Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos.
Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana.
Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
Shinkichi Takahashi -selección de poemas-
Shinkichi Takahashi (1901-1987) poeta japonés y monje budista zen. Después de una etapa de influencia de la vanguardia europea convirtió su poesía, bajo el influjo del budismo zen, en un espacio de contemplación de la naturaleza y el mundo urbano del Japón de la postguerra.
Presentamos una pequeña selección extraída de su libro En la quietud del mundo (de la editorial Pre-Textos, 2018).
SONIDO DEL VIENTO ENTRE LOS PINOS
Escuchaba el sonido de viento entre los pinos,
inunda las entrañas su tisteza,
suena como el rumor del oleaje,
alto en el cielo meciendo las copas
de los grandes árboles.
Es espantoso y profundo el desamparo
del sonido del viento entre los pinos.
Desoladora música,
es imposible olvidarla.
Como si el mundo llegara a su t´rmino,
vibra el sonido del viento,
el constante sonido del viento,
del dios sin figura que rasguea
como un koto las copas de los pinos.
MOSCA
Quise vivir para siempre en lo ilimitado.
Lo ilimitado vivía dentro de una mosca.
Cada vez que la espantaba
volaba con lenta gracia.
Me resultaba entrañable
su calmo movimiento.
En la madrugada, brillaba la lámpara.
Yo leía un libro escuchando
el caer de la lluvia.
Sobre el libro extendido,
una mosca arrojaba
sombras de soledad.
Como las patas de la mosca
lo ilimitado es sutil y se dobla.
VALVA
Porque no hay nada,
no hay nacer o morir.
Vací la valva,
Arrancada su carne por las aguas,
Humedecida por la luna,
reseca por el sol,
duerme en la arena.
No será nunca el mar
Gestado en sus etrañas.
Nada se corresponde con nada.
Así como las olas se deshacen
se desgasta la valva lentamente.
TIEMPO
El tiempo pasó soplando sobre su rostro
como una ventisca que cruzara un lago.
En el sueño profundo
continuó su mente
destilando, evaporando ideas.
Algunas mañanas el sol, como una amenaza,
ascendía por el borde de las montañas.
Se calcinaron, tal esperanzas, los árboles.
La tierra agonizaba.
Despierto, encendía su pipa
e intentaba respirar el sol.
Como la lluvia,
como los frutos,
caía el tiempo.
Un barco hacia el pasado
flotaba mar adentro.
Él aferró con una mano la vela de lo eterno
y el eterno universo entró en sus ojos.