Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos. Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana. Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
DECLARACIÓN – Las sociedades de conocimiento y sus profundas consecuencias
Equipo de Investigación sobre Epistemologia Axiologica -CETR- La aparición y asentamiento de las sociedades de conocimiento supone grandes y graves transformaciones en todos los ámbitos de la cultura y de la vida de los pueblos que es preciso afrontar sin dilaciones. Vivimos ya en una sociedad que subsiste y prospera creando continuamente ciencias y tecnologías en mutua potenciación acelerada. De manera irreversible y fundamental la creación de conocimiento se ha convertido en el factor principal de supervivencia. Las ciencias y tecnologías crean nuevas formas de incidir en el medio, nuevas formas de trabajar, de organizarse y exigen nuevas formas de cohesionarse y de establecer finalidades. Estas nuevas tecnociencias generan continuamente nuevos productos y servicios, no es razonable pensar que frenarán su crecimiento.
El hecho fundamental que supone la sociedad de conocimiento
La aparición y asentamiento de las sociedades de conocimiento supone grandes y graves transformaciones en todos los ámbitos de la cultura y de la vida de los pueblos que es preciso afrontar sin dilaciones.
Vivimos ya en una sociedad que subsiste y prospera creando continuamente ciencias y tecnologías en mutua potenciación acelerada. De manera irreversible y fundamental la creación de conocimiento se ha convertido en el factor principal de supervivencia. Las ciencias y tecnologías crean nuevas formas de incidir en el medio, nuevas formas de trabajar, de organizarse y exigen nuevas formas de cohesionarse y de establecer finalidades. Estas nuevas tecnociencias generan continuamente nuevos productos y servicios, no es razonable pensar que frenarán su crecimiento.
El progreso imparable de las tecnociencias comporta, inevitablemente, una transformación constante de los modos de interpretar lo real y del uso de todo lo real, por consiguiente, acarrea una constante y acelerada modificación de las formas de vivir, afectando todos los ámbitos de la existencia humana. Esta nueva forma de vivir permite desarrollar nuevas posibilidades y capacidades de la creatividad colectiva.
Este crecimiento constante y acelerado de las tecnociencias crea unas condiciones globalizadas de vida con una incidencia en el medio cada vez más poderosa. La globalización, por tanto, es total porque abarca y afecta también al medio.
Este hecho, ya plenamente operativo y en proceso imparable, es un destino implacable que todos los pueblos tienen que asumir inevitablemente lo antes posible; ninguno puede quedar al margen. No hacerlo es automarginarse, convertirse en una rémora y un riesgo para la propia supervivencia y la de la especie.
Ya no es posible ni rechazar, ni ignorar que tenemos que vivir del movimiento y cambio constante. Nadie puede optar por desentenderse ni menospreciar este destino inexorable que exige que se asuma voluntariamente. No hay posibilidad de alternativa a la lógica del cambio continuo, porque supondría el retorno, en sus estructuras fundamentales, a sociedades estáticas, y ese retorno ni es posible ni sería beneficioso.
Estos modos de vida reclaman sistemas axiológicos colectivos, es decir, sistemas de valores colectivos adecuados al movimiento incesante, porque exigen nuevas interpretaciones, valoraciones y finalidades como factores imprescindibles para la indagación y creación permanente en todos los ámbitos. Consecuentemente, se requiere que vivamos desde proyectos axiológicos que prohíban la fijación y motiven la innovación y creación constante. Jamás la humanidad ha tenido sistemas axiológicos colectivos dinámicos, es la primera vez que ocurre en la historia.
Crear y modificar constantemente y aceleradamente nuestros proyectos axiológicos colectivos demanda ocuparse de la cualidad de individuos y grupos, que son los conductores y creadores de todo ese mundo en continua modificación. Por consiguiente, en la nueva sociedad de conocimiento la cualidad humana (CH) y la cualidad humana profunda (CHP) no son optativas, son condición sine qua non de supervivencia.
Entendemos por cualidad humana (CH) la capacidad de interesarse (I) por la realidad en su complejidad, a ser posible, sin condiciones; la capacidad de distanciarse (D) de los propios intereses, deseos y expectativas; la capacidad de silenciar (S) los propios criterios de interpretación, valoración y actuación. Cualidad humana es IDS.
En las nuevas condiciones de supervivencia colectiva, IDS no puede concebirse y vivirse en el seno de la sumisión y la repetición del pasado, sino en el seno de la indagación libre (I), tanto individual como colectiva, indagación realizada necesariamente en comunicación (C) con otros y en el seno del servicio (S) de unos a otros, ICS. En las nuevas sociedades IDS sólo puede llevarse a término en ICS. Esto, practicado con la máxima radicalidad, es la cualidad humana profunda (CHP).
Las nuevas condiciones de supervivencia exigen la simbiosis. Entendemos por simbiosis una relación entre personas y con el medio en la cual la supervivencia de uno depende estrictamente de la supervivencia del otro, y la supervivencia del grupo humano depende la supervivencia del medio y a la inversa.
Así por ejemplo, en un grupo de investigación interdisciplinar o en una empresa de innovación, el éxito de la investigación de cada uno de los especialistas depende del éxito de los restantes miembros del grupo. Se requiere del trabajo creativo de todos y cada uno de los especialistas, coordinados en una comunicación plena de sus exclusivos conocimientos, en la totalidad de su capacidad creativa, y en una comunicación y servicio mutuo confiado y sin reservas. Ningún especialista puede funcionar autárquicamente, ni nadie posee el saber de todos. Este modelo de simbiosis hay que extenderlo a todos los quehaceres.
Para que las sociedades de conocimiento e innovación continua sean posibles se requiere una epistemología no mítica. Entendemos por epistemología mítica la que apareció en tiempo de los proyectos axiológicos colectivos míticos que sostenía que lo que dicen las palabras y las narraciones míticas son una descripción de la realidad. Las ciencias durante largo tiempo también sostuvieron esa epistemología. Todas nuestras construcciones lingüísticas, sean míticas o científicas, son sólo modelaciones de la realidad.
Por la misma razón de movilidad permanente, tampoco es sostenible en las nuevas sociedades una antropología de cuerpo y espíritu, ni siquiera una antropología que diga que somos animales racionales. Debemos partir de una antropología que se base en el puro dato de que somos animales que hablan y que, por ello, tenemos un doble acceso a lo real, el relativo a nuestras necesidades y el no relativo a esas necesidades o gratuito. Este doble acceso a lo real es un dato, no una especulación, ni un supuesto o una creencia.
El hecho de la aparición y asentamiento de las sociedades de conocimiento es un destino inevitable y sin vuelta atrás que se impone y al que hay que dar respuesta adecuada, si es que se pretende sobrevivir.
¿Cuál es la alternativa a la sociedad de conocimiento planteada?
La alternativa a este hecho básico y real, porque ya está operando a gran escala, es continuar viviendo en unas sociedades que utilizan la investigación (I) y la información (I) para la explotación (E) de los recursos humanos y del medio, con tal eficiencia que ya resultan insostenibles. Son las sociedades IIE.
Es normal, y no debe extrañar, que aparezca más evidente la alternativa a nuestro planteamiento que el planteamiento mismo, porque la alternativa es una realidad presente, y lo que proponemos es todavía sólo una propuesta, muy parcialmente realizada.
Para comprender lo que está ocurriendo, hay que tomar conciencia de que en la dinámica de las nuevas sociedades industriales hay dos niveles, uno, el superficial, lleno de ambigüedades, disimulos, hipocresías, pero lleno también de buenas voluntades; y otro, el profundo, que es de depredación pura y dura, sin piedad ni consideración del daño que se está causando; y todo ello sin control ninguno, debido a que han quedado obsoletos los sistemas axiológicos heredados del pasado.
Nuestra pretensión es describir exclusivamente el nivel profundo porque es el que lo rige todo. A ese nivel profundo se constata un uso de la enorme capacidad de investigación científica y tecnológica y de las posibilidades de creación de nuevos servicios y nuevos productos para la explotación de la naturaleza, las personas, los pueblos y las naciones en el corto plazo.
Se utiliza la grandísima capacidad de información y de globalización adquirida para la especulación financiera, para la explotación de recursos humanos y no humanos, sin ninguna consideración, sacrificando al beneficio especulativo inmediato, los logros sociales conseguidos, las llamadas sociedades del bienestar.
Es manifiesto el desinterés por la cultura, la calidad y cualidad humana, la calidad de la vida, las tradiciones de sabiduría, las artes y las ciencias que no redunden en beneficio inmediato. Se da un menosprecio y ruptura, de hecho, de las tradiciones de cualidad humana y de sabiduría de la humanidad.
La búsqueda del beneficio a corto plazo a expensas de todo, crea una estrategia de manipulación informativa y control de los medios de comunicación, a todos los niveles, para el servicio de los intereses económicos del gran capital financiero.
Gracias a la gran capacidad instantánea de información, se dispone de una movilidad completa del capital y de los medios de producción para huir del control democrático de las naciones.
La marcha de la investigación de los centros científicos y de las universidades se controla a través de la financiación y se pone al servicio del interés económico, sin que prime la consideración por las gentes ni por el medio.
Las democracias, los parlamentos, las leyes, los salarios, las pensiones, y la vida de las personas y los pueblos, se controlan, habitualmente de manera poco transparente, por medio de la presión de lobbies, todo ello pensado exclusivamente a favor de los beneficios financieros a corto plazo.
Se desprecia la naturaleza, la salud de la vida del planeta, la de los pueblos y de sus tradiciones, si no redunda inmediatamente en beneficio económico.
Se impide la planificación política, económica y social a medio y largo plazo, que resulta imprescindible para la buena marcha de las sociedades que viven de la creación e innovación constante de ciencias y tecnologías, sacrificándolo todo al corto plazo.
Se controla y bloquea, si es necesario, la indagación e innovación axiológica, ambas también imprescindibles para el buen funcionamiento de las sociedades de conocimiento, para que no resulten peligrosas y puedan redundar siempre en beneficio económico.
No se tienen escrúpulos en la utilización de las tradiciones religiosas, espirituales y de moralidad, mediante un pacto entre el poder político y económico y las grandes instituciones religiosas para así tener un mejor control de los pueblos y de la moral, subordinándolo todo prioritariamente al beneficio.
Tampoco se tienen escrúpulos en fomentar la división política y el enfrentamiento entre estratos sociales, pueblos, naciones y culturas, todo ello al servicio de la explotación, aunque se genere y consolide una marginación estructural creciente.
Cuando se considera a las personas, los pueblos y la naturaleza como recursos a explotar, se les esclaviza de hecho.
En resumen, se subordina todo el poder y la capacidad de crecimiento acelerado de las ciencias, las técnicas, las grandes posibilidades de comunicación, información y globalización de los pueblos y de la vida, en beneficio de los grandes grupos financieros y manufactureros, sin otra consideración. Y todo ello a corto plazo y sin ningún control político internacional.
Si no escapamos de este uso de la capacidad de investigación, información y explotación de las tecnociencias, iremos, en un corto espacio de tiempo, y ya estamos yendo, a nuestra propia destrucción y a la destrucción de la vida y la habitabilidad del planeta.
El olvido de la necesidad de cualidad humana y de la necesidad de crear, para ello, proyectos axiológicos colectivos adecuados y, sobre todo, el olvido de la indagación y del cultivo de la cualidad humana profunda (CHP) a nivel colectivo, e incluso global, es el mayor riesgo que nos amenaza y que ya estamos padeciendo. Nos está conduciendo a la pérdida de la flexibilidad, propia de nuestra especie, a cegar los conductos que nos transmiten la sabiduría del pasado, a la posibilidad real de cometer errores irreversibles para la vida del planeta que pueden conducir incluso a su destrucción.
Es urgente tomar conciencia individual y colectivamente de esta situación, porque el tiempo es escaso para corregirla y para poder evitar los grandes riesgos que ya nos están amenazando.
Consecuencias de la sociedad del conocimiento y sus alternativas.
Hay que asumir inevitablemente el destino que nos impone la sociedad de conocimiento. Esta sociedad exige que se tome conciencia de su estructura dinámica que transforma continuamente todos los niveles de la vida humana para que se le pueda dar respuesta adecuada.
La respuesta a la nueva situación no viene de ninguna parte, no se recibe, no es heterónoma, se construye a cuenta propia.
Si no se construye la respuesta, entonces las soluciones serán impuestas por el poder que las presentará con apariencias de verdaderas, únicas y sin alternativas. Esto supone tomar conciencia explícita de que se han acabado las formas estables, legitimadas desde fuera, capaces de abarcar todos los ámbitos de la vida.
Si no dejamos de lado las estructuras de valoración y organización del pasado, entonces será imposible vivir de manera viable la sociedad del conocimiento.
Si no se da dirección al crecimiento acelerado de las ciencias y tecnologías, funcionarán en su dinámica como un aprendiz de brujo, generando riesgos incontrolables y poniéndose al servicio de unos pocos en perjuicio de la mayoría.
Por primera vez en la historia de nuestra especie el conocimiento es el factor central de supervivencia, que requiere que sea reconducido en beneficio de tota vida.
En la sociedad del conocimiento es necesario e imprescindible, también por primera vez, el cultivo generalizado, explícito y sistemático de la cualidad humana y de la cualidad humana profunda.
En las sociedades de conocimiento industriales de explotación, el cultivo de la cualidad humana y de la cualidad humana profunda ha quedado como una cuestión privada, ocasional y totalmente marginal.
En esas sociedades aquellos que cultivan la cualidad humana y la cualidad humana profunda lo hacen, mayoritariamente, dentro de un marco general jerárquico y de sumisión o bien desarticuladamente y por libre. En esas condiciones es casi imposible, para las sociedades de conocimiento y cambio, aprovechar la herencia sapiencial de los antepasados y termina por perderse ese patrimonio cultural, ético y espiritual indispensable e insubstituible de la humanidad.
Si no se es capaz de orientar adecuadamente la creatividad de las sociedades de conocimiento en favor de la vida en la tierra, entonces ni podrán desplegar toda su capacidad creativa, ni será posible sobrevivir a los desafíos que imponen las nuevas sociedades. Actualmente, la creatividad de las personas y de los colectivos se desaprovecha en favor del interés prioritariamente económico de una minoría, sólo se atiende a las necesidades de una parte de la población –que, aunque sea creciente, olvida grandes bolsas de excluidos- y, se pone en peligro la sostenibilidad del medio ambiente y, con ello, la sobrevivencia de la especie humana.
Qué exige la nueva situación cultural
La sociedad del conocimiento no puede continuar bajo el paradigma de las sociedades industriales que se basan en la investigación, la información y la explotación (IIE), porque en ese caso se producen graves problemas de alcance global, como la degradación del medio ambiente, la extinción de especies, el calentamiento del planeta, la exacerbación de los conflictos sociales y entre países, el crecimiento de la miseria extrema, el descontrol en la creación y uso de armas, la síntesis y tráfico de drogas, el crecimiento y la globalización de las organizaciones criminales.
Vivir de la creación e innovación continua hace inviable, sin sentido, inadecuado, peligroso y socialmente denunciable, obstinarse en mantener en las nuevas sociedades formas y estructuras estáticas y de sumisión que responden a anteriores paradigmas.
Es, pues, necesaria una reflexión seria, con voluntad práctica, para transformar la sociedad en la economía, la política, en las formas de organización social y de gobierno, en las instituciones educativas formales y no formales, en las organizaciones conviccionales, etc., y adecuarla a las condiciones propias del nuevo modo de sobrevivencia a través del conocimiento y la innovación.
En la política vigente, los gobiernos y, en definitiva, la democracia no son adecuados a las nuevas tecnologías comunicativas; se practica una política que no es participativa, está en manos de unos partidos ideologizados y jerárquicos, que intentan controlar los medios de comunicación para ponerlos a su servicio y que se preocupan únicamente del corto plazo.
Es imprescindible que la democracia se adecúe a la sociedad de conocimiento y a sus nuevos instrumentos comunicativos y de participación. La política adecuada a las sociedades de conocimiento debe ocuparse temáticamente del medio y largo plazo.
Estos cambios en la política se harán por y desde la cualidad humana y la cualidad humana profunda. Así se evitará lo más posible la explotación de seres humanos y del medio justificada por modelos sociales anteriores.
Los valores promovidos en épocas pasadas, al ser inmóviles e inmovilizadores, no cumplen la función orientadora de las dimensiones sensitivas y de estimulación en los individuos y grupos que viven de cambiar. Si alguien se empeña en mantenerlos o si no se hace nada para substituirlos, faltará la orientación adecuada a la innovación para mantener la vida en el planeta.
Así no se puede seguir. Un paradigma que sea adecuado a las sociedades de conocimiento debe configurar la actividad colectiva hacia la investigación y la indagación, en plena comunicación, y siempre al servicio de la supervivencia de las especies y del planeta.
La gestión de las sociedades de conocimiento y cambio continuo exige un saber capaz de crear proyectos colectivos con los cuales orientar todos los niveles de la vida; precisa con urgencia la creación de una epistemología axiológica; un saber sobre cómo construir los proyectos colectivos al ritmo del cambio de las formas de vida provocadas por la continua creación de conocimientos, tecnologías, productos y servicios. Ese saber no lo hemos podido heredar de nuestros mayores porque no les hacía falta y, de alguna manera, como creación autónoma, estaba prohibido, porque el proyecto axiológico colectivo ya venía dado por Dios (sociedades preindustriales) o por la naturaleza de las cosas (sociedades industriales).
Las sociedades del conocimiento reclaman una nueva antropología, no basada ni en creencias ni en presupuestos filosóficos sino basada exclusivamente en el dato de que somos unos vivientes que hablan.
Mantener interpretaciones del ser humano como un compuesto formado de espíritu y materia o como un compuesto de animal y capacidad de razonar, supone fijar la interpretación y la valoración y no permite la epistemología axiológica, sino que mantiene en la epistemología mítica que pretende que lo que dicen nuestras narraciones y teorías es como es la realidad.
La educación para la creatividad, para la simbiosis, para la continua indagación en ciencia y tecnología y para la creación de nuevos proyectos axiológicos es uno de los pilares de la sociedad del conocimiento.
Cuando la educación está en función sólo de convertir a los individuos en recursos y competidores, toda creatividad y eficiencia queda amputada en la sociedad.
El conocimiento científico-técnico crece y se va haciendo más y más complejo, de forma que ya ningún individuo o grupo puede dominar todo el saber, ni siquiera en una sola disciplina; para poder avanzar es preciso crear proyectos axiológicos colectivos que permitan la colaboración, la comunicación, la confianza mutua y completa entre individuos. Las sociedades de conocimiento funcionan mejor cuanto más completa es la simbiosis, la comunicación y la confianza entre individuos, grupos y el medio.
La sociedad de conocimiento en simbiosis completa no puede considerar como recursos ni las personas ni el medio porque, de hacerlo, malograría la comunicación y la simbiosis. Es éste un hecho central que no podrá desatenderse.
Una sociedad de conocimiento y simbiosis requiere solidaridad y equidad las cuales reclaman libertad personal, de grupos, y de opciones axiológicas, dentro de unos patrones comunes libremente aceptados.
Si en los equipos multidisciplinares, que son el motor de la creación e innovación, hay jerarquización o desconfianza y falta la comunicación plena, entonces el saber y los resultados de la investigación no podrán circular libremente y, con ello disminuirá, quedando muy mermada, la capacidad de creación e innovación.
En la sociedad actual, regida por el principio de explotación, la relación entre el ser humano y el medio no es simbiótica. Se considera al medio sólo como un recurso para sacar el mayor y más inmediato beneficio posible. Incluso cuando se piensa en la sostenibilidad del medio es, mayoritariamente, para continuar explotándolo.
La libertad personal, de grupos y de opciones axiológicas queda condicionada a mantenerse en los marcos que imponen los que ostentan el poder de las sociedades industriales. En ese contexto es importante que se acepten y se justifiquen como inevitables, en muchos casos, la falta de libertad, de equidad y solidaridad. Esta situación legitima que cada uno siga su propio interés.
Si se someten las sociedades de conocimiento a una organización jerárquica y la cohesión colectiva se consigue por sumisión, se impide con ello la flexibilidad necesaria para adaptarse a las condiciones continuamente cambiantes. La consecuencia de esa organización inadecuada es una desorganización real llena de ineficacia, pérdida de capacidad creativa, sufrimientos y conflictos.
Las sociedades jerarquizadas son homogéneas; las sociedades de innovación, creación y cambio continuo son sociedades globales en las que la creación genera diversidad, lo que significa que la globalización es inseparable de la diversificación.
En las sociedades industriales de explotación se proclama la pluralidad, pero de hecho se impone un modelo único occidental y liberal, exclusivo y excluyente, fundamentado en el individuo y el beneficio propio.
Los que se oponen a las sociedades de conocimiento y los que las favorecen
Todos los que pretenden volver al pasado son adversarios de las sociedades de conocimiento; también lo son los que fijan, o pretenden fijar, en un sistema de creencias religiosas o ideológicas; los que sostienen sistemas axiológicos, religiosos, morales, económicos, políticos, de principios inmutables e intentan imponerlos a todos pretendiendo tener ya la solución. También lo son los que defienden un uso de las tecnociencias para la explotación de las personas y el medio.
Se oponen a las sociedades de conocimiento todos los que justifican y sostienen superioridades e inferioridades en las razas, en las tradiciones culturales y espirituales, entre los sexos, el color de la piel, etc. Se oponen también los medios de comunicación adscritos a ideologías o al poder; la educación al servicio de sistemas ideológicos o de creencias; los que desatienden la cualidad humana; los que promueven la intolerancia, sea del tipo que sea.
Son aliados de la sociedad de conocimiento, todos los que son conscientes de la necesidad de grandes trasformaciones culturales, sociales, organizativas, y espirituales para poder evitar los graves riesgos a los que nos vemos enfrentados.
Ayudan a las sociedades de conocimiento quienes piden más democracia y transparencia, más solidaridad y simbiosis entre las personas y los países; quienes pelean por una economía sostenible; los que luchan por la justicia en el interior de los grupos, de los países y entre países; los que defienden y cuidan el medio.
Son también colaboradores los que protestan contra todo tipo de exclusiones: religiosas, morales, de orientación sexual, económicas, etc.; los que reclaman que todo ser humano tenga educación, comida, atención médica, una casa, un trabajo, una pensión de vejez; los que trabajan por una red internet segura, libre y para todo el mundo; los que luchan por unos medios de comunicación libres.
Son una ayuda imprescindible todos aquellos que intentan oponerse a las especulaciones de un capital financiero sin control.
Todos esos grupos son aliados en lo fundamental de sus reivindicaciones, no necesariamente en las concreciones de sus propuestas.
Merecen una mención especial también todos aquellos que saben que se tiene que crear las soluciones en grupo, entre todos, democráticamente, al servicio de todos.
Aliados muy valiosos son algunas minorías religiosas, espirituales y conviccionales; todos los que buscan la cualidad humana y la cualidad humana profunda. Lo son en su inquietud y en su búsqueda, no necesariamente en el modo y concreción de su búsqueda.
Hay muchos más adversarios y aliados que los que se pueden enumerar en una lista. En cada grupo, en cada proyecto axiológico adecuado a las nuevas sociedades, sea al nivel que sea, habrá que identificarlos en detalle, para contrarrestar a los que se oponen y contar con la ayuda de los que van, en algún sentido, en la misma dirección.
No se podrá llevar a término esta ingente tarea, que es cambiar radicalmente el estilo de vida de la humanidad entera y de cada persona y cada grupo, sin localizar y, a ser posible, persuadir o desactivar a quienes se opongan a esta transformación necesaria e imprescindible para nuestra supervivencia colectiva y para la supervivencia del medio.
Estrategias y tácticas para llevar adelante nuestro proyecto
Algunas estrategias centrales.
No es suficiente construir el proyecto axiológico colectivo que, aunque esté bien elaborado, necesitará que se creen procedimientos para lograr que llegue a las gentes y que voluntariamente lo adopten. Se necesitarán estrategias para acercar el proyecto a los miembros de la sociedad, para que éstos lo puedan asumir; y se necesitarán tácticas para que este intento pueda ser eficaz. Sólo podemos señalar algunas estrategias y tácticas centrales y generales para todas las sociedades de conocimiento y a modo de ejemplo.
Cada proyecto axiológico colectivo para los diversos niveles de las organizaciones de las sociedades de conocimiento deberá formular sus propias estrategias y sus propias tácticas, según su pretensión y su situación.
La estrategia central será educar a individuos y colectivos para la investigación e indagación constante, sea en el campo que sea. Enseñar a “aprender a aprender”, es decir, aprender a indagar e investigar en lo conceptual, lo axiológico y lo práctico; y ello como una tarea de toda la vida. Este es el punto nuclear.
Para conseguirlo, será necesario construir proyectos axiológicos colectivos que induzcan a que todos estén dispuestos a cambiar lo que sea conveniente, cuando sea conveniente, sin traumas personales ni de grupo.
Los proyectos axiológicos colectivos deberán motivar para la adquisición de la cualidad humana de individuos y grupos, y para que todos puedan acceder, en alguna medida, a la cualidad humana profunda.
Será imprescindible educar a individuos y colectivos para la simbiosis completa, entre individuos, entre grupos y con el medio. Los miembros de las sociedades de conocimiento deben comprender y vivir que en las nuevas circunstancias culturales son imposibles los individuos y los grupos autárquicos o menospreciadores del medio.
Habrá que educar a los individuos en la libertad para el servicio del colectivo; también para que los colectivos estén al servicio de los individuos y para que individuos y colectivos lo estén al servicio del medio. Es tan básico cuidar del medio como del colectivo humano mismo.
Es de gran importancia el fomento de las organizaciones cívicas en red desde la misma base de la sociedad, para el servicio comunitario en todos los campos, también y especialmente en lo referente a la cualidad humana profunda.
Es preciso ayudar y fomentar las organizaciones y acciones políticas adecuadas a las sociedades de conocimiento globalizadas, desde una profunda particularización. La globalización y la particularización son dos nociones correlatas, interdependientes y necesarias en las sociedades de conocimiento.
Requerirá especial atención la construcción de proyectos axiológicos adecuados para el tránsito pacífico de las formas de vida del pasado, propias de sociedades estáticas, a formas apropiadas a las sociedades de conocimiento y cambio continuo.
Algunas tácticas.
Es necesario hablar claro, pero sin enfrentamientos, porque enquistan y fortalecen la resistencia al cambio. Esto es válido en lo personal, en lo político, en lo referente a la cualidad humana y, especialmente, en lo referente a la cualidad humana profunda.
La política debe estar orientada a ir sustituyendo pacíficamente los proyectos axiológicos colectivos del pasado, por los adecuados a las sociedades de conocimiento, desde las bases, rehuyendo, lo más que se pueda, el enfrentamiento.
Resulta imprescindible absorber, a conciencia y completamente, la sabiduría de las instituciones socio-políticas, religiosas e ideológicas del pasado, para heredarlas. Esta actitud es fundamental para evitar todo tipo de conflicto y sumisión. Heredar todo el vino que mantuvo en vida a las copas, sin que quede ni una gota que no nos bebamos, guardando con veneración las copas en los estantes de la historia. Eso es lo racional, el menosprecio de esa herencia es pura necedad.
Es necesario articular procedimientos para ayudar a que determinados colectivos y grupos sociales puedan transitar a la sociedad del conocimiento y dejen de lado las formas autoritarias, impositivas, de sumisión e individualistas.
Es urgente intensificar el fomento de redes de grupos que cultiven la cualidad humana y la cualidad humana profunda, acordes con el nuevo espíritu propio de la sociedad de conocimiento.
Es imprescindible escribir, publicar, utilizar las redes sociales para difundir la nueva actitud. Aprovechar todas las ocasiones para hablar y difundir estas ideas por todos los medios al alcance, contando especialmente con las nuevas tecnologías.
Habrá que fomentar organizaciones que estimulen la simbiosis entre pueblos hasta alcanzar una simbiosis global.
A modo de conclusión
Se está frente a una alternativa inevitable.
O se asume libremente el destino legado por las generaciones que nos precedieron: las sociedades de conocimiento y cambio constante, con todas sus consecuencias en todos los niveles de nuestra vida colectiva e individual; o se continúa utilizando todo el poder, aceleradamente creciente, de las potentes ciencias y tecnologías, controladas por unos pocos, para la explotación de personas y medio, sin otra preocupación central que el mayor beneficio posible a corto plazo.
Si se opta por asumir consecuentemente las sociedades de conocimiento, seguramente se correrán graves riesgos, pero sólo así se tendrán serias posibilidades de supervivencia para los seres humanos, para la vida en la tierra, y para la habitabilidad del planeta.
Si optamos por continuar en las sociedades de investigación, información y explotación, (IIE) podemos estar ya seguros que tomamos un camino inviable a medio y largo plazo, para nuestra especie, para toda la vida del planeta y para su habitabilidad.
El destino está en nuestras manos, y por la gravedad de la encrucijada, es urgente tomar la decisión adecuada.