Francesc Torradeflot Las joyas de las sabias y sabios son como las ramas del nido de los pájaros, imprescindibles cobijos para poder aprender después a volar libres y a disfrutar del aire fresco y de la vida en plenitud. La sabiduría es el regazo tierno y maternal cuidado que vivifica. Es necesaria pero no suficiente, es un hogar y un solaz, pero después hay que volar. Es un placer para mí poder compartir esta muestra del tesoro de humanidad que la vida nos ha regalado...
En mi propia casa.
No hay nada que contemplar
Ni Tu ni yo, ni objeto, ni método.
El protagonista de la acción
ha perdido su identidad.
El ciego no puede percibirle
Pero aquel de conciencia inmaculada
al vislumbrarlo, se identifica con lo Supremo.
Cuando me sentía unida a mi cuerpo
me perdí.
Pasaba los días buscándote
hasta que Te descubrí en mí,
instante en el que Ser y Shiva
se unieron en gozosa vibración.
Despejado el espejo del espíritu,
liberado de cenizas,
Con lúcida claridad
reconocí al Ser en mí.
Y al encontarle en mi propia casa
supe que lo era todo
y que yo no era.
(Lalla -s.XIV-, poetisa mística de Cachemira, de espiritualidad tántrica, patrimonio tanto del hinduismo como del budismo tibetano)