Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos.
Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana.
Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
El sol brilla por sí mismo y manifiesta la nube que lo oculta
Shankarâchârya (maestro vedantino. India, s. VIII-IX)
Como las flores de una guirnalda sostenidas todas sobre un mismo hilo, los cuerpos, del primero al último, se sostienen todos continuamente en Mí. Del mismo modo que al hilo no le afecta el orden de las flores, Yo, uno y omnipresente, no soy afectado por el orden de los cuerpos.
Cuando las flores son destruidas, el hilo no es destruido; cuando los cuerpos son destruidos, Yo, eterno, no soy destruido.
A pesar de que sea un solo rayo de sol el que llega hasta la cama, parecen ser muchos cuando la luz atraviesa los agujeros del trenzado de cuerdas; del mismo modo, siendo omnipresente, parezco múltiple en la variedad de campos de conocimiento. Y así como el propio rayo no es afectado por las formas de los agujeros de la cuerda, así Yo, omnipresente, no soy afectado por las características de los campos de conocimiento.
Suprimiendo los agujeros formados por las cuerdas de la cama, no se suprime el rayo de sol; igualmente Yo, omnipresente, no soy destruido cuando los campos de conocimiento son destruidos.
Yo no soy el cuerpo, ya que es perceptible; Yo no soy los sentidos, ya que están formados por los elementos; Yo no soy el soplo vital, ya que es múltiple; Yo no soy la mente, ya que es cambiante.
No soy el conjunto formado por el cuerpo, los sentidos y lo demás, ya que ese conjunto es perecedero como una copa o cualquier otro objeto.
Todo este mundo no soy Yo, ya que es un objeto del pensamiento, y Yo no soy tampoco el yo que pasa por los distintos estados como el sueño profundo, ya que Yo subsisto perpetuamente como testigo del yo.
Aunque hay un único sol, hay muchos reflejados en los múltiples estanques; del mismo modo el Ser, aunque uno, parece múltiple en los distintos objetos de conocimiento.
El sol luce por su propia luz y alumbra al sol sumergido, al agua y a la ola; del mismo modo, el Ser que se halla en el corazón, luce por su propia luz e ilumina el ser individual, el pensamiento, el actuar y las otras características de la buddhi.
El sol brilla por sí mismo y manifiesta la nube que lo oculta; del mismo modo, el Ser brilla por sí mismo y manifiesta el velo de la ignorancia que lo oculta.
Es mostrando todo aquello que aparece gracias a la claridad (como la nube), como el sol se manifiesta; de la misma manera, es haciendo aparecer en su luz la naturaleza de los otros mundos, como el Ser (que se halla en el corazón) se manifiesta.
El sol que todo lo ilumina no es estropeado por nada de todo aquello que recibe su luz. Al igual, el Ser, manifiesto en todo, no es estropeado por nada de lo manifestado.
Una condición exterior hace aparecer la bola de cristal como si fuera roja y al cielo como si fuera azul; del mismo modo, este mundo aparece en la no-dualidad como si fuera él mismo la verdad.
Es por una ilusión por lo que el color rojo aparece en la bola de cristal; por una ilusión el azul aparece en el cielo; del mismo modo, es por una ilusión el que este mundo aparezca en Mí, que soy uno y sin segundo.
(El texto proviene de: Hymnes et chants vedantiques. Paris : Allard; éds. Orientales, 1977. p.54-55.)