CETR En la epistemología axiológica iniciada por Marià Corbí se afirma que los humanos tenemos un doble acceso a la realidad gracias al hecho de hablar, y que eso es lo que nos diferencia del resto de animales. Nuestra captación de la doble dimensión en la realidad tiene consecuencias: es lo que nos abre la posibilidad del arte, la filosofía, lo que se ha llamado espiritualidad y la acción desinteresada. El curso consta de 6 sesiones, una al mes de enero a junio, en él se trabajará, además de la nueva antropología introducida por la epistemología axiológica, y sus consecuencia como la doble dimensión de la realidad, la noción de que lo que tomamos por realidad es nuestra modelación pero que por necesidad la tomamos como descripción de cómo es la realidad; abordaremos los dos tipos de epistemología: la mítica y la no mítica, entre otros temas extraídos del libro de Marià Corbí Proyectos colectivos para sociedades dinámicas. Principios de Epistemología Axiológica de la Ed. Herder.
Dos formas de cultivar la espiritualidad, la CHP, en las sociedades de conocimiento
Una forma de cultivo de la Cualidad Humana Profunda parte del individuo porque interpreta al individuo desde la epistemología mítica, que pretende que lo que se concibe es como se concibe. Parte del individuo y el individuo trabaja y se esfuerza por conseguir la fidelidad a Dios, el amor a Dios, la unión con Él por amor.
Es una concepción que se piensa como un progreso en el camino señalado por Dios, como una espera de su visita, como un camino en el que se esperan las ayudas reconocibles de Dios para llegar a Él.
El resultado de ese camino progresivo es la salvación del individuo, la salvación de su ser, de su individualidad, una salvación que trasciende la muerte y que es vida eterna en Dios.
Uno debe morir a sí mismo, pero a sus pasiones y desordenes, a sus pecados, a sus imperfecciones, a lo que se ha caracterizado como el mundo, el demonio y la carne; pero uno no muere a su propia individualidad, no muere a ser un ser que vive su vida.
Si Dios es una realidad todopoderosa, inefable, creador de toda realidad, el individuo es también una realidad, creada, dependiente, pero una entidad que puede salvarse, con la ayuda de Dios, y conseguir vida eterna.
Esta es la concepción de las religiones teístas. Para ellas Dios es una realidad suprema y la criatura es también una realidad. Se precisan creencias, porque ni Dios ni el alma son realidades verificables. Suponen una antropología de cuerpo y espíritu o una antropología de cuerpo y racionalidad.
Esta concepción del camino espiritual es difícilmente compatible con una Sociedad de Conocimiento (SC) que precisa de una epistemología no mítica, y de una antropología en la que se concibe a los humanos como puramente animales constituidos como tales por su condición lingüística, y que no pueden ser creyentes porque viven en unas sociedades en las que se ven forzados a moverse en todos sus niveles de organización, de interpretación y valoración de las realidades.
La otra modalidad del cultivo de la espiritualidad, de la CHP, parte de proponerse eliminar la conciencia de individualidad. Lo hará mediante la concentración, mediante la desarticulación de todas las ideas y representaciones que tienen que ver con el supuesto de todo animal viviente: que es alguien frente a un medio del que vive. Ningún animal puede sobrevivir en un medio sin dualizarlo: el viviente como núcleo de deseos y necesidades y el medio en el que ha de sobrevivir, compuesto por individualidades diversas, unas aptas para la sobrevivencia y otras dañinas para esa sobrevivencia. Una tercera modalidad para silenciar la individualidad es la acción completamente gratuita.
La pretensión de esta modalidad es eliminar el supuesto de individualidad y cobrar conciencia de que nadie ha venido a este mundo, ni se va de él; cobrar conciencia de que todo está vacío de individualidad propia, porque lo único que es, es la Dimensión Absoluta (DA), el misterio inconcebible de los mundos para un humano.
En este caso no se ha de partir de una Epistemología Mítica (EM), ni es necesaria una antropología de cuerpo y espíritu, o su versión laica de cuerpo y racionalidad, sino que es compatible con una epistemología que sostiene que somos animales, sin nada añadido, constituidos por el habla.
Esta versión de la espiritualidad, propia de las tradiciones orientales, no espera conseguir nada porque quien es nadie no tiene nada que conseguir; ni la DA es tampoco nada que pueda ser conseguido porque no es individualidad, sino la realidad inconcebible de toda realidad.
El camino espiritual, para estas corrientes, no es un camino que vaya de ninguna parte a ninguna parte, es solo el resultado del despertar a la propia condición. No es un camino de perfección, ni de ascesis, ni de renuncia, sino de comprensión y sentir de nuestra propia condición de nadie venido a este mundo, de la comprensión y el sentir de nosotros mismos como el mismísimo misterio de los mundos inmensos.
Desde ahí el acceso a la no dualidad, a la unidad en el vacío de toda concepción y representación humana, de lo no objetivable y, por consiguiente, a lo que no se puede decir que sea o que no sea.
Son dos formas de proceder claramente diferenciadas:
-un camino progresivo a la salvación del individuo, hasta la salvación final más allá de la muerte;
-y un camino de eliminación de los supuestos necesarios a los animales vivientes: ser un ser, una individualidad en un mundo, para despertar a lo que realmente hay, la DA de la que no se puede predicar nada, no por pobreza, sino por plenitud.