Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos.
Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana.
Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
La política después de la indignación
La política ha pasado por todas las posibles consideraciones, desde lo más estimable a lo más despreciado; de ser una tarea de unos pocos, luego de todos y finalmente de nadie; ha sido la solución y ahora parece el problema. Estimada en ciertos momentos de la historia como la ocupación más noble, sobrevalorada incluso como si fuera un procedimiento de salvación, temida como sede del poder, en ocasiones considerada al menos un oficio respetable, es actualmente tolerada como algo irrelevante e incluso abiertamente despreciada por ser la causa de nuestros peores males.
Daniel Innerarity es catedrático de filosofía política y social, investigador IKERBASQUE en la Universidad del País Vasco y director del Instituto de Gobernanza Democrática (www.globernance.org). Este artículo procede de su página: http://www.danielinnerarity.es/