Marià Corbí Hemos llegado a concluir que la vida espiritual, que hemos llamado calidad humana profunda, consiste simplemente, en una vuelta radical a las cosas, sin buscar nada, por interés por las mismas cosas, por poder ver y sentir lo que dicen: la doble dimensión de la realidad. Creemos que es la forma adecuada de espiritualidad, la forma de adquirir la calidad humana profunda para las sociedades de creación e innovación continuada. La figuración de la dimensión absoluta como una trascendente divinidad debe dejar paso a recuperar esa misma dimensión absoluta a la realidad del mundo que nos rodea, que es nuestra propia modelación.
En mi propia casa.
No hay nada que contemplar
Ni Tu ni yo, ni objeto, ni método.
El protagonista de la acción
ha perdido su identidad.
El ciego no puede percibirle
Pero aquel de conciencia inmaculada
al vislumbrarlo, se identifica con lo Supremo.
Cuando me sentía unida a mi cuerpo
me perdí.
Pasaba los días buscándote
hasta que Te descubrí en mí,
instante en el que Ser y Shiva
se unieron en gozosa vibración.
Despejado el espejo del espíritu,
liberado de cenizas,
Con lúcida claridad
reconocí al Ser en mí.
Y al encontarle en mi propia casa
supe que lo era todo
y que yo no era.
(Lalla -s.XIV-, poetisa mística de Cachemira, de espiritualidad tántrica, patrimonio tanto del hinduismo como del budismo tibetano)