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El Islam y el fenómeno del libro sagrado

(extracto de una ponencia de Halil Bárcena)Director del Institut d’Estudis Sufís de Barcelona El objeto de reflexión que se nos propone en el presente encuentro de Can Bordoi toca de lleno al corazón del Islam, su esencia más recóndita. Asumir desde el sufismo, como de hecho asumimos, un acercamiento estrictamente simbólico a los textos sagrados, en este caso islámicos, nos exigirá examinar e interpretar de otro modo algunos conceptos de cuya pertinencia religiosa pocos son los teólogos, y menos aún los simples creyentes, que sospecharían a priori, como “revelación”, “libro santo”, “religión del libro”, “sello de la profecía” e incluso “dios”. De hecho esa es la tesis fundamental que defendemos en estas páginas, con la asistencia de algunas de las voces más preclaras tanto del sufismo histórico como de la gnosis shií, así como de sus mejores expositores e intérpretes contemporáneos (sean o no musulmanes), como los pensadores agrupados bajo…

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Sufismo, vía del corazón

Halil BárcenaDirector del Institut d’Estudis Sufís de Barcelona Dice un viejo adagio sufí persa: “¿Ṣūfī xist? ¡Ṣūfī… ṣūfīst!”; o lo que es lo mismo: “¿Qué es un sufí? Un sufí es… un sufí”. Pues bien, el sufismo no es más que eso… ¡el sufismo! Al igual que la vida o el amor, pongamos por caso, el sufismo es una realidad inefable, indefinible, no divisible, que sólo admite, valga la expresión, ser vivible. Como el Tao, que deja de serlo cuando es descrito, el sufismo que se puede nombrar no es el sufismo. Hablar sobre él es, en cierto modo, traicionarlo. Y en principio -pero sólo en principio-, eso sería todo. Por consiguiente, el sufismo no es nada más que vivir (lo cual no es poco); al fin y al cabo, la vida es su propia meta. Vivir, eso sí, como sólo merece la pena hacerlo: despierto, alerta, de forma espontánea,…

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Vislumbres de lo real: religiones y revelación

Una pequeña selección de fragmentos [ Herder, 2007 ] (…) El efecto revelatorio comporta un triple descentramiento de las propias evidencias, tanto de las personales como de las aceptadas por el grupo: hacia la Realidad o el Ser trascendente, hacia los demás y hacia las cosas del mundo. Sin este triple excentramiento –que, en su fondo, es un único descentramiento, porque lo que hace es desplazar el propio centro hacia algo mayor que uno mismo- no hay revelación, sino repetición del propio psiquismo o del contenido cultural bajo la forma de disfraz religioso. Ahora bien, este descentramiento supone, al mismo tiempo, un recentramiento, en la medida en que devuelve a cada persona a su más profundo centgro, haciéndola crecer desde su propio fundamento. La revelación no es una alienación sino una anticipación de realidades y de comprensiones a las que la conciencia antes no tenía acceso. No saca de la…

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