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José Ángel Valente

La rosa necesaria La rosa no; La rosa sólo Para ser entregada. La rosa que se aísla En una mano, no; La rosa Connatural al aire Que es de todos. La rosa no, Ni la palabra sola. La rosa que se da De mano en mano, Que es necesario dar, La rosa necesaria. La compartida así, La convivida, La que no debe ser Salvada de la muerte, La que debe morir Para ser nuestra, Para ser cierta. Plaza, Estancia, casa Del hombre, Palabra natural, Habitada y usada Como el aire del mundo José Ángel Valente, A modo de esperanza, Obras completas, Galaxia Gutenberg Como un relámpago Como un relámpago estallaba A nuestros pies La vida, A nuestros ojos, a Nuestras cabezas. Cuántas veces con pena, con amor, Con deseo, furiosamente Siempre, pronunciáramos: vida. Ahora no sabíamos De qué lado inclinarnos Para oírla mejor, Para ceñirla con más vida, Porque a…

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Edmond Jabès

Muy pronto me encontré ante lo incomprensible, lo Impensable, la muerte. Desde ese instante supe que nada, aquí abajo, era Compartible, porque nada nos pertenece... Hay en nosotros una palabra más fuerte que todas Las demás –más personal también. Palabra de soledad y de certeza, tan sumergida en su Noche que apenas a sí misma se hace audible. Palabra del rechazo pero, igualmente, del compromiso Absoluto, que forja vínculos de silencio en el silencio Abisal del vínculo. Esa palabra no se comparte. Se inmola. Edmond Jabès, Cuaderno de versiones de José Ángel ValenteSelección Pepa Torras Virgili

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La contemplación viva -Claudio Rodríguez-

Estos ojos seguros, Ojos nunca traidores, Esta mirada provechosa que hace Pura la vida, aquí en febrero Con misteriosa cercanía. Pasa Esta mujer, y se me encara, y yo tengo el secreto, No el placer, de su vida, A través de la más Arriesgada y entera Aventura: la contemplación viva. Y veo su mirada Que transfigura; y no sé, no sabe ella, Y la ignorancia es nuestro apetito. Bien veo que es morena, Baja, floja de carnes, Pero ahora no da tiempo A fijar el color, la dimensión, Ni siguiera la edad de la mirada, Más sí la intensidad de este momento. Y la fertilidad de lo que huye Y lo que me destruye: Este pasar, este mirar En esta calle de Ávila con luz de mediodía Entre gris y cobriza, Hace crecer mi libertad, mi rebeldía, Mi gratitud. Claudio Rodríguez, Don de ebriedad y otros poemas. Marenostrum, 2005Selección Pepa…

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La llama

La vieja llama no se apaga. Las tormentas, las Impiedades, todo Lo que renuncia no Le impiden temblar como un cuerpo deseado. Insiste en el fracaso del mal, aunque Sangres sin límites mancharon El corazón primero, el que Cambiaba días cada furia. La llama está escrita y no perdida. Frecuenta tierras imprecisas Que va haciendo. Juan Gelman, Valer la pena, Visor de poesía, 2008Selección Pepa Torras Virgili

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Morada de la luz

El hosco cielo va rodando arriba Y amenaza sobre los montes negros. Al fin será esta casa mi morada Y hasta lo que es más duro en ella (ese muro De piedra, tan rotundo) Dormirá sosegado en mi pupila. En esta casa el tiempo es la ternura Y siempre callo hasta que sea el silencio Lo que discurra dentro de mis venas. En mi morada no hay días ni noches. Mi morada es mi día y es mi noche. Cada mínima estancia es azotea. Floto en su soledad, bebo en su sombra; Si ascendiendo a los desvanes de la luz Desciendo hasta un saber que ya no sabe. Esta casa, en quietud, está girando -planetario de amor- en torno del remanso de los cuerpos. En ella voy, sin ir, a cada sitio Y a sus goces regreso sin marcharme. Todo cuanto busqué, aquí lo encuentro. Esta morada es mundo sin…

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