Es un texto importante del budismo Mahayana inicial, escrito hacia el siglo IV de nuestra era que tuvo gran influencia en el desarrollo del budismo en China, el Tíbet y en Japón, convirtiéndose en uno de los fundamentos del budismo Chan. Aborda el reconocimiento del mundo objetivo como una visión, como una manifestación de la mente: todos los fenómenos son vacíos, huecos de entidad y ilusorios. Con este conocimiento se llega a comprender que nada ni nadie nace, vive y desaparece. Es debido a la memoria, la imaginación, el razonamiento y las afecciones, que damos por real el mundo que modelamos. Todo está vacío de sustancia, también la propia mente y la personalidad.