Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos.
Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana.
Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
LOS DESAFÍOS DE LA NUEVA SITUACIÓN CULTURAL GENERADA POR LA DINÁMICA DE INNOVACIÓN EN CIENCIA Y TECNOLOGÍA
Conferencia impartida por Marià Corbí en la Universidad Iberoamericana de Puebla 3.06.2020
La historia ha conducido a la especie humana a tener que enfrentarse a una situación inédita seria: el crecimiento continuamente acelerado de las ciencias y tecnologías en una interacción mutua, cada día que pasa, más profunda y rápida. Esta aceleración de los procesos tecnocientíficos tiene graves consecuencias para todos los niveles de la vida de los colectivos y de los individuos.
La llegada e implantación de las sociedades de innovación y cambio continuo, las llamadas sociedades de conocimiento, resulta ser un destino inevitable para todos los colectivos humanos y para todos los países. Es un paso de la humanidad sin posible marcha atrás.
¿Por qué llamamos a la SC “de destino inevitable” para toda la humanidad?
¿Por qué afirmamos que ese destino “no tiene marcha atrás?
Porque somos unos vivientes frágiles y necesitados; todo lo que nos aleja de la enfermedad y la muerte, todo lo que nos fortalece en nuestros modos de sobrevivencia, se asume inevitablemente. Nadie rechazará lo que mejora sus condiciones de vida, ningún pueblo rechazará lo que asegure y prolongue su supervivencia.
Además, los humanos somos seres curiosos y ambiciosos, no frenaremos nuestras ansias de conocimiento, que es de poder. Nadie, ni nada podrá frenar ni ralentizar el crecimiento continuado de las ciencias y las técnicas; ni nadie podrá impedir la interacción mutua de las ciencias y tecnologías, que es la principal causa de la aceleración exponencial de las tecnociencias.
También es una idea irreal creer que se podrá frenar o ralentizar la aparición continuada y acelerada de nuevos productos y servicios, posibilitados por las innovaciones científicas y tecnológicas.
Hay más factores que convierten a las SC en destino inevitable para todos los pueblos de la tierra, que sean capaces de optar por ellas:
Si un país o un colectivo opta decididamente por las SC, fuerza a todos sus vecinos a hacer la misma opción. Si no lo hacen quedarán sometidos al país que optó por la SC; esos pueblos que no han optado serán su mercado, sus clientes en el sentido de los pueblos sometidos a Roma. Vivirán a su servicio y según su voluntad.
Quienes no tengan ciencia y tecnología propia no podrán ser independientes. No hay independencia sin innovación y creación propia.
Las SC ya están actuando, para bien o para mal, en todos los países y en todos los rincones de la tierra. Aunque las SC estén casi ausentes en muchos colectivos o tengan una implantación muy limitada, sus influjos son lo suficientemente poderosos como para alterar sus formas tradicionales de vivir. Piénsese en la difusión de los celulares, en la influencia en todos los medios de comunicación, en la robotización de los procesos de fabricación, en la informatización de los sistemas bancarios, y de las administraciones públicas, etc.
Nadie puede escapar de estos influjos.
Y es un pensamiento ilusorio creer que decisiones políticas podrán ralentizar estos procesos. Las SC han llegado para quedarse y para llevar un ritmo de crecimiento acelerado que nadie podrá frenar. Solo catástrofes naturales o epidemias, como la del coronavirus, podrían frenarla o pararla.
Hay que optar cuanto antes por la SC. La SC es como un tren de alta velocidad que acelera su marcha constantemente. Quienes duden, titubeen en incorporarse a esa marcha, llegará un momento que, por más que quieran y por más esfuerzos que hagan, ya no será posible alcanzar al tren que va en cabeza. Si eso ocurre la dependencia y la subordinación será para siempre. ¡Triste destino!
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