En el tránsito que estamos sufriendo, pasar de las sociedades agrarias y agrario-autoritarias e industriales, a las sociedades de conocimiento, no puede esperarse que las generaciones jóvenes puedan crear, por sí mismos, los rasgos adecuados a las nuevas necesidades culturales: el nuevo funcionamiento de la economía, unas nuevas estructuras sociales, los nuevos proyectos axiológicos colectivos correspondientes al crecimiento continuo y acelerado de las ciencias y tecnologías, correspondientes a las nuevas formas de conocimiento, y al cultivo conveniente de la cualidad humana y de la cualidad humana profunda. Es decir, que puedan generar los rasgos adecuados a la creación continuamente acelerada de los conocimientos y tecnologías y a todos los rasgos culturales de las sociedades de conocimiento. Y creemos que no pueden hacerlo porque son jóvenes y no han tenido tiempo de acumular todos los conocimientos que se requieren para esa tarea. ¿Quiénes deberán realizar esa tarea?
Fernando Pessoa, «Alberto Caeiro», «No creo en Dios»
No creo en Dios porque nunca lo he visto.
Si el quisiera que yo creyera en él,
seguro que vendría a hablar conmigo
y entraría por mi puerta diciéndome: ¡Aquí estoy!
Pero si Dios es las flores y los árboles
y los montes y el sol y el luar,
entonces creo en él,
entonces creo en él a todas horas
y mi vida entera es una oración y una misa
y una comunión por los ojos y por los oídos.
Pero si Dios es las flores y los árboles
y los montes y el luar y el sol,
¿por qué llamarle Dios?
Le llamo flores y árboles y montes y sol y luar;
porque si él se hizo, para que yo lo viese,
sol y luar y flores y árboles y montes,
si se me aparece como árboles y montes
y luar y sol y flores
es porque quiere que lo conozca
como árboles y montes y flores y luar y sol.
Y por eso yo le obedezco
(¿qué más sé yo de Dios que Dios de sí mismo?),
le obedezco viviendo, espontáneamente,
como quien abre los ojos y ve,
y le llamo luar y sol y árboles y montes,
y lo llamo sin pensar en él,
y pienso en él viendo y oyendo,
y ando con él a todas horas.
(poema de El cuidador de rebaños)
