Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos.
Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana.
Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
Las sociedades de conocimiento: una oferta-imposición de felicidad
Vivimos en un periodo de transición que empuja, inevitablemente, a toda la humanidad hacia modelos culturales basados en el conocimiento y crecimiento exponencial de ciencias y tecnologías, con nuevos productos y servicios. Esto es un hecho incuestionable, solo hace falta mirar a nuestro alrededor para constatar que, cada vez más, la ciencia y la tecnología está irrumpiendo en todos los ámbitos de nuestra cotidianidad.
El problema que se presenta, es que este cambio cultural, se vive más como una imposición que no como una oferta-imposición, y aún menos, como una oferta-imposición de bienestar, calidad de vida y felicidad. Y ¿a qué se debe esto? Seguramente al no poder entender que las sociedades de conocimiento no son una creación del actual sistema, sino una nueva forma cultural derivada directamente de las formas de sobrevivencia.
Lo que si podemos asegurar, para bien o para mal, es la capacidad del sistema neoliberal para adaptarse sin problemas a este nuevo paradigma, y así lo muestra el modelo de industria 4.0, donde la información y la investigación están al servicio de la explotación y el beneficio económico en el corto y medio plazo; o incluso el modelo de sociedad 5.0, que, aun focalizándose en el bienestar y calidad de vida, sigue estructurado desde principios individualistas e intenta extraer un rendimiento económico de la felicidad.
Esto presenta dos dificultades o preguntas: (1) ¿qué entendemos cómo oferta-imposición? Y (2) ¿qué entendemos por felicidad?
La oferta-imposición es asimilar que sobrevivimos gracias al conocimiento, la ciencia y la tecnología y no el proyecto axiológico colectivo que se construya. El PAC, como la idea de industria 4.0 o sociedad 5.0, está condicionado a la manera de sobrevivir, por lo tanto, cada colectivo, equipo o cultura, tendrá que aceptar esta imposición de las formas de sobrevivencia, tomarlas como una oferta de vida y construir su propio proyecto axiológico colectivo. Como esta toma de conciencia es la primera vez que debe hacerse de forma totalmente consciente, resulta dificil diferenciar la nueva condición de sobrevivir del PAC.
La ligazón e impregnación de las experiencias y percepciones, es decir, valores e intereses que el sistema neoliberal ha dado a las ciencias y las tecnologías, hace que, en la mente de muchas personas, el modelo de investigación, información y explotación o de industria 4.0, se vea como esa oferta-imposición y como del único modelo posible dentro del nuevo paradigma cultural de las sociedades de conocimiento.
Esto muestra, por un lado, que es complicado desligar el capitalismo de la tecnociencia, de esta forma, se presenta al capitalismo de conocimiento como el único proyecto axiológico colectivo viable y por otro, genera, en el sentir de los colectivos, que se está imponiendo un modelo homogéneo. Lo que se extrae de esta cuestión, es la generación de un sentimiento esquizofrénico donde, la aceptación pasiva de este capitalismo de conocimiento convive con un rechazo del mismo, constituyendo, de esta forma, una infelicidad generalizada. A demás, pensar que este modelo es insuperable, cierra las puertas a imaginar una heterogeneidad de PACs derivados de la nueva forma de sobrevivencia. Esto es lo que se está conociendo actualmente como sociedades postideológicas o de cierre ideológico.
Entonces, cuando hablamos de la oferta-imposición, hablamos de la oferta-imposición de las formas de sobrevivencia. Aceptarlo implica asumir que, dadas estas condiciones culturales, todo colectivo, equipo o cultura, debe construirse su propio proyecto axiológico colectivo para no quedar sometido al modelo que se está implementando. Rechazar esta oferta-imposición significa quedar apartado del curso evolutivo humano, desear modelos pasados implica despreocuparse por el presente y futuro de la propia especie humana e incluso, dejar en manos del sistema capitalista, las herramientas cientificotécnicas que, antropológicamente son constitutivas del animal que somos.
Entonces ¿cómo podemos a ser felices en un capitalismo de conocimiento donde prima la información y la investigación para ponerla al servicio de la explotación? O ¿Cómo vamos a ser felices cuando en estos nuevos sistemas se mira a la felicidad individual con un prisma de rentabilidad económica?
La felicidad dentro de estos modelos es efímera, es una felicidad basada en el individuo-consumista; tener o poseer es sinónimo de felicidad, satisfacer los deseos y expectativas construidos por un ego-consumidor dentro de unos marcos interpretativos que lo obligan a ser así, es obtener la felicidad. Pero ¿no es esta idea de felicidad la que casa con la posibilidad de extraer de ella un rendimiento económico?
Si se construye la felicidad en base a lo que el sistema considera que te hace feliz, ¿no sería esto una felicidad sometida al capitalismo? Y en este sentido, ¿no sería esta la causa de pensar que la felicidad depende de uno mismo y no de la interdependencia con el resto de personas?
La felicidad, construida desde la interdependencia, muestra que la felicidad de uno está en relación directa con la felicidad del resto; pero no solo en relación a otros sujetos, sino también en interdependencia con todo el ecosistema. La felicidad construida en la explotación de recursos, medio y otras personas, es una felicidad egocentrada; es una felicidad que sirve a los intereses de las empresas ya que, a más beneficios económicos, mayor felicidad y estos beneficios dependerán, en última instancia, de la felicidad de sus empleados.
Pensar la felicidad, por ejemplo, como la presenta sociedad 5.0, sigue siendo una felicidad constituida desde el ego, pero un ego rebajado; quizás sea mejor definirla como una felicidad en colaboración que pertenecería a esta primera fase que va desde, los equipos colaborativos a los equipos en interdependencia.
Pero ¿puede existir una felicidad no egocentrada? Tanto el mindfulness como la autoayuda refuerzan el ego, venden la idea de que la felicidad depende de uno mismo. Pero ¿qué nos muestra el cultivo de la cualidad humana y la cualidad humana profunda? Que la felicidad no pasa por el refuerzo de nuestros deseos, temores, recuerdos y expectativas, sino por el silencio de esos patrones; el budismo lo tiene claro, aferrarse a los deseos es la causa de todo sufrimiento e identificarse con un ego ancla a este al dolor.
Está claro que este trabajo de silenciamiento o desegocentración, es un trabajo que debe hacer cada persona, pero no de forma individual, sino en indagación, comunicación constante y servicio mutuo. Esta sería una forma de presentar la felicidad en interdependencia y desegocentrada, así, el colectivo, el equipo y las culturas, son corresponsables de la felicidad de todos sus miembros y mostrarían que ésta depende, en último término, de la simbiosis y no del propio sujeto. Japón, en su modelo de sociedad 5.0, ya dice que se necesita una sociedad cultivada espiritualmente para garantizar que esta se ponga al servicio y calidad de vida, por lo tanto, puede intuirse que ve, en este cultivo, un camino hacia la felicidad.
Esto muestra la necesidad de cultivar, en cada PAC, la cualidad humana y la cualidad humana profunda. Sin este cultivo, la felicidad quedará egocentrada y bajo la propia responsabilidad; en cambio, una felicidad que se construya tematizando la CH y la CHP, pondrá la base en el interés por la felicidad de los demás, distanciándose del interés del propio ego y silenciando los patrones culturales que imponen una idea de felicidad-egocentrada y, si se hace en indagación, comunicación constante y servicio mutuo, la felicidad pasará de la autorresponsabilidad a la corresponsabilidad.
Por tanto, esta oferta-imposición de las sociedades de conocimiento, no pueden desligarse de un PAC que posibilite la felicidad y tematice el cultivo de la cualidad humana y cualidad humana profunda. El modelo de capitalismo de conocimiento o de industria 4.0, no tienen presente, ni esta idea de felicidad en corresponsabilidad, ni del cultivo de la CH y CHP haciendo que sus PACs sean una reforma del antiguo modelo industrial donde, tanto la felicidad como el cultivo de la CH y CHP, pertenecen en exclusiva al ámbito privado.