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Libre de cualquier plegaria

No obres de antemano, No envíes nada fuera, Mantente Dentro: Transfundido de nada, Libre de cualquier Plegaria, Sutilmente acordado según La pre-inscripción Insuperable, Yo te acojo En lugar de toda Paz Paul Celan, Lichtzwang, Cuaderno de versiones de José Ángel Valente, Galaxia GutenbergSelección Pepa Torras Virgili

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Morada de la luz

El hosco cielo va rodando arriba Y amenaza sobre los montes negros. Al fin será esta casa mi morada Y hasta lo que es más duro en ella (ese muro De piedra, tan rotundo) Dormirá sosegado en mi pupila. En esta casa el tiempo es la ternura Y siempre callo hasta que sea el silencio Lo que discurra dentro de mis venas. En mi morada no hay días ni noches. Mi morada es mi día y es mi noche. Cada mínima estancia es azotea. Floto en su soledad, bebo en su sombra; Si ascendiendo a los desvanes de la luz Desciendo hasta un saber que ya no sabe. Esta casa, en quietud, está girando -planetario de amor- en torno del remanso de los cuerpos. En ella voy, sin ir, a cada sitio Y a sus goces regreso sin marcharme. Todo cuanto busqué, aquí lo encuentro. Esta morada es mundo sin…

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El libro de horas

Aunque todos se esfuerzan por salir de sí mismos Como de la prisión que les odia y encierra, Existe un gran milagro en este mundo: Yo lo siento: se vive toda vida. ¿Quién, entonces, la vive? ¿Son las cosas, que como melodía no tocada, en la tarde se quedan, como en arpas? ¿Son los vientos, que alientan las aguas, son las ramas, que están haciendo señas, son las flores, que tejen los perfumes, son las largas, vetustas alamedas? ¿Son los calientes animales, que andan, son las aves, que extrañas se remontan? ¿Quién la vive? ¿Tú, Dios, vives la vida? Rainer Maria Rilke. El libro de horas. Editorial Lumen, 1993

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Poemas sufíes

¿Qué puedo hacer, oh musulmanes?, pues no me reconozco a mí mismo. No soy cristiano, ni judío, ni mago, ni musulmán. No soy del Este, ni del Oeste, ni de la tierra, ni del mar. No soy de la mina de la Naturaleza, ni de los cielos giratorios. No soy de la tierra, ni del agua, ni del aire, ni del fuego. No soy del empíreo, ni del polvo, ni de la existencia, ni de la entidad. No soy de India, ni de China, ni de Bulgaria, ni de Grecia. No soy del reino de Irak, ni del país de Khorasan. No soy de este mundo, ni del próximo, ni del Paraíso, ni del Infierno. No soy de Adán, ni de Eva, ni del Edén, Ni Rizwan. Mi lugar es el sinlugar, mi señal es la Sinseñal. No tengo cuerpo ni alma, pues pertenezco al alma del Amado. He desechado…

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Rubayat

Grité y en aquel grito ardí. Callé y marginado y mudo ardí. De los márgenes todos me arrojó. Al centro fui y en el centro ardí. Maulana Yalal al-Din RumiRubayat. Ediciones del oriente y del mediterráneo, 2003

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