Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos.
Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana.
Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
Somos laicos, pero nos interesa Dios
En una España cada vez más agnóstica, crece la curiosidad por lo sagrado – Hay un auténtico ‘boom’ editorial – La gente busca versiones de la religión distintas a la oficial.
GABRIELA CAÑAS 06/08/2008
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En la última década se han publicado en España hasta 463 libros en cuyos títulos aparece la palabra «evangelio«. Es casi el doble que en la década anterior. También han aumentado en este decenio los libros dedicados a la Virgen María o Jesús de Nazaret. Es verdad que cada vez se publican más libros en España, lo que indica que en una sociedad cada día más laica no decae el interés por lo sagrado.
La Biblia, El nombre de la Rosa o El código da Vinci son best-sellers indiscutibles, pero el fenómeno de la literatura religiosa (o que utiliza referentes religiosos para sus tramas) es un fenómeno que goza en España de muy buena salud. Nuevos títulos ocupan las listas de los más vendidos. Novelistas, historiadores y teólogos hallan en los evangelios apócrifos, la figura de María Magdalena, la Inquisición o la imprecisión de los textos sagrados una fuente inagotable de inspiración que cuenta con la mayor receptividad de la historia por parte de los lectores. ¿A qué se debe tanto interés?
Si uno busca lecturas de verano, es difícil resistirse a un tomo voluminoso que propone descubrir cómo una agente del FBI, con la ayuda de un exorcista, llega hasta unos manuscritos de la cristiandad prohibidos en la Edad Media y la causa oculta de la muerte de varias monjas recoletas de Bolzano (Italia). Tampoco es fácil abandonar la lectura de una extensa novela que comienza así: «Languedoc. Mediados del Siglo XIII. Soy espía y tengo miedo. Tengo miedo de Dios porque en su nombre he hecho cosas terribles».
Y junto a ganchos tan indiscutibles, ¿cómo es posible que un sesudo ensayo de 500 páginas titulado Jesús. Aproximación histórica haya vendido 50.000 ejemplares en siete meses?
La historia de este último libro podría ser la base adecuada para una nueva novela del género histórico-religioso. Su autor, José Antonio Pagola, vicario de la diócesis de San Sebastián, que ha dedicado a su texto siete años de investigación, vive quizá los momentos más amargos de su vida una vez que ha sido condenado por la Inquisición española, hoy llamada Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe. ¿Su pecado? Llegar a «planteamientos y conclusiones no siempre compatibles con la imagen de Jesús que presentan los Evangelios, y que ha sido custodiada y transmitida con fidelidad por la Iglesia», según la nota de la Conferencia Episcopal del pasado 27 de junio. Esta historia exhibe, en fin, una de las claves del éxito actual de todo lo relacionado con la religión: el gusto por la heterodoxia.
En el siglo XXI, son muchos los españoles, creyentes y agnósticos, que rechazan la ortodoxia, el pensamiento único, el dogmatismo, el fundamentalismo. «El libro de Pagola es un éxito de ventas porque es una versión moderna y cercana, y porque la gente busca interpretaciones múltiples para todo. Se niega a aceptar una sola lectura, una sola interpretación», explica la teóloga Margarita Pintos, analista del papel de la mujer en la Iglesia.
En efecto, el texto de Pagola fue un boom antes de que la Inquisición española lo condenara simbólicamente a la hoguera. «Cuando empezaron a verterse críticas sobre el libro ya se habían hecho 12 presentaciones en distintos lugares del país, con una asistencia media de 400 personas por presentación», asegura Luis Aranguren, directivo de la editorial marianista PPC.
El periodista y ex sacerdote Juan Arias vendió 24 ediciones de su libro Jesús, ese gran desconocido. El título en sí ya señala que, a pesar de las apariencias, no sabemos tanto de Jesús de Nazaret como creemos. O no sabemos toda la verdad. Incluso los textos más ortodoxos invitan a la lectura con reclamos similares a los que utilizaría cualquier texto crítico con la doctrina oficial, anunciando ese otro rasgo que explica el interés por este tipo de literatura: la transgresión, el rechazo al orden preestablecido. Así, el jesuita Francesc Riera, publicaba a finales de 2007 un estudio titulado Jesús de Nazaret: el evangelio de Lucas, escuela de justicia y misericordia: una historia subversiva y fascinante.
Parte de la fascinación que provoca Jesús de Nazaret estriba, según el teólogo Juan José Tamayo, que ha publicado varios libros sobre su figura, en que todo el mundo habla bien de él, ha resistido a todos los análisis. «Es el paradigma de la coherencia», dice de él Tamayo. Ello no ha impedido que, como el de Pagola, muchos de los trabajos sobre Jesús hayan merecido el desprecio de los conservadores. Así le ocurrió al libro Última noticia de Jesús el Nazareno, de Lluís Busquets, pese a ser un compendio riguroso de las aportaciones hechas hasta el momento.
A partir de ahí, los niveles de transgresión frente a la doctrina oficial se han disparado. Los historiadores más rigurosos se niegan a limitar sus fuentes a los evangelios canónicos y echan mano de los apócrifos para reconstruir la historia de Judas, devolver su relevancia y su humanidad a María, cuya virginidad se cuestiona, y, por supuesto, para rescatar del burdel en el que la recluyó la Iglesia oficial a María Magdalena, una mujer que los teólogos y, sobre todo, las teólogas definen como una mujer culta, quizá el apóstol más inteligente de Jesús y ¿por qué no?, la compañera sentimental de su vida. «La impresión general es que a la mayoría de la gente nos han engañado cuando aprendimos la religión», dice Margarita Pintos. «De María Magdalena no nos contaron la verdad. Se nos impuso el patriarcado institucionalizado en todas las religiones. Y sobre la virginidad de María, pues es que ya no cuela».
Heterodoxia, transgresión, misterio, ocultación de la realidad… Mimbres perfectos para una novela de acción, sazonada de suspense, esoterismo e historia. «Creo que el éxito se debe a que la gente tiene la sensación de no tener tiempo para leer todo lo que quiere y, al mismo tiempo, quiere entretenerse. Este tipo de libros mata dos pájaros de un tiro: entretiene y aprende», explica Ángeles Aguilera, directora de Comunicación de Ediciones Generales Santillana.
La historia, la recreación de la sociedad en un tiempo determinado (como ha hecho Pagola para reescribir a Jesús) es la base de la obra de la periodista Julia Navarro. Sus tres primeras novelas, de connotaciones histórico-religiosas, han vendido en total 1,5 millones de ejemplares. Arqueólogos, catedrales, templarios, enigmas… «Meras excusas para tratar los problemas que me preocupan, como el nazismo o el fanatismo», explica la propia autora, a través, eso sí, del hecho religioso, aunque añade: «No me interesa tanto la religión en sí como su influencia. Sin la religión no se puede explicar parte de nuestra historia ni se puede entender, por poner un ejemplo muy cercano, la manifestación de los obispos del año pasado contra el Gobierno de Rodríguez Zapatero. No hay un periodo de la historia en que la religión no haya jugado un papel preponderante».
Entre los últimos bombazos de ficción con referencias histórico-religiosas se cuenta El laberinto de la rosa, de Titania Hardie (Edición Suma de Letras) que en España ha vendido 100.000 ejemplares. El evangelio del mal, de Patrick Graham (Editorial Grijalbo), salió al mercado en mayo y ya se han vendido 20.000 ejemplares. Y las tres novelas de Julia Navarro.
«Si a un niño no se le enseña la historia de las religiones, entrará en el Museo del Prado y no entenderá nada», apuntala Juan Arias. «Nuestro laicismo, además, es pura apariencia. Nuestra cultura de siglos es católica, religiosa. Y es una necesidad del ser humano porque la función de la religión es desterrar miedos y dar felicidad, aunque las iglesias hayan invertido los términos».
Nuria Tey, directora editorial de Plaza & Janés, cree que nuestro interés por este tipo de lecturas ha aumentado en la medida en que la sociedad española se ha ido abriendo mentalmente. Tey, además, no tiene ningún reparo en catalogar a muchos de estos textos dentro de la categoría de «libros de autoayuda», en la permanente búsqueda de referencias para nuestras vidas. Mientras huimos del dogma, mientras, como dice Tamayo, «nos liberamos de un sistema rígido de creencias», buscamos nuevos pilares sobre los que crecer como personas en la búsqueda de hallar un sentido a la existencia. «A cualquier ser humano, creyente o no, los temas de la trascendencia y del sufrimiento le afectan», explica también Raquel Mallavibarrena, portavoz de la corriente Somos Iglesia. «Por ello, las manifestaciones artísticas, y en concreto la literatura, que abordan esos aspectos, siempre interesan por su conexión con esas zonas más íntimas y profundas de las personas, con los interrogantes e incertidumbres que todos llevamos dentro».
Tenemos dudas, cuestionamos más cosas y no nos conformamos con una única interpretación. El fenómeno no atañe sólo a los cristianos. Esta corriente revisionista se está produciendo también, por ejemplo, en el islamismo allá donde se dan las condiciones políticas y sociales adecuadas: laicismo y libertad de expresión. Es el caso de España. No hay muchos libros al respecto todavía, pero sí una clara corriente ideológica y un feminismo islámico que está surgiendo. Así lo asegura el presidente de la Junta Islámica de España Mansur Escudero. «En Europa y en España se está ofreciendo una relectura de libre interpretación que entronca con el Islam auténtico. Y se está dando sobre todo entre los conversos».
Pero ésta es ya otra historia. Aunque parece la misma.