José Manuel Bobadilla Somos un animal con un doble acceso a la realidad. Un acceso relativo a las necesidades humanas dominado por las formas y otro no relativo a las necesidades humanas y liberado de las formas. Uno de nuestros principales sentidos, como animales depredadores que somos, es la mirada. Mirar el mundo es una forma de sentir el mundo y, por tanto, dependiendo de como lo miremos, nuestro sentir estará condicionado a ello. Miramos el mundo desde un lenguaje concreto y actualmente, el lenguaje que da forma a nuestra mirada, es el lenguaje abstracto de las ciencias y las tecnologías. Nuestra forma de mirar el mundo está construida desde la técnica; una mirada que instrumentaliza el entorno y nos impide volver a las cosas de una manera limpia, es decir, liberada de las formas en las formas.
En las sociedades de conocimiento, el dominio de lenguaje abstracto construye la barrera científica y tecnológica que nos dice que una flor es simplemente una flor, o como mucho, nos proporciona una mirada biológica de la flor. En ella no vemos el misterio de los mundos porque nuestro mirar está encerrado en el prisma científico y tecnológico.
La política después de la indignación
La política ha pasado por todas las posibles consideraciones, desde lo más estimable a lo más despreciado; de ser una tarea de unos pocos, luego de todos y finalmente de nadie; ha sido la solución y ahora parece el problema. Estimada en ciertos momentos de la historia como la ocupación más noble, sobrevalorada incluso como si fuera un procedimiento de salvación, temida como sede del poder, en ocasiones considerada al menos un oficio respetable, es actualmente tolerada como algo irrelevante e incluso abiertamente despreciada por ser la causa de nuestros peores males.
Daniel Innerarity es catedrático de filosofía política y social, investigador IKERBASQUE en la Universidad del País Vasco y director del Instituto de Gobernanza Democrática (www.globernance.org). Este artículo procede de su página: http://www.danielinnerarity.es/