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Nisargadatta P1

1. Silencio con el capítulo 10  (Nisargadatta. Yo soy Eso)

 M.: La idea fija que tiene de ser una cosa u otra es lo que le ciega. Créame cuando le digo que usted es la percepción pura que ilumina la consciencia y su contenido infinito. Capte esto y viva de acuerdo con ello. Si no me cree, diríjase a su interior y averigüe “¿quién soy yo?”, o centre su mente en “yo soy”, que es el ser puro y simple. (…)

P.: Usted me ha dicho que soy la Realidad Suprema. Le creo. ¿Qué tengo que hacer ahora?

Ya se lo he dicho. Descubra todo lo que no es. Cuerpo, sentimientos, pensamientos, ideas, tiempo, espacio, ser y no ser, esto o aquello. Nada concreto o abstracto que pueda señalar es usted. Una simple afirmación verbal no bastará. Puede repetir una fórmula eternamente sin lograr ningún resultado. Obsérvese a sí mismo momento a momento. Ese testimonio es esencial para lograr la separación entre el ser y el no-ser. (pgs. 55-56)

M. Corbí. Aproximarse a sentir la inmensidad que nos rodea

Llegar a comprender y sentir las inmensidades de tiempo y espacio que se implican en todas las cosas puede convertirse en un instrumento para desplazar al sentir y hacerlo entrar en el silencio.

Cada ser, sea piedra, planta o animal, ha requerido, para ser lo que es, que existieran previamente las inmensidades de los espacios siderales en los que se formaron las estrellas durante miles de millones de años, donde se extinguieron y explotaron.

Todos los materiales de los que está hecha la tierra, las rocas, las plantas y los animales, pasaron para formarse, por los inmensos hornos estelares y sus larguísimos procesos. Cada ser, sea un terrón de tierra, un insecto, una flor, un animal o un hombre, ha requerido que existieran los espacios inmensos, los inmensos soles y sus inmensos procesos.

Así, cada humilde ser, que hoy es y mañana desaparece, incorpora en su pequeñez e insignificancia el tiempo y el espacio del cosmos. Cada ser es inmensidad.

Hay que aprender a ver a todas las cosas, y a nosotros mismos entre ellas, desde esta perspectiva. Esta perspectiva es la verdaderamente real y no la que finge la familiaridad de nuestra vida cotidiana.

Se precisó de toda esa inmensidad de espacio, de tiempo y de procesos sólo para obtener la materia de que están hechas las cosas. Luego, para llegar a cada uno de los seres vivientes con los que convivimos, otra vez millones de años de procesos hasta conseguir cada una de las especificidades; millones de años para llegar a ser un roble, un pino, un perro, una mosca o un hombre. Y luego, otros millones de años sobreviviendo en una especie determinada hasta llegar hasta donde estamos. Cuántos millones de años de transformaciones, de tanteos y de permanencia hay en cada rosa, en cada rana, en cada árbol. Cada rana es la presencia de toda la especie de las ranas. La que croa cerca de mi ventana ya lo hacía junto a los grandes dinosaurios. En cada rana, como en cada hierba o en cada mata, están presentes la inmensidad de los espacios una historia inconmensurable y una larga promesa.

Quien atine a comprender, ver y sentir así, se cuela en la presencia de la inmensidad. Ahí los seres pueden hablar su lengua propia. Sólo en ese lenguaje hablan las cosas; si no es así no recogemos en ellas otra palabra que la que nosotros mismos emitimos. Cuando se las oye hablar en su lengua, se empieza a entender a los grandes maestros religiosos del pasado.

(en: El camino interior más allá de las formas religiosas. Bronce, p. 176-177)

PROPUESTA

1. lectura pausada del primer texto
2. atención a la respiración. Recoger la atención observando la respiración, seguir el curso del aire. Unos minutos, el tiempo que necesitemos.

3. colocar una hoja, o algún elemento natural delante de cada uno.  lectura del segundo texto. Meditación ayudándonos del objeto que tenemos delante, como punto de atención en el que “comprobar” la perspectiva en que nos sitúa el texto.

4. Unos minutos de escucha de grabación de ranas, o pájaros, o algún sonido de la naturaleza. Manteniendo la perspectiva de ese eco que nos llega a través de miles de generaciones.
5. volver a centrar la atención en la respiración, unos minutos más, manteniendo la consciencia del rio de vida que aquí llega, en mi, en cada uno.

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