Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos. Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana. Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
Indagaciones sobre religión en Corbí y Gauchet: fundamentaciones para una espiritualidad de «la salida de la religión»
Presento aquí las consecuencias de «la salida de la religión» (1) sobre la espiritualidad que se derivan del estudio comparativo de dos estudios: el de Gauchet, filósofo e historiador francés (2) y la de Corbí, epistemólogo catalán (3). El objetivo del trabajo ha sido rastrear en sus planteamientos la posibilidad de una espiritualidad de la «salida de la religión» y las características que asumiría (4).
Me centraré en los rasgos de la espiritualidad de la nueva situación que resultan coincidentes en ambas perspectivas.
Listados son estos:
¬ el punto de partida es la constatación de que nos encontramos en la etapa de la retirada de la religión,
¬ la experiencia religiosa está intrínsecamente ligada a la naturaleza humana, es un elemento antropológico,
¬ hay que aclarar la distancia entre religión y espiritualidad,
¬ la espiritualidad continuará después de «la salida de la religión», porque forma parte de la estructura humana,
¬ la nuestra es una época que arrincona la heteronomia en favor de la plena autonomía. De aquí hay que deducir que la espiritualidad de «la salida de la religión» deberá fundamentarse en la autonomía, así es que tendrá que ser concebida y vivida de forma que no comporte ni suponga dependencia de una entidad exterior en ninguna actividad humana ni en la comprensión del mundo,
¬ por lo tanto la espiritualidad dejará de ser concebida como un ir hacia fuera del ámbito terrestre, para pasar a ser interpretada como un ir a la misma realidad mundana,
¬ la espiritualidad no podrá tener forma religiosa puesto que la religión ha dejado de configurar la interpretación y valoración colectiva de la realidad,
¬ la espiritualidad de «la salida de la religión» extraerá las formas del arte, de la filosofía y también de las mismas tradiciones religiosas si se saben leer desde la epistemología no mítica,
¬ el ámbito axiológico en los hombres de las sociedades de innovación, con la retirada de la religión, ha quedado desestructurado, y habrá que advertir que el olvido del cultivo de la dimensión espiritual tiene consecuencias distorsionadoras en el desarrollo humano tanto a nivel individual como social.
Paso a desarrollar estos rasgos:
1. Por vías diferentes los dos filósofos concluyen en sus estudios que la religión ha dejado de cumplir una función configuradora de la vida colectiva, aunque la causa de esta situación es vista de manera diferente por cada uno de los autores. El planteamiento de Corbí sitúa la religión en relación intrínseca con las formas de sobrevivència preindustriales, hasta tal punto que según sean estas así serán la mitología y los rituales. Y por lo tanto las modificaciones en las formas de sobrevivència se traducen en cambios en la religión. La religiosidad, pues, se encuentra íntimamente ligada a unas formas preindustrials de sobrevivència y a su cultura que se caracteriza con unos rasgos muy específicos. Corbí define estas sociedades gestadoras de la religión como jerárquicas, autoritarias, patriarcales, que precisan de fijación, creencias y sumisión para configurar una interpretación y valoración estática del mundo adecuada a sus formas de vida. Si por las razones que sean desaparece una forma de sobrevivència preindustrial, consecuentemente deja de estar operativa la interpretación de la realidad que impone y la forma religiosa que haya generado. Hoy para las sociedades que abandonando las antiguas formas preindustrials de sobrevivència viven de la innovación y el cambio continu, la religión configurada según sus viejos patrones, ha quedado obsoleta.
Desde el enfoque de Gauchet actualmente el ámbito del sagrado con formas religiosas ha desaparecido de la estructuración de la vida colectiva como fruto del total distanciamiento de la esfera terrestre tanto de Dios y como de lo sagrado. Un alejamiento que empezó con la aparición del Estado y que se ha ido agrandando a lo largo de la historia hasta el punto en que ha dejado de tener ninguna incidencia, cómo es el caso de las sociedades europeas actuales.
Una primera aportación de estos autores a la reflexión sobre la posibilidad de laicización de la espiritualidad es la constatación razonada de que nos encontramos en la etapa de la retirada de la religión.
2. También en los dos filósofos aparece la idea que hay un elemento antropológico constitutivo relacionado con el ámbito religioso, que para Gauchet está íntimamente ligado con la experiencia de la esfera de lo invisible, y para Corbí con un acceso a la dimensión absoluta de la realidad originado a partir del habla. Un elemento antropológico que para ambos estudiosos es independiente de las formas religiosas aunque, exceptuando la época actual, en toda la historia humana se ha mostrado siempre condicionado por ellas.
Hace falta mencionar una diferencia en sus planteamientos en este punto que los distancia de raíz, y es que Gauchet concibe la experiencia religiosa como aquella que hace referencia a un ámbito sagrado separado del profano con capacidad de revelarse y que siempre tendrá que concretarse en creencias, mientras que Corbí considera la experiencia religiosa como la de la dimensión absoluta, intrínseca a la natura humana y a toda realidad, y que su expresión e interpretación siempre depende de las construcciones culturales. Una experiencia siempre independiente de sacralidades y de creencias, las cuales son únicamente una cuestión relativa y propia del sistema de programación de sociedades preindustrials que se han sobreimpuesto a la experiencia de la dimensión absoluta.
Una segunda aportación de los dos autores estudiados es que ligan la experiencia religiosa en la misma naturaleza humana, como un elemento antropológico. Esta visión situaría esta experiencia como parte fundamental de la estructura humana alejándose de interpretarla situada en un ámbito externo al mundo de los humanos.
3. El estudio de Gauchet se realiza desde la epistemología que Corbí denomina «mítica», es decir, aquella que mantiene que los mitos y los símbolos son descriptivos y que da fundamento a mantener que Dios es una individualidad, una alteridad trascendente. Contrariamente Corbí intenta mantenerse a distancia de esta epistemología teniendo, de manera sostenida, presente en su estudio del hecho religioso que este siempre se ha presentado hasta ahora bajo esta modalidad epistemológica debido a las exigencias del programa cultural preindustrial que lo impuso a la religión. Esta constatación hará que Corbí tome mitos, símbolos y rituales como construcciones humanas que no pretenden ser descripciones de la realidad sino sólo modelaciones.
Nos parece que la epistemología no mítica, -aquella que considera que todos los niveles de nuestra vida son construcción, tanto los conceptuales, los axiológicos como los organizativos- se encuentra incardinada en la cultura de las sociedades de innovación, y que encarada a la epistemología mítica configuradora de las religiones propia de las culturas de sociedades preindustrials, resulta ser una herramienta muy útil y apropiada para acercarse al conocimiento de la dimensión absoluta, aquella que no tiene forma porque está más allá del conceptos. Si desde la epistemología no mítica nos hacemos conscientes de que todo es construcción, ello nos debe permitir comprender y tener acceso a la profundidad de la que hablan las tradiciones religiosas que nos llega bajo una configuración epistemológica mítica.
Esta noción corbiana, ausente en Gauchet, consideramos que se convierte en una herramienta útil hoy para poder distinguir entre el aspecto programador de los relatos religiosos que demanda una epistemología mítica, del aspecto que es sólo expresión e incitador del acceso a la dimensión absoluta. Y una vez hecha el discernimiento entre las dos vertientes de los mitos y rituales se estaría en disposición de extraer de ellos orientaciones para la espiritualidad de «la salida de la religión».
De lo que acabamos de exponer podemos extraer que la epistemología no mítica que opera en la cultura de las sociedades actuales que viven de innovar es adecuada para acercarse al ámbito de la dimensión absoluta y por lo tanto no un requisito imprescindible tener que adoptar la epistemología mítica para abordarlo. Quedamos liberados de tener que operar con una herramienta ausente en la cultura actual.
4. Hemos encontrado un gran acuerdo entre los dos filósofos al afirmar que la nuestra es una época que arrincona la heteronomia en favor de la plena autonomía. Según Gauchet el cristianismo se encuentra detrás de la generación de la democracia al convertirse en causa del logro de la autonomía. El cristianismo empuja hacia la «reapropiació» del potencial de la individualidad, y con ella aparece la llena subjetivación de los individuos y de Dios. Llegados a este punto se hace posible la salida de la religión como desposesión, y consecuentemente también la salida del mismo cristianismo, es por eso que se puede afirmar que el cristianismo es la causa de la salida del cristianismo. Para Corbí detrás de la democracia y la autonomía se encontraría la peculiaridad de la organización de la sociedad griega cuajada en la polis.
Pero si bien cada uno de los autores singulariza una vía diferente de gestación de la democracia, ambos constatan su pleno logro hoy, es decir, coinciden en interpretar la situación actual como el momento en el que se produce de manera extensiva el abandono completo del heteronomia en favor de la autonomía. De aquí hay que deducir que la espiritualidad de «la salida de la religión» deberá fundamentarse en la autonomía, así es que el acceso a la dimensión absoluta tendrá que ser concebida y vivida de forma que no comporte ni suponga dependencia de una entidad exterior en ninguna actividad humana ni en la comprensión del mundo. Esta nos parece una aportación importante de cara a dilucidar la espiritualidad de «la salida de la religión».
5. El establecimiento de la plena autonomía, consecuentemente, también conduce a dejar de esperar que las decisiones sobre la vida, los proyectos individuales y colectivos, el sentido de ser-en-el-mundo, la orientación de la actuación vengan dictadas desde fuera, desde una alteridad, tornándose evidente que las deberá tomar cada individuo y cada grupo, asumiendo los riesgos como ejercicio de su propia autonomía.
Podemos dar un paso más en cuanto al efecto sobre el cultivo de la espiritualidad que supone el abandono del heteronomia que vive nuestra época. La espiritualidad dejará de ser concebida como un ir hacia fuera del ámbito terrestre, para pasar a ser interpretada como un ir a la misma realidad mundana. Ello nos parece una inversión radical de la propuesta religiosa nunca vivida anteriormente en la historia de la cultura (5). La nueva espiritualidad tendrá que configurarse asumiendo la plena autonomía de los individuos y colectivos en todos los ámbitos de la vida.
6. Reflexionar sobre la diferenciación entre espiritualidad y religión resulta importante para poder previsualitzar cómo será una espiritualidad en sociedades no religiosas. Sobre este punto Corbí hace un esfuerzo por discriminar fundamentadamente entre espiritualidad y religión partiendo de la diferencia entre fe y creencia. Para él la fe desnudada de creencia no es noticia conceptual ni tampoco simbólica de la dimensión absoluta, sino aquello qué los grandes autores espirituales de las tradiciones religiosas denominan «conocimiento silencioso» o «conocimiento no-conocimiento», es decir, es la noticia desde el si de la no-dualidad entre sujetos y objetos. Esta noticia se diferencia claramente de la creencia, que es un elemento y una formulación que proviene del programa colectivo – por lo tanto son culturales- de una sociedad preindustrial. Y la religión surgiría de la unión inseparable de fe y creencia.
Gauchet a pesar de formular la posibilidad de una espiritualidad no religiosa no especifica una distinción clara entre los dos términos. Para él espiritualidad vendría a designar un cuestionamiento que se presenta en el hombre de todo tiempo y cultura sobre ser-en-el-mundo, una búsqueda que en el pasado se apoyó en la religión y que ahora tendrá que ser planteada fuera de ella. Bajo el término fe él ve la dinámica que conduce a buscar una confirmación interior, fruto de encontrar Dios en lo que podríamos denominar una revelación interior que comporta libertad respecto a la tradición recibida y la simple observancia. Por lo tanto, para Gauchet, a pesar de que no lo formule porque se niega explícitamente, espiritualidad es más que un mero cuestionamiento filosófico. En este planteamiento aún la falta de concisión y la presencia de la epistemología mítica con la que opera habría similitud con la definición de fe de Corbí.
La aclaración de la diferencia y distancia entre fe y religión que aportan ambos autores permite pensar en la posibilidad hoy de una espiritualidad sin forma religiosa puesto que la religión ha dejado de tener el papel configurador de la interpretación y valoración colectiva de la realidad. La espiritualidad pos-religiosa no tendrá, evidentemente, elementos religiosos ni tampoco los heredados de los cristianismo.
7. Gauchet sitúa la experiencia espiritual en correspondencia con «un núcleo antropológico irreducible» en el ser humano, y Corbí en el habla, elemento de la estructura antropológica que despliega un doble acceso a la realidad: aquel relativo a nosotros y aquel que ya no lo es, el absoluto. La relación que establece Corbí entre el habla y la experiencia de la dimensión no relativa nos parece una de las aportaciones más importantes al concretarla en una función propia de la naturaleza humana. La aportación de esta reflexión es que la espiritualidad continuará después de «la salida de la religión», porque forma parte de la estructura humana. Los estudios de los dos autores los conducen a afirmar que la espiritualidad de «la salida de la religión» es tan posible como lo ha sido en el pasado por el hecho que se arraiga en la misma naturaleza humana, razón por la cual la retirada de Dios o de las creencias no lo afectarían en absoluto. Y como elemento antropológico que es su arrinconamiento comporta consecuencias para la estabilidad psicológica de los individuos y colectivos.
8. Gauchet ve que la espiritualidad tiene la posibilidad intrínseca de presentarse desligada de configuraciones religiosas así es que las formas que tome en «la salida de la religión» tendrán que venir necesariamente otros ámbitos como por ejemplo el arte o la filosofía. Diferente es la postura de Corbí que considera que el cultivo del acceso a la dimensión absoluta de la realidad donde mejor se explicita es en las tradiciones religiosas y que, por lo tanto, sería un error y un riesgo dejar a la población desmantelada del cultivo de este elemento antropológico mientras reinventamos el acceso a esa dimensión. Habrá que recurrir a las tradiciones para obtener caminos de cultivo de la espiritualidad que se han ido forjando durante milenios, y que han sido largamente verificados evitando así posibles errores en la elaboración de nuevas propuestas.
Desde los dos planteamientos se afirma que la espiritualidad de «la salida de la religión» podrá tomar formas no religiosas que extraerá del arte, de la filosofía y también de las mismas tradiciones religiosas si se saben leer desde la epistemología no mítica.
9. Un elemento importante para la reflexión que nos proponemos es el vínculo entre calidad humana y cultivo de la espiritualidad que desarrolla el trabajo de Corbí. Muestra que el cultivo de la dimensión absoluta pasa por hacer salir a los individuos del egocentració propia de toda especie animal, promoviendo el desarrollo de la libertad, el desapego, el interés y el amor. Estas cualidades que no pueden aparecer mientras la necesidad y el deseo dominen la mente y el sentir, ni tampoco mientras la depredación en provecho propio o del propio grupo sea el objetivo de las acciones y de los proyectos, implican un refinamiento en la percepción, valoración de la realidad y también en la relación con ella. Así es que el cultivo de la espiritualidad desde esta perspectiva supone una mayor calidad humana. En un escenario dominado por el egocentració, la cohesión social será débil porque fácilmente se entrará en un conflicto de intereses, así es que hará falta el cultivo explícito de la dimensión absoluta para que se desencadene interés gratuito por la realidad.
A partir de la clarificación del vínculo entre experiencia religiosa y calidad humana se evidencian los beneficios del cultivo de la dimensión absoluta de la realidad como fuente de estabilidad profunda para individuos y colectivos. Hará falta que las nuevas sociedades tengan presente las cualidades que se derivan del cultivo del acceso a la dimensión absoluta para que fomenten esta dimensión humana.
10. En ambos autores, como ya hemos apuntado, encontramos una certeza inamovible de que se ha llegado al final de la etapa en la que la religión organizaba la visión de la realidad, imponía unos valores sagrados, establecía cómo tenía que ser la estructura familiar y social, la moralidad, la manera correcta y buena de vivir. Los dos advierten que ello tiene repercusiones en el ámbito axiológico de los hombres de las sociedades de innovación: con la retirada de la religión ha quedado desestructurado, tanto a nivel colectivo como individual, lo cual revierte en problemas cualitativos.
Ambos autores ven el peligro que este vacío axiológico tiene sobre el actuar y la toma de decisiones de los humanos: sin la calidad que proporciona la espiritualidad, los individuos de las nuevas sociedades industriales vivirían a nivel de puros depredadores (Corbí) y los conduciría a identificarse simplemente con un rol social sin más dimensiones y con un cierto desequilibrio por el hecho de obviar las preguntas de fondo sobre el ser humano (Gauchet). Así es que ambos estarían sosteniendo que, en la situación de «la salida de la religión», no tener en cuenta este elemento constitutivo de la naturaleza humana supondría un grave perjuicio para los individuos, la especie y el planeta. La experiencia de la dimensión absoluta en palabras de Corbí, o de niveles invisibles y absolutos en las de Gauchet, cumple funciones fundamentales para el buen funcionamiento individual y colectivo, que la perspectiva corbiana concreta como aportadora de la flexibilidad necesaria para responder a los cambios en el medio y, en la visión gauchetiana, se ven como equilibradoras de la dimensión relativa.
Los dos autores advierten seriamente que el olvido del cultivo de la dimensión espiritual tendría consecuencias distorsionadoras en el desarrollo humano tanto a nivel individual como social.
Para acabar una frase de Gauchet con la que estaría de acuerdo Corbí: «Las sociedades funcionaron masivamente cono religión. ¿Qué ocurre cuando una sociedad se pone a funcionar fuera de la religión? Ése se el tema del desencantamiento del mundo. …Todavía quedan miedo elucidar, una vez que se las ha formulado, las formas que adopta el proceso de desencantamiento y las consecuencias a las que conduce.» (6).
EXTRACTO DEL TRABAJO DE INVESTIGACIÓN (versión catalana, DESCARGAR)
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[1] expresión de Marcel Gauchet para referirse a la situación de las sociedades actuales más desarrolladas tecno-científicamente respecto a la religión.
2 Marcel Gauchet es director de estudios al École des Hautes Études en Sciences Sociales de Paris y es redactor jefe de la revista Débat. Filósofo e historiador interesado por la sociología y por la etnología. Se considera hijo intelectual y espiritual de mayo del 68, que ha ido evolucionando hacia posturas políticas alejadas del gauchisme temprano. Se declara cercano y discípulo de Max Weber aunque Gauchet considera que él atribuye a la religión un mayor papel en la estructuración de sociedades antiguas. La obra de Kantorowicz que pone en evidencia las posibilidades contenidas en «la Encarnación», que tardaron 1000 años al fructificar, le sirvió para comprender la revolución del cristianismo occidental a partir del siglo XI. Este autor también le hace entender que entre el 1000 y 1500 en Europa se inventa un nuevo tipo de poder alrededor del rey y del reino en el cual las virtualidades cristianas en materia de disociación del cielo y la tierra se actualizaron. Será este tipo de poder una de las principales razones de la salida de la religión. Gauchet es autor del libro “El desencantamiento del mundo”, ha publicado fundamentalmente en las revistas Textures (1970-1976), Libre (1977-1985) y Le Débat (desde 1980); también ha publicado varios libros de temática muy diferente (MARDONES, José M. :2004; VALLADOLID BUENO, T. : 2004).
3 Marià Corbí es doctor en Filosofía y licenciado en Teología; ha sido profesor del departamento de Ciencias Sociales a ESADE Business School y de la Fundación Vidal y Barraquer de Barcelona. Desde 1999 dirige el Centro de Estudio de las Tradiciones de Sabiduría, de Barcelona. Es epistemólogo de las formaciones axiológicas, estudioso de las consecuencias ideológicas y religiosas de las transformaciones generadas por la sociedad industrial y postindustrial. Muchos años de investigación desde las más varidas especialidades (lingüística, epistemología, sociología, antropología, historia de las religiones…), le han permitido aclarar la relación entre los sistemas de valores de las sociedades y sus sistemas de vida, entre las formas religiosas de un grupo social y su modus vivendi.
4 Soy consciente que la percepción de la actual situación de la religión por parte de sociólogos, estudiosos del hecho religioso y teólogos no es unánime. Mientras para unos su crisis es un fenómeno generalizado incontestable, para otros sólo la sufre una pequeña parte de la población mundial al tiempo que en extensas zonas del planeta se da una renacimiento de la religión; es por ello que estos últimos afirman que a nivel global la situación hoy puede ser calificada de pervivencia de la religión. Desde las jerarquías de las diversas Iglesias cristianas se acepta el hecho de la laicización de la sociedad que se manifiesta en un descenso notable en la práctica religiosa y en una independencia de la ciudadanía respecto a las correspondientes doctrinas morales aminorando, hasta casi desaparecer, su influencia sobre el comportamiento y valores asumidos por los ciudadanos (ROUCO VARELA, A.M., 2009; MORA, M., 2010). Por otro lado no todos los sociólogos estarían de acuerdo en interpretar la bajada en la práctica de rituales religiosos como una crisis que desemboca en la laicización, sino que lo interpretan como un cambio en la religiosidad de la población (BERGER, P.L., 2004,2005; CASANOVA, J., 2004,2007; GARCÍA JIMÉNEZ, E., 2007)
5 Nos estaríamos refiriendo a un giro en el planteamiento de la espiritualidad a nivel colectivo y social puesto que los místicos de todas las tradiciones, a nivel individual, han planteado desde siempre el regreso a la realidad de aquí.
6 Ferry, L.; Gauchet, M. Lo religioso después de la religión. [F-G: RDR] Barcelona: Anthropos, 2006. pg.26.