Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos.
Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana.
Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
Chelo Miró: «Vivir en la presencia»
Más allá de los hechos está esa presencia de ser y, con ella, lo que aparece es como una forma nueva de vida que es comprensión y compasión. No sé muy bien cómo explicarlo, pero es un simple estar ahí, atenta a todo porque las personas están también ahí, todo está ahí y todo está cerca. Nada es opaco, ni la afectividad, ni la mente, como si no quedara ningún rincón opaco. En ese existir todo está vivo, y todo está en su lugar, y desde ahí estás viviendo, pero sin ninguna apropiación de nada, ni de nadie.
Es como un soltarlo todo y simplemente vivir lo que emerge y lo que cada situación presenta. Como un regalo de vida, un regalo de gracia y gratitud.
No hay nada personal que te importe o te preocupe. Quedas totalmente…, no diría libre, sino «disponible». Porque no es cuestión de libertad, sino de estar plenamente «ahí», disponible.
La vida cotidiana es el gran tesoro de la vida y del ser, no hay otro lugar. Eso infinito te hace vivir aquí y ahora, pero inmutable. Aquí y ahora, pero en plenitud. Aquí y ahora en una alegría que lo atraviesa todo. Es una consideración nueva de la vida.
Paradojas:
El silencio no tiene lugar, el silencio se vive en el clamor de la gente.
Y el afecto no tiene objeto.
Y la vida es vida cuando lo has soltado todo.
Son palabras de Chelo Miró, una mujer que llevó a cabo, desde muy joven, un profundo itinerario interior, ofreciendo cada uno de sus días al “Dios de la vida”. Con el apoyo de la Asociación DAAT, impulsó y organizó los Foros de Espiritualidad de Alcoy procurando ofrecer así, año tras año, un espacio de formación, de intercambio y de silencio, abierto a todo el mundo. Podía no haberse complicado la vida, pero se la complicó, incluso estando ya muy enferma seguía al pie del cañón.
Chelo moría en junio del 2020. Sus casi tres años de lúcida convivencia con el cáncer fueron un regalo para quienes, de una manera u otra, pudimos compartir sus reflexiones y vivencias: más y más transparente cada día, pura paz, pura felicidad agradecida. Algunas de esas palabras se grabaron y el texto que ofrecemos es la transcripción de esas grabaciones, en edición bilingüe: en su valenciano original, acompañadas de la traducción castellana. Nos alegra poder difundir desde aquí el testimonio de una experiencia vital tan valiosa.