John Berger ¿Se puede escribir todavía algo sobre él? Pienso en todas las palabras que ya se han escrito, incluidas las mías, y la res- puesta es “no”. Si miro sus cuadros, la respuesta vuelve a ser “no”, aunque por una razón diferente: sus cuadros invitan al silencio. Casi iba a decir que ruegan silencio, y eso habría sido falso, pues ni una sola de sus imágenes, ni siquiera la del anciano con la cabeza entre las manos en el umbral de la eternidad, muestra el menor patetismo. Siempre detestó inspirar compasión y hacer chantaje. Solo cuando veo sus dibujos me parece que merece la pena añadir algunas palabras. Tal vez porque sus dibujos tienen algo de escritura, y a menudo dibujaba en las cartas. El proyecto ideal habría sido dibujar el proceso que llevaba a sus dibujos, tomar prestada su mano de dibujante. Sin embargo, lo intentaré con palabras.
En mi propia casa.
No hay nada que contemplar
Ni Tu ni yo, ni objeto, ni método.
El protagonista de la acción
ha perdido su identidad.
El ciego no puede percibirle
Pero aquel de conciencia inmaculada
al vislumbrarlo, se identifica con lo Supremo.
Cuando me sentía unida a mi cuerpo
me perdí.
Pasaba los días buscándote
hasta que Te descubrí en mí,
instante en el que Ser y Shiva
se unieron en gozosa vibración.
Despejado el espejo del espíritu,
liberado de cenizas,
Con lúcida claridad
reconocí al Ser en mí.
Y al encontarle en mi propia casa
supe que lo era todo
y que yo no era.
(Lalla -s.XIV-, poetisa mística de Cachemira, de espiritualidad tántrica, patrimonio tanto del hinduismo como del budismo tibetano)