Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos. Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana. Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
Necesidad de un nuevo humanismo
Con crisis religiosa, no pasajera sino definitiva, con crisis igualmente definitiva de las ideologías, teniendo que crear, al paso acelerado de las Tecnociencias (TC), nuestros propios Proyectos Axiológicos Colectivos (PACs), sin ayuda exterior de ningún tipo, no nos queda otra solución que volvernos a las cosas, solo ellas pueden ayudarnos a saber cómo hemos de vivir.
¿Dicen algo las cosas?
Nadie nos dirá como organizar y vivir nuestra vida, solo el mundo de las cosas nos puede orientar nuestro vivir.
El inmenso mundo de los seres no es como una pared opaca y muda, el mundo de los seres es un concierto de cualidades que nos pueden hablar, sin palabras, de nuestro mundo cualitativo. El inmenso mundo de los seres expresa y canta en silencio una canción única.
El inmenso mundo de lo existente nos dice con claridad e insistencia que la totalidad de la realidad y cada uno de los seres se no presenta como Jano, con doble rostro. Un rostro orientado con eficiencia a nuestra sobrevivencia de animales, y el otro rostro nos habla del misterio indescifrable de la inmensidad de los mundos.
Ese doble rostro, en una unidad, es el gran mensaje que debe guiar todos los aspectos de nuestro vivir bifronte.
El mundo para nosotros tiene una doble dimensión y una única realidad: la dimensión absoluta de lo real, el misterio inmenso de los mundos.
Ese doble acceso, que nos constituye como humanos, exige un nuevo humanismo que se diferencie del humanismo renacentista y de humanismo generado por la ilustración.
Estas dos formas de humanismo responden a dos antropologías diferentes: la antropología que interpreta al humano como una composición de cuerpo y espíritu, y la antropología que interpreta al humano como un ser racional.
A estas dos antropologías corresponden dos interpretaciones del conocimiento: el conocimiento como captación de la esencia de la realidad, y el conocimiento como comprensión racional de esa misma realidad, especialmente a través de las ciencias.
El reconocimiento de nuestro doble acceso a la realidad, como constitutivo esencial de nuestra condición humana, exige que nos planteemos un nuevo humanismo.
Para poderlo hacer adecuadamente repasaremos los rasgos esenciales de los dos grandes humanismos que nos han precedido: el humanismo renacentista del siglo XIV y XV italiano, y el humanismo ilustrado del siglo XVIII y XIX francés, alemán e inglés. Estos dos humanismos tuvieron antecedentes y los dos se extendieron por toda Europa.
Humanismo renacentista
Se plantearon qué significa ser humano. Abandonaron la perspectiva teocéntrica para poderse centrar en el estudio de lo humano. No fue un planteo en contra de la religión, pero centrado en el humanismo. Interesó lo humano por encima de lo religioso. Fue una investigación racional, no religiosa.
Se centraron en el individuo autónomo, librepensador, un individuo cristiano, pero crítico. Crítico incluso con los escritos clásicos, que fueron la fuente de su pensamiento.
Fue una corriente alternativa al pensamiento de la iglesia medieval. Supuso un rechazo de la filosofía escolástica y de toda la cultura eclesiástica medieval.
Pusieron el énfasis en la individualidad autónoma, en su capacidad racional, en su “virtus” y responsabilidad cívica.
Frente al pesimismo religioso medieval del hombre como pecador, adoptaron una actitud confiada y optimista de fe en las posibilidades humanas.
La ciencia adquirió una gran importancia.
Se estudió con gran interés los escritores clásicos greco-romanos, su arte, su poesía. Esa fue su fuente de inspiración.
Se defendió la separación de la política y de la Iglesia.
Hubo un gran interés por la mitología griega y romana, pero no fue interés religioso, sino literario, artístico, humanista.
La educación fue un centro de interés. Se defendía una educación para todos, no solo para las elites.
Humanismo ilustrado
Al siglo XVII se le llamó la era de la razón, al siglo XVIII se le llamó el siglo de las luces, en el XIX se desarrollaron las grandes revoluciones (la norteamericana, la francesa y la revolución industrial inglesa).
Se defiende la soberanía de la razón y su importancia para salir de la ignorancia, la superstición y la tiranía. El instrumento principal es el método científico.
El ideal ilustrado es la expresión “sapere aude”. Atrévete saber. Que las personas tengan la voluntad y la libertad para pensar usando su propia razón.
La preocupación socio-política es central y abordada desde la razón. El individuo y la razón es el instrumento para plantearse la libertad, la igualdad, la fraternidad de todas las personas y una tolerancia completa.
El individuo y su capacidad racional es el centro de la cultura y el medio para plantearse las revoluciones políticas necesarias para que la sociedad se ponga al servicio de las personas y de las asociaciones libres.
Se margina y se critica a la religión como contraria al uso de la razón y como fundamento de la tiranía.
Se cultiva un antropocentrismo optimista, apoyado en la fuerza de la razón. La luz de la razón es la fuente del progreso y de la felicidad.
Como que el rasgo esencial humano es su capacidad racional, se profesa un universalismo sin fronteras.
La esencia de los seres humanos es su capacidad racional, y la cultura es el desarrollo de la racionalidad, ayudada por el desarrollo de las ciencias.
El humanismo de la experiencia explícita de la doble dimensión de la realidad.
La nueva situación de las Sociedades del Conocimiento (SC) comporta la posibilidad de la experiencia de la doble dimensión (2D) de la realidad.
En la experiencia de la 2D se vive diferenciada la dimensión relativa a nuestras necesidades de vivientes y la dimensión absoluta (DA) que es la dimensión de lo real no relativa a nada.
Se vive también la experiencia de que la dimensión relativa de lo real (DR) no es real, porque es solo una modelación de los vivientes de esta inmensidad a la medida de su necesidad.
Es también un dato de experiencia, que la DA es lo único real y que es la fuente de todo. La DA no es creadora, porque no hay dualidad.
Nuestra humanidad no es el fruto de una composición de cuerpo y espíritu, en la que lo definitivo es el espíritu; ni es tampoco una composición de animal y racionalidad en la que lo definitivo es la racionalidad.
Somos solo un animal entre animales, pero con una diferencia específica, que es nuestra competencia lingüística. Somos animales y nada más que animales, pero constituidos en nuestra naturaleza animal por nuestra condición de hablantes.
Gracias a esa nuestra condición de hablantes tenemos un 2D a lo real en el que lo definitivo es el reconocimiento de la DA y el reconocimiento y experiencia de que nosotros somos Eso.
Lo que nos caracteriza y lo definitivo, para nuestra vida individual y colectiva y para toda nuestra cultura, no es nuestra naturaleza de espíritu, ni nuestra condición racional, sino nuestra condición de animales que reconocen la DA de todo lo real y que reconocen que nosotros mismos somos Eso.
Eso es lo que debe definir y caracterizar nuestra humanidad. Ese es el fundamento de nuestra humanidad.
Somos formas de lo absoluto, sin nada añadido. Y nuestra condición animal es Eso y solo Eso.
Nuestras relaciones intersubjetivas son relaciones de interdependencia de lo que, en realidad, son puras formas del absoluto. Como seres vivientes somos interdependientes entre compañeros de equipo, entre equipos y equipos de equipos, somos interdependientes con el medio y con el cosmos entero, pero como formas del absoluto somos unidad.
Todas nuestras organizaciones, instituciones y estructuras culturales deben fundamentarse en esa interdependencia y en esa conciencia de unidad. Estas son las dos dimensiones de nuestro acceso a la realidad en las SC. Dos dimensiones que son una única realidad, la DA, el misterio único de los mundos, el que es, lo que es.
El fundamento de nuestra humanidad y de toda nuestra cultura es la experiencia de la 2D y el reconocimiento de que esas dos dimensiones son una única realidad, la DA.
Si se ignora el dato de esas 2D y se pretende seguir con la idea de que los humanos somos racionalidad conducida por las ciencias y técnicas, el egoísmo de nuestra supuesta individualidad, nos conducirá a una catástrofe provocada por el crecimiento exponencialmente acelerado de las TC y sus consecuencias en nuevos productos y nuevos servicios. No tenemos alternativa.