Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos. Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana. Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
¿Una axiología Urbana? Comunicado para el Encuentro Can Bordoi-2012
Este texto parte de la investigación que actualmente realizo para mi doctorado en Antropología Social y Cultural y que gira entorno a la relación que se da entre los fenómenos sociales de la ciudad y el urbanismo entendido como su entorno diseñado y construido. Como mi trabajo está en proceso y mis hipótesis todavía se están gestando elijo el formato de comunicado como el más idóneo para exponer mi investigación.
La ciencia urbanística fue inaugurada como disciplina por primera vez en los escritos de Ildefons Cerdà a mitad del siglo XIX y su protagonismo ha ido en progresivo aumento en el desarrollo de la metrópoli moderna. Después de considerar su historia de un siglo y medio se podría afirmar que no queda más opción que planteárnosla como una ciencia que ha fracasado en cuanto a sus objetivos de mejora social que eran a priori su razón de ser.
El fracaso al que me refiero es el que todos podemos contemplar, tanto en nuestra vida cotidiana como por los medios de comunicación y que se extiende desde el inicio de la industrialización, en las ciudades (casi todas) gestionadas a través de los conceptos modernos de ordenamiento, planificación, proyecto y diseño. La evidencia del fracaso es la desigualdad, la injusticia y la ausencia de una existencia digna y provista de derechos que conforman la vida urbanita contemporánea, más todavía en la fase actual de un tardocapitalismo desbocado que ha conllevado la enésima crisis económica de las potencias occidentales. Creo que no hay que dar demasiadas pruebas de algo con lo que vivimos cotidianamente y que ahora (o quizá nunca como ahora) se presenta como un pico negativo de la gráfica; aunque la anomia, la soledad y el desgaste emocional, por no hablar de las violencias, las injusticias e incluso las revueltas de que todos tenemos noticia son ejemplos más que suficientes de que la vida urbana es muy problemática.
La sucesión de ideas, corrientes, teorías y escuelas del urbanismo como saber práctico durante todo este periodo, que coincide con lo que en historia se llama Edad Contemporánea, no ha conseguido en líneas generales ninguno de los objetivos utópicos que planteaban: la mejora de las condiciones de vida de los habitantes de la ciudad y por extensión de la sociedad en general. Desde las reformas de ciudades como la de París por el barón Haussmann o la de Barcelona por Cerdà, pasando por las teorías de la ciudad lineal de Arturo Soria, la ciudad-jardín de Howard, las propuestas del Movimiento Moderno en la Carta de Atenas (Benevolo, 2007) hasta llegar, por ejemplo, al actualmente autoproclamado “Modelo Barcelona” (Capel, 2005), la razón de ser del urbanismo ha sido el diseño de la ciudad higiénica, humanamente justa y pacífica. Otra cosa es lo que realmente ocurre: aumento de la segregación, de la marginalidad y de la pobreza, deshumanización, especulación, polución,…
Partiendo de esa ausencia de resultados de que se ha cargado la ciencia urbanística respecto de las utopías sociales que propugnaba, quizá podamos vislumbrar que este instrumento tal y como se presenta no puede ser la clave de la solución a las problemáticas que los urbanistas habían planteado. En los términos en que en este encuentro se habla, se podría afirmar que se pretendió axiologizar a la sociedad que habitaba las ciudades a través y principalmente de la “forma urbana”, de su arquitectura, de su morfología,… o dicho de otro modo: transformando el espacio.