Etty Hillesum Aceptación puede sonar a pasividad, puede confundirse con la aprobación indiferente, con la resignación. El testimonio de Etty Hillesum, escribiendo desde los campos de concentración, es un ejemplo esclarecedor del sentido de una aceptación plena que es implicación y acción, pero desde la comprensión, desde una acogida radical de la realidad, se muestre como se muestre.
Es por el habla que tenemos acceso a la dimensión absoluta
Texto construido a partir de «Proyectos colectivos para sociedades dinámicas. Principios de epistemología axiológica» Ed. Herder de M.Corbí.
Es una constatación de la epistemología axiológica. Pero definamos primero epistemología axiológica y dimensión absoluta.
Epistemología axiológica es la disciplina que estudia cómo se generan, qué papel juegan, dónde se fundamentan, cómo se transmiten, cómo se transforman los fenómenos axiológicos humanos, es decir aquello que consideramos valioso a nivel individual y colectivo.
Dimensión absoluta de la realidad, absoluta en sentido etimológico ‘ab-soluta’ como ‘suelto de’. Surge como fruto del habla. El acto concreto del habla que es la lengua, posibilita trasladar el significado de las realidades a un soporte acústico. La lengua permite traspasar el significado de la cosa a la palabra, lo que significa trasladar la estimulación de la cosa para los individuos, a un soporte acústico, el significante.
Con este procedimiento se desplaza el significado de las cosas y personas a las palabras, convirtiendo a las palabras en las portadoras de significado. Al desplazar el significado de las cosas a las palabras aparece una distancia entre el significado de cosas y personas que viene en las palabras y las realidades mismas. Esta separación permite comprender y sentir de manera inmediata, sea clara u oscuramente, que las realidades no se identifican con lo que ellas significan para nosotros sino que su realidad es autónoma de lo que la cultura, vehiculada por el lenguaje y condicionada por la necesidad, les otorga. Las realidades no son relativas a nuestras necesidades. Son independientes de todo significado que podamos darles.
Así pues mediante este mecanismo del habla, los humanos adquirimos la capacidad de tener un doble acceso respecto a cosas y personas: uno relativo construido a partir de la lengua y condicionado por la necesidad de sobrevivencia, que en terminología de la EA es llamado dimensión relativa de la realidad (DR); y otro acceso a la realidad ya no en función de nuestra necesidad, sino que es una captación de la realidad no relativa a nosotros. Una dimensión que la EA denomina dimensión absoluta de la realidad (DA). Entendiendo “ab-soluta” en su sentido etimológico ‘suelta de’ todo lo que podamos conceptualizar. El acceso a esta dimensión es lo que se ha llamado espiritualidad en el pasado.
Así a través de la mediatización del lenguaje se genera una percepción clara de que una cosa es el significado-palabra con la que se designa cada realidad y otra muy distinta es la realidad misma, quedando patente la diferencia entre significado y realidad, así como también la arbitrariedad de las palabras.
Desde ahí se puede afirmar que el habla genera en los humanos una experiencia absoluta de la realidad -en el sentido de no relativa a la necesidad-, rompiendo con ello el enclaustramiento binario sujeto-objeto, en el que se encuentra encerrado el resto de especies animales. Se rompe el enclaustramiento interpretativo binario de la realidad para los humanos, la interpretación de considerarse un sujeto frente a objetos porque el habla nos permite tener abiertas a la transformación tanto la interpretación del sujeto como la del objeto. Sabemos que lo que tomamos como sujetos como objetos no son más que la interpretación que hacemos de ellos a través del habla.
Hablemos un poco más sobre dimensión relativa (DR) y dimensión absoluta (DA).
Somos animales necesitados, que como los otros animales resolvemos las necesidades en el medio no en nosotros mismos, es por ello que irremediablemente nos interpretamos como separados del medio como lugar en donde vamos a resolver nuestras necesidades. El acceso relativo a nuestra necesidad conduce a considerarnos un sujeto necesitado en relación con un objeto, sujeto-objeto (S-O).
La experiencia de la realidad no relativa a nuestra necesidad es absoluta porque al no estar en dependencia de las necesidades, consecuentemente deja de tener la estructura de un objeto frente a un sujeto. Cuando el sujeto se desplaza a la dimensión absoluta, a la dimensión gratuita de la realidad, la DA, ello implica que se ha liberado por unos instantes o de manera continuada, de esa estructura de deseos, el yo. Y marginando el yo, la comprensión de la realidad deja de ser la de un sujeto frente a un objeto.
Dicho de otra manera, si las cosas, los objetos, los sujetos son modelaciones lingüísticas de un sujeto según su estructura de necesidades adecuadas a una forma de sobrevivir, cuando el paquete de necesidades deja de operar porque uno está en el ámbito de lo gratuito, además de desaparecer el sujeto también desaparece el objeto. Cuando la realidad deja de ser algo acotable, objetivable, algo que pueda señalarse como objeto, tampoco el conocedor se mantiene como una forma acotada, como sujeto. Donde no hay relación sujeto-objeto, S-O, lo que aparece es esa otra dimensión desligada, la dimensión absoluta (DA). Lo que se da es un conocimiento sin un sujeto conocedor y sin objeto conocido, se va a tratar pues de un conocimiento sin individuaciones, es decir sin dualidad.
He aquí que ya lo tenemos, ya hemos podido explicar la espiritualidad sin necesidad de la noción de ‘espíritu’. Los humanos, porque somos animales constituidos como tales por el habla, tenemos dos dimensiones en nuestro acceso a lo real: la dimensión no relativa a nuestras necesidades o dimensión absoluta y la dimensión relativa a nuestras necesidades de vivientes. Esta posibilidad de nuestra captación es posible como fruto de la lengua.
Podríamos decir que la vida probó en los humanos un gran invento: dejarnos insuficientemente programados genéticamente y a la vez dotarnos de la competencia lingüística (la posibilidad del habla) para que nos acabáramos de programar y ser viables. Ese rasgo característico humano nos proporciona flexibilidad frente al medio dándonos una gran ventaja competitiva en relación con los restantes animales. Eso nos permite adaptarnos con fluidez a cambios en las formas de vivir: nos basta con cambiar de cultura, mientras que los otros animales necesitan miles de años para adaptarse a cambios en el medio. Somos flexibles porque las palabras, los conceptos, las definiciones no enclaustran la realidad de lo que son las cosas, así que podemos cambiar de interpretación cuando convenga. Eso es lo que posibilita la investigación en ciencia, la creatividad artística y espiritual. Como efecto secundario resulta que este mecanismo de programación a través del habla nos proporciona el doble acceso a la realidad: el relativo a nosotros y el gratuito. Es un invento biológico no religioso.
El fundamento nuclear de la epistemología axiológica (EA), no como un animal constituido viable por el habla, y desde ahí quiere comprender todos los fenómenos axiológicos. Los humanos somos animales sin nada añadido pero con la peculiaridad que somos capaces de vivir fenómenos axiológicos como el arte, la religión, la espiritualidad, la filosofía que el resto de animales no viven. La epistemología axiológica (EA) busca abordar y explicar estos fenómenos desde la condición humana de ser un animal constituido por el habla, sin recurrir a ningún tipo de supuestos sean filosóficos, religiosos, ideológicos, etc. La pretensión de esta disciplina es llegar a estudiar estos fenómenos como fruto del habla mismo.
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Fotografia amb càmera tèrmica
https://www.infokrause.cl/es/news/las-imagenes-termicas-muestran-la-actividad-nocturna-entre-los-animales-del-zoologico-de-londres/