Marià Corbí “Un anciano explicó que Yajnadatta creía que había perdido la cabeza y se puso a buscarla, pero una vez detuvo la mente que buscaba, encontró que todo estaba bien”... LAS ENSEÑANZAS ZEN DEL MAESTRO LIN-CHI (China, s.IX), es uno de los textos que se están trabajando este curso en CETR. He aquí una pequeña selección de la obra y un comentario de Marià Corbí sobre la propuesta del maestro Lin-Chi. La edición castellana utilizada en el seminario está a cargo de B. Watson (Los Libros de la Liebre de Marzo).
ENSEÑANZAS DE BODHIDHARMA (1)
VER LA NO MENTE….
Tratar de encontrar un buda o la iluminación es como tratar de coger el aire. El aire tiene nombre pero no forma que pueda cogerse y ponerse en el suelo, y ciertamente no se puede aprehender.
Mientras busques en otra parte, nunca podrás ver que tu propia mente es el buda. Todo lo que tienes que hacer es ver tu propia naturaleza. Vida y muerte son importantes, no las sufras en vano.
Tu propia naturaleza es el buda. Y el buda es la persona que es libre: libre de planes, libre de preocupaciones. Si no ves tu propia naturaleza y no haces más que dar vueltas todo el día buscando en otra parte, entonces nunca encontrarás un buda. La verdad es que no hay nada que encontrar.
Nuestra naturaleza mortal es nuestra naturaleza búdica. No hay buda más allá de esta naturaleza. El buda es nuestra propia naturaleza. No hay buda separado de esta naturaleza, y no hay naturaleza separada del buda.
Un buda es una persona despreocupada. No va por ahí persiguiendo fama y fortuna.
La capacidad de la mente es ilimitada y sus manifestaciones son inagotables. Ver formas con los ojos, oír sonidos con los oídos, oler olores con la nariz, probar gustos con la lengua, todos los movimientos o estados son siempre tu mente. En cada momento, allí donde no llega el lenguaje, ésa es tu mente.
“Buda” es una palabra sánscrita para lo que llamas “despierto”, milagrosamente despierto. Responder, percibir, arquear las cejas, parpadear, mover las manos y los pies, todo ello es tu naturaleza milagrosamente despierta. Y esta naturaleza es la mente. Y la mente es el buda. Y el buda es el Camino. Y el camino es zen. Pero la palabra “zen” es un rompecabezas tanto para los necios como para los sabios. Ver tu naturaleza es zen. A menos que veas tu naturaleza original, no es zen.
El verdadero Camino es sublime. No puede expresarse mediante el lenguaje. Alguien que ve su propia naturaleza encuentra el Camino. El Camino no tiene forma ni sonido. Es sutil y difícil de percibir. Es como cuando se bebe agua: sabes lo fría o caliente que está pero no puedes explicárselo a los demás.
El Camino se pierde al aferrarse equivocadamente a las apariencias de las cosas. La erudición es inútil y enturbia la conciencia. Las doctrinas sólo sirven para señalar la mente. Una vez se ha visto la mente, ¿para qué las doctrinas?
No hay ventaja alguna en el autoengaño. Una vez que los mortales ven su propia naturaleza, cesan todos los apegos. La conciencia deja de esconderse. Pero sólo puedes encontrarla ahora. Sólo ahora. Si realmente quieres encontrar el Camino, no te aferres a nada.
Una vez que dejas de aferrarte y dejas que las cosas sean, serás libre, incluso del nacimiento y la muerte. Lo transformarás todo, y estarás en paz, estés donde estés. La esencia del Camino es el desapego. Y el objetivo de los que practican es liberarse de las apariencias. Se dice en los sutras: “el desapego es iluminación porque niega las apariencias”. La budeidad significa conciencia.
Saber que la mente es vacío es ver al buda. Ver la no mente es ver al buda. Renunciar a uno mismo sin pesar es la caridad más grande.
La mente y el mundo son opuestos, y la visión aparece donde se encuentran. La verdadera visión es cuando tanto el mundo como la mente son transparentes. Y esta comprensión es verdadera comprensión. Ver nada es percibir el Camino y comprender nada es conocer el Dharma, porque ver no es ver ni no ver y porque comprender no es comprender ni no comprender. Ver sin ver es verdadera visión. Comprender sin comprender es verdadera comprensión.
La verdadera visión no es sólo ver viendo, también es ver sin ver. Y la verdadera comprensión no es sólo comprender comprendiendo, también es comprender no comprendiendo. Si lo comprendes todo entonces es que no comprendes. Sólo cuando comprendes nada es verdadera comprensión. Comprender es ni comprender ni no comprender.
Cuando comprendes la realidad depende de ti. Cuando no comprendes eres tú quien depende de la realidad. Cuando la realidad depende de ti, lo que no es real se convierte en real. Cuando eres tú quien depende de la realidad, lo que es real se convierte en falso. Cuando dependes de la realidad todo es falso. Cuando la realidad depende de ti, todo es verdad.
Cuando la mente aparece, desaparece la realidad. Cuando la mente desaparece, aparece la realidad. Quien sepa que nada depende de nada habrá encontrado el Camino. Y quien sepa que la mente depende de nada siempre está en el lugar de la iluminación.
(1) Bodhidharma, monje budista, se habría trasladado de India a China alrededor del año 520 d.C. La tradición le considera el introductor del Zen en China. Con él se fue produciendo la fusión entre el dhyana (meditación) búdico y el taoismo chino, surgiendo así lo que se ha llamado el “aroma del Zen”, la posibilidad de alcanzar la iluminación en la más estricta vida cotidiana. La selección que ofrecemos proviene de: Bodhidharma. Enseñanzas Zen. Kairós, 2008.