haré resurgir nuevamente, hasta que no haya nada más que vida, una sola y gran vida, Señor. (168)
17.09.1942
[…] Hay en mí una felicidad perfecta y total, Dios mío. Lo mejor es expresarlo con sus palabras: descansar dentro de sí. Y así es, seguramente, como mejor se expresa mi estado de ánimo: descanso dentro de mí. Y ese ser yo misma, lo más profundo y rico en mí, mi descanso, lo llamo “Dios”. […] Mi vida es en realidad un “escucharme a mí misma” continuo, un escuchar a los demás y a Dios. Y cuando digo que “me escucho” es en realidad Dios quien “escucha en mí”. Lo más esencial y lo más profundo de mí, escuchando lo más esencial y lo más profundo en el otro. De Dios a Dios. (p. 169)
28.09.1942
[…] Cuando, tras un proceso largo y dificultoso, que prosigue día tras día, se penetra en las fuentes originales de uno mismo, que me gustaría llamar ahora sencillamente Dios, y cuando uno se ocupa de que el camino hacia Dios se mantenga libre y sin obstáculos –y eso ocurre “trabajando consigo mismo”- entonces se renueva siempre la fuente y no hay que temer que se malgasten las fuerzas. (184)
29.09.1942
[…] Nuestra única obligación moral consiste en desbrozar en nosotros grandes claros de paz y ampliarlos poco a poco, hasta que esa paz irradie hacia los demás” (185)
3.10.1942 ¡Es la completa aniquilación! permite que la soportemos con dignidad. […] …. y pensaba: “permíteme ser el corazón pensante de este barracón. Quiero serlo de nuevo. Me gustaría ser el corazón pensante de un campo de trabajo entero. (193)
13.10.1942. Una quisiera ser un bálsamo derramado sobre tantas heridas. (200)
(y así acaba el texto)
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Además del Diario la editorial Anthropos publicó las cartas, en El corazón pensante de los barracones: cartas (Anthropos, 2005). Etty Hillesum. Escritos esenciales (Sal Terrae, 2011) recoge una selección del diario y de las cartas. Para acercarse a esta gran mujer, recomendamos el bello y sentido capítulo que le dedica Tzvetan Todorov, «Etty Hillesum. El amor al mundo», en su obra Insumisos (Galaxia Gutenberg, 2016. pgs. 33-54).