Hace décadas que aprendí a volverme a las cosas, y desde entonces lo he estado practicando con toda la intensidad que he sabido. Pero lo que he planteado en los últimos apartados, de alguna manera, es un paso más en mi concepción de lo que es el camino espiritual, no solo para mí si no para los miembros de las sociedades de conocimiento y para las sociedades en tránsito. Lo que creo que es novedad es que he comprendido que estos tipos de sociedades tienen las cosas más claras, nítidas y sencillas de lo que había imaginado
Las nuevas sociedades que, o no pueden creer o tienen dificultades para mantener las creencias, bastará que adopten una actitud parecida a la de los artistas. Los artistas no necesitan hacer divina a la belleza, ni enviarla a los cielos, se vuelven solo, con todo el corazón y la mente, a las cosas, para poder captar su belleza multiforme e inacabable para sentirse conmovidos y necesitados de decir el milagro, la maravilla y el misterio que vieron en las humildes cosas de nuestro mundo, modelado por nuestra necesidad en cada tipo de cultura. Y lo que con sus creaciones son capaces de decir vale para todas las culturas y para todos los pueblos y toda la historia humana, si los humanos tienen la sensibilidad suficientemente educada.
Veo que lo que hace la belleza también lo puede hacer la espiritualidad. ¿Por qué no se ha hecho hasta ahora? Porque lo que comprendían y sentían tenía que pasar por la creencia que imponía el Proyecto Axiológico Colectivo (a partir de ahora PAC) de la época preindustrial, que como se sabe, se tenía que interpretar con epistemología mítica. Las sociedades agrario-autoritarias, que son las que nos ha dejado el mayor poso a los que tenemos enfrentarnos a los grandes cambios, tenían necesidad de lanzar a los cielos la experiencia de la Dimensión Absoluta (a partir de ahora DA), y tenían que dejar a la tierra como profana y criatura del supremo señor. Hacían esta maniobra axiológica porque eran sociedades piramidales, jerárquicas y su PAC imponía esta interpretación.
Cuando han colapsado o están en seria crisis las sociedades agrario-jerárquicas, no hemos librado de la imposición de su PAC en la interpretación de la DA y del camino a ella. Con eso nos hemos librado de la sumisión en el camino, nos hemos liberado de las creencias y de la imposición intocable de una forma de interpretar la DA. Todavía no tenemos un PAC adecuado para las sociedades en tránsito, ni para las de conocimiento, pero ya estamos libres de todas las imposiciones de las interpretaciones del pasado de la DA.
Nuestra situación es esta: estamos libres, respecto la experiencia de la DA en el mundo que nos rodea, que es modelación nuestra, podemos comprender lo que escucharon y sintieron nuestros antepasados que les decían las cosas, pero libres del sometimiento a sus PACs La experiencia de la DA quiere decir entrar en la no dualidad; ahí ya no hay experiencia posible. Con eso hemos adquirido un tesoro inmenso de lo que toda la humanidad fue capaz de escuchar, sentir y llegar a expresar (como un artista hace). Sabemos, además, en gran parte gracias a la Epistemologia Axiológica (a partir de ahora EA) que las sociedades en tránsito y las sociedades de conocimiento no podrán tener una figura de la DA que salga de la entraña misma de nuestra forma de vivir como colectivos. No tenemos esa posibilidad, y no es una desgracia, sino que es una gran suerte.
Lo que se afirma en mis últimos apartados es que las nuevas sociedades no podrán tener una figura de la DA que surja de la entraña de su forma de vivir, porque su forma de sobrevivir, es abstracta, y no puede generar figuras como en el pasado. No les queda otra solución a nuestros contemporáneos que hacer lo que el arte lleva haciendo durante milenios: volverse a las cosas y que estas hablen por ellas mismas, diciendo no solo su belleza sino su gran misterio, su dimensión absoluta y, diciendo su estar ahí porque sí, su milagro, el misterio de los mundos inmensos, nos hablan, a la vez, de nuestro abismo, nuestro propio misterio que es el de ellas.
Mi propuesta es que nos volvamos directamente a las cosas, individual y colectivamente, sin más, directamente, y que escuchemos lo que claman. Su hablar nos incitarán como a los artistas, a indagarlas más y mejor, y a expresar lo que vivimos, nos empujaran a la creación, como los artistas. El camino espiritual es gemelo del camino a la belleza, porque en realidad son lo mismo.
Nuestra tarea sería llevar lo más lejos posible nuestra propia indagación y decir lo que vemos y sentimos a nuestros contemporáneos, proclamando que no hay nada más que hacer, que interesarse con toda el alma, ver, sentir y amar. Tendremos que advertir, una y otra vez a nuestros contemporáneos que, sin el cultivo de la sensibilidad, la sencillez de ese camino, no se puede realizar.
Solo las cosas, la inmensidad de los mundos y nuestra sensibilidad y mente en punta. Ese sería el camino espiritual para las sociedades de conocimiento y para las que están en tránsitos duros y rápidos.