CETR Después de quince ediciones de Encuentros Internacionales CETR damos por concluida esta etapa e iniciamos otra en la que el equipo de investigación de CETR presenta y discute entre sus miembros parte de cada una de las indagaciones que se hayan llevado a cabo en los últimos meses. En este libro presentamos parte del trabajo realizado en el último año. Aunque las temáticas parecen muy diversas tienen un eje común que es la preocupación por las consecuencias axiológicas y organizativas que supone la implementación de las sociedades de conocimiento.
Nada tiene existir propio

“No somos nadie venido a este mundo, somos ese mundo” –insiste a menudo Marià Corbí. Y la pequeña selección de textos que ofrecemos son una muestra de ello. Si no soy “alguien”, ¿qué soy? ¿Dónde queda la conciencia de individualidad? ¿Y la responsabilidad sobre la actuación? O, ¿qué propósito puede tener la vida? Preguntas como éstas han llevado a proponer un diálogo con Corbí, en dos sesiones (26.11.2025 y 3.12.2025) para poder ahondar en unas afirmaciones que impregnan el legado de sabiduría de tradiciones muy distintas.
Nada tiene existir propio
Todo está vacío de existencia propia. Nada tiene existencia autónoma. Mi cerebro, mis ojos, mi respiración, el ritmo de mi corazón y mis entrañas, ni se han construido a sí mismas ni son dueñas de sí mismas.
Toda esa maravilla ni viene de mí ni la domino. Viene de lejos y pasa.
La complejidad de mi ser es real, pero carece de existencia propia.
En mí no hay ninguna consistencia propia. Mi ser, como el de todos los seres de la tierra, está vacío de existencia propia. ¡Magníficos y vacíos!
Un esplendor inacabable e inabarcable pero vacío de entidad propia.
Porque están vacíos de existencia propia son transparentes ¿Qué transparentan?
Lo que está vacío de existencia propia, transparenta al Supremo Vacío, el Uno, lo radicalmente informulable e inasible. Aquí se unen dos grandes bloques de tradiciones religiosas: las teístas que afirman que todo es Él, y las no teístas que afirman que todo está Vacío…
(M. Corbí. Por los caminos del silencio, p. 183)
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Condición indispensable de la vida
Sentirse individuo es la condición indispensable de la vida. Todo viviente se ha de sentir un individuo, de una forma u otra.
Entre los humanos, sentirse individuo se concreta en el sentimiento de ser un yo. Sin el sentimiento del yo no podríamos tener un medio del que sobrevivir. El sentimiento de ser un yo viene determinado por el sentir de las necesidades, que son deseos y expectativas ligadas a los recuerdos de éxitos y fracasos en relación con la satisfacción de los deseos.
El yo como paquete de deseos, expectativas y recuerdos construye una acotación y valoración del medio a su medida.
El yo, el sentimiento de individualidad, es una estructura que viene construida por las necesidades básicas del animal que, como simbiótico, debe ser socializado en el proyecto axiológico colectivo por los familiares y el grupo al que pertenece.
El yo, la individualidad sentida, es una función fundamental humana; sin ella la vida del individuo en el medio no sería posible. Mientras el animal humano viva, el yo ha de ejercer su función.
Sentirse una individualidad necesitada en el medio es la condición fundamental de la vida. Pero es, a la vez, la causa de todos nuestros sufrimientos: los deseos y expectativas que no se cumplen. Todo deseo y expectativa es también un temor. El eje de nuestras vidas, como individuos, es el deseo/temor con los recuerdos de nuestros éxitos y fracasos.
El yo es el gestor de nuestras vidas y la causa de nuestros sufrimientos. Mientras los humanos se identifiquen con el yo, su destino es el sufrimiento. La personalidad es el conjunto de las peculiaridades de cada individuo creada por la estructura de sus deseos/temores, expectativas y recuerdos de su inserción en el núcleo familiar y en el grupo al que pertenece.
Mientras uno se identifique en su pensar, sentir y actuar con su yo, con su personalidad, con su individualidad, no podrá separarse del sufrimiento. El destino inevitable del individuo, del yo, de la personalidad es el sufrimiento. El sentir del yo es sufrimiento con algunas islas de felicidad que tienen que ver con las satisfacciones de las necesidades.
Quienes se dediquen a engrandecer su yo, a cultivar su personalidad, quienes se apoyen en el sentir del yo, y se pongan a su servicio, no podrán alejarse del sufrimiento, por el contrario, se hundirán más y más en él.
¿Cómo escapar a esta trampa mortal de nuestra condición de vivientes necesitados? ¿Hay escapatoria? Los grandes sabios y las tradiciones espirituales nos dan la solución ¿cuál es?
El distanciamiento del sentir la individualidad, distanciamiento del sentimiento del yo, el distanciamiento de la propia personalidad es la solución. Pero sentirse individuo, yo, persona no puede ser eliminado, porque todo eso es una función imprescindible para la vida, sin embargo, puede ser dejado al margen en el pensamiento, en el sentir y en la actuación. Dejar al margen esas funciones significa que no son el eje de nuestras vidas, que se les deja que cumplan su función sin que sean el fundamento de nuestro pensar, sentir y actuar.
Hemos dicho que el sentir es el núcleo de nuestro ser de vivientes, apartar ese sentir de nuestra condición de individuo, de nuestro yo, de nuestra personalidad es la gran tarea que proponen los sabios. Silenciar esas funciones quiere decir únicamente que tu pensar, sentir y actuar viven y obran como si la individualidad y todas sus consecuencias no estuvieran, como si hubieran muerto; significa que sus reclamos y temores no cuentan para pensar, sentir y actuar.
¿Cuáles son las consecuencias de que el sentir de la individualidad, el sentimiento del ego, la personalidad, deje de ser el centro y el eje de nuestro pensar, sentir y actuar?
Cuando el centrarse en el individuo, en el yo, se silencia como si se estuviera muerto, se calla la modelación y valoración de toda la realidad, se silencian el tiempo y el espacio que acompañan a la modelación, se calla la dualidad entre el yo y la modelación, entre individualidades, entre el yo y el medio, que es su modelación.
Cuando eso ocurre, no hay nadie frente a nada, pero continúa habiendo el pensar, el sentir y la acción, aunque sea de nadie sobre nada. El pensar, el sentir y la acción son universales porque no residen en un individuo. El pensar, el sentir y el actuar residen en misterio de los mundos; son, por ello, sin tiempo ni espacio.
Esas tres capacidades humanas, sin un mundo modelado y sin un modelador, se unifican: el sentir es luminoso, el pensar es vibrante y la acción es la lucidez y calor operando, desde nadie sobre nada, por tanto, sin límites ni fronteras, universal.
Se hace patente que la lucidez, la conmoción del sentir hondo, la acción, que es de nadie sobre nada, todo eso es del misterio de los mundos sobre el misterio indecible de los mundos.
Se silencia el conjunto de las acotaciones, de individuaciones, pero no el mundo de las cualidades diversas y universales. No hay nadie, ni nada en ninguna parte; todo es de una gran diversidad, siempre universal. Puesto que no hay nada ni nadie en ninguna parte, no hay ni tiempo ni espacio, ni causas y efectos.
Las construcciones de la vida cotidiana, el yo, continúa funcionado, pero no ya desde individualidades con sus cargas de deseos/temores, expectativas dados como reales, como real es su mundo correlato. Se trata del misterio de los mundos sobre el misterio de los mundos, es decir, se trata de la unidad, de la no dualidad; y la unidad es amor.
En la vida cotidiana se ve el misterio de los mundos, sin alteridad ninguna. El sentir hondo y el sentir sistema de señales, el pensar puro y universal y el pensar de lo cotidiano, la acción que es lucidez y vibración y la acción para sobrevivir, son lo mismo. La cotidianidad de nuestro ser de vivientes es la presencia y transparencia de la dimensión absoluta de lo real, del gran “porque sí”.
Lucidez vacía de objetivaciones, sentir como conmoción pura sin dualidades, acción sin actor ni nadie sobre quien se actúa son unidad sin ninguna separación, ninguna contraposición, ninguna dualidad, universalidad sin fronteras ni acotaciones.
Todas las individualidades se van para no volver, porque en realidad nunca fueron.
Todo esto no son descripciones metafísicas, sino datos y lógica que brotan de nuestra condición de animales con doble acceso a lo real y a nosotros mismos.
(M. Corbí. El sentir hondo de la vida. Epistemología axiológica, vol.7, p.132-133)
Todo es eso inmenso
Nadie vino a la tierra,
ni plantas, ni animales,
ni insectos, ni humanos,
todo es solo lo inmenso.
Todo son meros modos
de decirse los mundos,
nada es en sí mismo,
todo es eso inmenso
sin individualidades.
Millones de millones
de rostros y de luces
de lo absoluto.
¡Aparta ya tus tramas
que ocultan lo que es!
Tapas con dos monedas
la luz de los dos ojos,
no ves lo absoluto
de todo lo que existe.
¡Torpeza animal! (M. Corbí. Al anochecer, p.39)
Eso
Eso
aquí,
en mí,
en todo;
esperanza,
confianza,
certeza,
unidad;
vacío,
absoluto
no saber,
sabiendo;
sin nadie,
ni nada,
ni qué,
ni cómo. (M. Corbí. Al anochecer, p.71)
Todo lo que veo y siento
Todo lo que veo y siento
es mi propio ser;
y mi propio ser
es todo lo que veo y siento.
(M. Corbí. En el portal de lo oscuro, p.110)
