John Berger ¿Se puede escribir todavía algo sobre él? Pienso en todas las palabras que ya se han escrito, incluidas las mías, y la res- puesta es “no”. Si miro sus cuadros, la respuesta vuelve a ser “no”, aunque por una razón diferente: sus cuadros invitan al silencio. Casi iba a decir que ruegan silencio, y eso habría sido falso, pues ni una sola de sus imágenes, ni siquiera la del anciano con la cabeza entre las manos en el umbral de la eternidad, muestra el menor patetismo. Siempre detestó inspirar compasión y hacer chantaje. Solo cuando veo sus dibujos me parece que merece la pena añadir algunas palabras. Tal vez porque sus dibujos tienen algo de escritura, y a menudo dibujaba en las cartas. El proyecto ideal habría sido dibujar el proceso que llevaba a sus dibujos, tomar prestada su mano de dibujante. Sin embargo, lo intentaré con palabras.
Nueva lectura de Jesús
Mariano Corbí
Los grandes cambios culturales de Occidente están provocando el fin de la versión helena y romana de la tradición de Jesús, sin que, por el momento, se haya construido una versión alternativa.
El helenismo y la filosofía operan un deslizamiento del movimiento de Jesús hacia una escuela de sabiduría (de filosofía para los griegos), una doctrina, en definitiva.
Ese deslizamiento provoca otro: el del maestro religioso al maestro filósofo, maestro de sabiduría que interpreta los textos y enuncia su significado para la asamblea.
Estos deslizamientos, hijos de la inculturación, obstaculizarán el papel del maestro religioso entendido como maestro del camino interior, maestro que conduce al conocer y sentir silencioso.
Cuando la predicación se convierte en doctrina, el maestro religioso es sustituido por el maestro de la doctrina.
Es evidente que, en el campo de los hechos, el maestro del camino interior y el maestro de la doctrina se solaparon en muchos casos pero, en el mundo helenista, -y somos herederos de ese mundo-, los aparatos de comprensión, de organización y de culto, se pusieron al servicio del maestro de la doctrina más que al servicio del maestro del camino interior, de difícil interpretación para las concepciones filosóficas helenas y de difícil encuadramiento en una organización.
La estructura eclesial de tipo sinagogal y, más tarde, el episcopado monárquico, determinaron que el principio de “sucesión” (diadoché) fuera la garantía de identidad y la salvaguarda de la tradición.
Las escuelas cristianas lucharon entre sí en nombre de la verdad. La autoridad y la sucesión serán los puntos de apoyo para la discriminación entre escuelas aceptables y ortodoxas y escuelas inaceptables y heterodoxas.
Así el movimiento cristiano, para instalarse en el espacio cultural helenístico, tuvo que reconvertirse y acentuar su aspecto de sistema filosófico-teológico.
Se propagará como doctrina y como culto en asambleas semejantes a la sinagoga pero organizadas entorno de un episcopado monárquico en el que el obispo es más el maestro de la “única filosofía (teología) segura y apropiada” que el maestro del camino que conduce al conocer y sentir silencioso.
Cuando el movimiento cristiano se convirtió en la única sabiduría (filosofía para los griegos) segura y apropiada, en manos de una comunidad articulada entorno a un obispado monárquico, legitimado por una sucesión directa, la VERDAD renunciará a la indagación y se hará institución.
A su vez, la verdad filosófica dejará de ser la verdad de un enunciado humano, hijo de la investigación personal, sometida, por tanto, a precariedad y fragmentariedad, y pasará a ser una verdad única, segura y completa, hija de la revelación divina.
Dice M. Sachot:
El cristianismo, la filosofía cristiana “al dejar de ser una afirmación humana – pues procede de Dios mismo -, ya no está sujeta a caución, ya no es una ‘doxa’, una opinión, se impone como un dogma, un decreto. Se pasa de la verosímil a lo verdadero, de la verdad parcial a la verdad totalmente revelada”.
Una filosofía divina se opone a la filosofía meramente humana.
Por eso se afirma que la enseñanza cristiana es superior a toda filosofía humana. Los enunciados de la fe son equivalentes a enunciados de la única sabiduría (filosofía para los griegos) verdadera.
Esta versión del movimiento cristiano instrumentaliza a la filosofía porque la somete a la revelación y la convierte así en la única filosofía.
Estos hechos, unidos a la sucesión de un episcopado monárquico hacen que,
- la verdad llegue a los hombres pasando por un único canal que va de Dios mismo, a Moisés, los Profetas, Cristo, los Apóstoles y sus sucesores los obispos legítimos, hasta el que desempeña hoy el cargo en la comunidad y,
- la verdad se desplaza a la institución.
Todos estos deslizamientos de lo que es el camino religioso y de lo que es la verdad religiosa ocultan al maestro espiritual, ocultan lo que es el proceso interior y paralizan, además, la fuerza investigadora de la filosofía.