Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos.
Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana.
Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
La vía del corazón y la vía de la mente
Si hacemos una comparación entre las religiones y grandes corrientes espirituales de la historia de la humanidad, vemos que pueden dividirse en dos grandes grupos: las religiones y tradiciones espirituales que trabajan para acceder a la dimensión absoluta y a la cualidad humana profunda desde el corazón, es decir, desde el sentir hondo, y las que trabajan desde la mente.
Estos dos grandes bloques se contraponen también en que, las que trabajan desde el corazón son teístas, y las que trabajan desde le mente no lo son.
Estos dos grupos están también situados en el espacio: las tradiciones teístas son principalmente occidentales y las tradiciones no teístas son principalmente orientales.
Las tradiciones teístas usan principalmente narraciones y símbolos, y las tradiciones no teístas usan preponderantemente argumentaciones y razones.
En las tradiciones teístas hay una ausencia, casi completa en sus escritos sagrados y en sus fundamentaciones, de argumentos y razones, en las tradiciones no teístas hay una ausencia casi completa, en sus escritos fundacionales, de símbolos y narraciones como garantía de sus afirmaciones.
Las figuraciones que construyen las tradiciones teístas apuntan a lo inefable, a lo innombrable. Las tradiciones no teístas apuntan a lo que es vacío de toda posible objetivación y representación.
En los dos grandes bloques hay una gran diferencia, por contraposición, en la forma de aludir y orientar a la dimensión absoluta, y hay, a vez, una gran confluencia en lo que apuntan, en lo que aluden.
Las tradiciones religiosas, que siguen la vía del sentir, han de utilizar narraciones y símbolos plenamente cualitativos capaces de llegar al sentir profundo. No utilizan formulaciones abstractas, porque abstraen de las cualidades y no llegan al sentir.
Las tradiciones espirituales, que utilizan la mente, no utilizan narraciones ni símbolos, porque son menos aptos para llegar eficazmente a la mente. Cuando usan narraciones lo hacen como ejemplos para hacer entender las formulaciones racionales.
Podríamos concluir estas reflexiones diciendo que las tradiciones que traban con el sentir usan figuraciones cualitativas del misterio de los mundos, que son capaces de conmover el sentir, y que las tradiciones que trabajan con la mente usan figuraciones abstractas que apuntan a convencer a la mente.
Hemos señalado también, que los dos grandes tipos de figuraciones apuntan a lo que no es nombrable desde nuestras categorías sensitivas, ni desde nuestras categorías conceptuales. Nuestra mente y nuestro sentir no son capaces de crear ni figuras cualitativas, ni figuras conceptuales capaces de delimitar, describir, atrapar y poseer al misterio de los mundos en unos moldes humanos.
Vamos a intentar mostrar cómo figuraciones del innombrable muestran su insuficiencia interna para referirse a “eso absoluto que está ahí”, el misterio de los mundos.
Consideraremos los grandes términos para referirnos a la DA: Dios, el Ser, Brahman, el Vacío.
Empezaremos con el término “Dios”.
-Es una entidad existente, Señor Supremo, Creador de todo, Todopoderoso, Providente, Único Actor, Juez de vivos y muertos.
-Pero es inefable, infinito en sus cualidades, sin posibles acotaciones e inobjetivable.
-Si es infinito y sin posibles acotaciones, no podemos decir que sea una individualidad, ni podemos decir que sea o que no sea.
-Se afirma que es existente e infinito. Estos dos términos no casan bien.
-Se afirma que es individualidad y que es sin límites. Tampoco casan bien estos dos términos.
-Se afirma que es persona y sin límites. Ocurre lo mismo.
– Se dice que es el Clemente y el Justiciero. También aquí ocurre lo mismo.
– Afirmamos que tiene infinitas cualidades y que las tiene sin límites. ¿Cómo pensar cualidades sin límites? Las cualidades para que las podamos predicar y diferenciar unas de otras han de tener límites, han de ser acotables.
Vemos dificultades y contradicciones en la figuración, que muestran que la figuración no se afirma a sí misma, sino que apunta más allá de sí misma, apunta al misterio insondable de todo lo existente.
Además, no es el nombre propio de la dimensión absoluta y toda criatura le proclama.
Veamos el término “Ser” como realidad de toda realidad.
– Se manifiesta en cada entidad, en cada acotación, pero el Ser no puede ser acotado.
– Se dice que es sin límites; es sin límites ¿y es? Siendo sin límites, ¿se puede predicar que es?
-´En infinito ¿y es? Ser sin limitaciones ¿no equivale a decir que es vacío?
– Se la da el nombre de Brahman, siendo sin límites y, por tanto, sin individualidad
– Brahman es el ser de todo, entonces, ni es, ni no es.
– Se opone al Vacío budista, pero, aunque se diga ser, es vacío, porque carece de toda acotación en su seno.
– Esa figura de la dimensión absoluta: el Ser, Brahman, es contradictoria y es una estructura no se afirma a sí misma, sino que se refiere a lo que está más allá de esa figura. Se está refiriendo al gran misterio de lo existente, al misterio innombrable de los mundos.
El término “Vacío”.
– El término “Vacío” dice que el gran misterio de los mundos es el vacío de toda posible conceptualización y representación, es el vacío de toda categoría humana.
– Dice también que ese vacío no lo es por carencia, sino por plenitud.
– Señala muy bien la desproporción del misterio de los mundos y la pobre eficiencia expresiva humana.
– Así es una figuración que podría llamarse “no figuración”, que apunta a lo oscuro, a lo ininterpretable del misterio de los mundos.
– Ese término se refiere a lo que está más allá de toda figuración.
Estas figuras que se emplean para hablar de la dimensión absoluta, si se sigue lo que afirman, terminan negando lo que han afirmado:
– “Dios” Señor Supremo, Creador, Único Actor, Providente, Juez, etc., se sostiene que es innombrable, inefable.
– El “Ser”, se afirma que es el ser de todo, pero también se afirma que es sin límites y por tanto vacío.
– El “Vacío” está más allá de toda posibilidad humana de figurarlo. Es una noción potente que para todo intento de nombrarlo. Figura el misterio de los mundos, dejando expresado que está más allá de nuestras posibilidades.
Por tanto, todas las figuras de la dimensión absoluta empujan más allá de ellas. Orientan la indagación para llevarnos al abismo de lo innombrable, que está ahí con todo el peso de su abismo.
El misterio de lo que está ahí es una certeza vacía por inconcebible. Su carácter inconcebible no disminuye su peso en el sentir y en la mente, a pesar de su vacío.
Todas las figuras intentan poner luz en el misterio oscuro de los mundos, pero lo hacen sumergiendo la luz en la oscuridad misma.
Lo oscuro es tan oscuro que no se puede decir de él que sea o que no sea. En su radical oscuridad, es luz y es certeza, que se dice en todo ser.
Esa luz-oscura fortalece la imagen y la empuja fácilmente a la EM para el pueblo.
En estas imágenes el mundo es oscuridad suma y luz cierta.
En esa luz-oscuridad se sumergen todas las imágenes que pretenden apuntar a la dimensión absoluta, al inescrutable misterio de los mundos, que es el misterio de toda realidad.
Todas las figuras no son conceptos coherentes, sino figuras expresivas que coinciden en su apuntamiento. Son estructuras expresivas, no lógicas, que presentan en su seno claras contraposiciones. Esas contraposiciones manifiestan su carácter de símbolos.
En el fin de semana vamos a profundizar dos casos paradigmáticos de camino con el corazón y camino con la mente. Para el primer caso, operar desde el sentir, ahondaremos los versos de Juan de la Cruz. Para el segundo caso, operar desde la mente, indagaremos el Sutra Lankavatara. Las veremos como dos concepciones y representaciones totalmente diferentes y contrapuestas que apuntan a lo mismo.