John Berger ¿Se puede escribir todavía algo sobre él? Pienso en todas las palabras que ya se han escrito, incluidas las mías, y la res- puesta es “no”. Si miro sus cuadros, la respuesta vuelve a ser “no”, aunque por una razón diferente: sus cuadros invitan al silencio. Casi iba a decir que ruegan silencio, y eso habría sido falso, pues ni una sola de sus imágenes, ni siquiera la del anciano con la cabeza entre las manos en el umbral de la eternidad, muestra el menor patetismo. Siempre detestó inspirar compasión y hacer chantaje. Solo cuando veo sus dibujos me parece que merece la pena añadir algunas palabras. Tal vez porque sus dibujos tienen algo de escritura, y a menudo dibujaba en las cartas. El proyecto ideal habría sido dibujar el proceso que llevaba a sus dibujos, tomar prestada su mano de dibujante. Sin embargo, lo intentaré con palabras.
La contemplación viva -Claudio Rodríguez-
Estos ojos seguros,
Ojos nunca traidores,
Esta mirada provechosa que hace
Pura la vida, aquí en febrero
Con misteriosa cercanía. Pasa
Esta mujer, y se me encara, y yo tengo el secreto,
No el placer, de su vida,
A través de la más
Arriesgada y entera
Aventura: la contemplación viva.
Y veo su mirada
Que transfigura; y no sé, no sabe ella,
Y la ignorancia es nuestro apetito.
Bien veo que es morena,
Baja, floja de carnes,
Pero ahora no da tiempo
A fijar el color, la dimensión,
Ni siguiera la edad de la mirada,
Más sí la intensidad de este momento.
Y la fertilidad de lo que huye
Y lo que me destruye:
Este pasar, este mirar
En esta calle de Ávila con luz de mediodía
Entre gris y cobriza,
Hace crecer mi libertad, mi rebeldía,
Mi gratitud.
Claudio Rodríguez, Don de ebriedad y otros poemas. Marenostrum, 2005
Selección Pepa Torras Virgili