Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos.
Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana.
Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
Jesús libre de proyectos axiológicos colectivos judíos y grecorromanos
En las sociedades de conocimiento de innovación y cambio acelerado nos encontramos con serias dificultades para interpretar y sentir a Jesús de Nazaret.
Si vaciamos a Jesús de los mitos y creencias judíos y de los revestimientos greco-romanos propios de las mentes y de los proyectos axiológicos colectivos (PACs) de sociedades ganaderas y sociedades agrario-autoritarias, nos quedamos con un joven judío habitante de un pueblecito, Nazaret. Jesús es un hombre sencillo, no es un erudito, es un artesano educado en la tradición religiosa de Israel. Un artesano que podemos suponer que trabajó con frecuencia en Séforis, una ciudad griega a pocos kilómetros de Nazaret.
Le hicieron Mesías, Hijo de Dios, Verbo de Dios, Creador, Rey y una larga lista de apelativos. Sería bueno recuperar al joven maestro en su humilde condición humana para comprenderle mejor.
Quisiéramos apreciar el perfume de su vino, dejando al lado las formas de la copa en la que ese vino no tuvo más remedio que verterse. Jesús fue un hombre sencillo que tuvo que ser interpretado y sentido desde el PAC de las sociedades en las que vivió y en las que se educó.
Fue un hombre abierto de par en par a la DA de la realidad. Aprendió en los cielos, en los campos y en el lago de Tiberíades que Dios, que es como nombraba a la DA, era bueno y clemente como un Padre y le llamó Padre.
Jesús amaba y admiraba los campos, las flores y, sobre todo, a los hombres y mujeres más pobres y desvalidos con los que se encontraba.
Fue un espíritu sutil que residía en la DA, que al pasar por Jesús se mostraba como humilde, sencilla, a nivel de los pobres de este mundo. Concibió a Dios, siguiendo la tradición de Israel como Padre solícito. Se vivió como hijo de ese Padre y amó a todas las criaturas como sus hermanos.
Un Padre paciente que cuidaba de sus hijos y que se mostraba en toda criatura.
Jesús vivió intensamente su unida radical con la DA, el Padre. Desde ahí dio la Buena Nueva de que el Señor de los cielos era un Padre misericordioso.
Defendió y ayudó a los pobres, los enfermos, a los marginados. Se opuso con furia a la esclerotización y empobrecimiento de la tradición religiosa de Israel, y lo hizo con tal fuerza que le costó la vida crucificado.
¿Cómo calibrar la grandeza y finura de ese joven judío de un humilde pueblo de Israel? Solo se consigue intentando comprenderle y sentirle despojado de los mitos, las narraciones y las creencias de su tiempo.
Es difícil revivir la apertura confiada en el Padre, el amor a los hermanos, la sutilidad de su espíritu que se escapa de las interpretaciones que hicieron de Él.
Jesús de Nazaret no fue la encarnación de un Dios bajado del cielo. Esa es una interpretación propia de las sociedades agrícolas-autoritarias greco-romanas. Para sentir esa interpretación se precisan creencias, cosa que es imposible a las sociedades de innovación y cambio continuo acelerado.
Tampoco podemos interpretarlo como Profeta. También ahí se necesitan las creencias de que Dios es uno y el Profeta otro. Así se mantiene la dualidad.
Lo interpretaremos como un sabio, como un hombre en el que se transparenta la DA sin el menor obstáculo, hasta el punto de que su yo desaparece como su lugar de residencia y solo resta patente, para quien sabe ver, el misterio de los mundos.
En Él la DA se muestra humilde, próxima, solícita, amante e interesada en la vida, la salud y el reconocimiento de la DA de los humanos.
Jesús no se muestra como soberano poderoso, sino como un maestro humilde rodeado de unos discípulos rudos. Todo Él es la presencia de la DA a la que llamó Padre.
Se proclama no-dos con el Padre.
Él es una propuesta de vida para todo humano. Propuesta de vida que, desde la SC comprendemos que no incluye creencias ni judías ni greco-romanas, sólo pide lucidez y misericordia. El misterio de los mundos inmensos se muestra en Él como un Padre Clemente.
Los mitos, narraciones y creencias que hablan de Él orientan nuestra mente y nuestro sentir hondo hacia su misterio, pero no lo describen en su naturaleza propia, son símbolos y narraciones que apuntan a su misterio.
Cuando nos aproximamos a Él, en las nuevas sociedades, debemos ir desnudos de preconcepciones, desnudos de creencias y de dogmas intocables. Tenemos que aproximarnos desnudos en nuestra mente y sentir, porque Él es el desnudo.
Tenía, inevitablemente porque era humano, los PACs de su tiempo y, por tanto, el proyecto colectivo de vida de su sociedad, pero su espíritu, desde la DA, los desbordaba.
Esa plena apertura al misterio de los mundos es lo que podemos aprender de Él en las SC. Le hemos de interpretar y vivir desde los PACs dinámicos de las nuevas sociedades, sin agarrarnos a ninguna base pretendida como definitiva e intocable. Él nos acompañará y guiará en nuestra aventura de transformaciones aceleradas, si no le hacemos viajar con nosotros cargado de creencias, interpretaciones y patrones de vida de culturas que perecieron.
El Maestro humano y sabio, desnudo de patrones culturales ya muertos, nos guiará en nuestro peregrinar constante. No podemos pedirle que nos acompañe en el viaje que tenemos forzosamente que emprender sin equipajes del pasado, cargándole los pesados fardos del pasado.
Estas han sido mis pobres reflexiones en las Navidades 2020 sobre el Maestro de Nazaret.
Líneas estratégicas para el cultivo de la dimensión absoluta (DA) y de la cualidad humana profunda (CHP)
- Separar, por completo, la espiritualidad, la CHP, y el cultivo de la DA de la religión.
- Separar la CHP y la DA de todo sistema de creencias y de todo sistema conceptual fijado.
- Separar la CHP y la DA de la pertinencia obligatoria a un grupo que se tiene por sagrado y exclusivo.
- Considerar la CHP y la DA como cualidad humana.
- No hacer de la DA una entidad trascendente.
- A pesar de ello, aprender a utilizar el término «Dios» como expresión convencional para referirse a la DA, y separado del aparato mítico de las sociedades agrario-autoritarias, pero reconocido «como» mente y como un Yo Supremo en el corazón.
- Reconocer la DA como la no-dualidad y a la CHP como el vivir desde la no-dualidad.
- Conectar explícitamente la DA y la CHP con la práctica de IDS-ICS.
- Enseñar a meditar a partir del dato «no somos nadie venido a este mundo» y sus consecuencias.
Darle a la lectura continuada de los grandes textos la importancia que tienen para ayudar a realizar la DA y la CHP.