Jane Goodall "Qué triste sería, pensé, que los humanos perdiéramos el sentido del misterio, la capacidad de admirar y sentir ese profundo y sobrecogedor respeto..." Jane Goodall deja infinitas aportaciones; también nos ha enseñado a mirar, a practicar una mirada en comunión con la realidad, hasta sentir el misterio del que toda vida forma parte. Queremos recordar unas palabras suyas, que ya compartimos hace unos años. Provienen de un bello libro autobiográfico: "Gracias a la vida" (Mondadori, 2000).
Metta Sutta, el Discurso del amor incondicional, del Buda
Que todos los seres que existen, débiles o
fuertes, largos o grandes, medianos o bajos,
pequeños o gruesos, conocidos o desconocidos,
cercanos o lejanos, nacidos o por nacer, que todos los
seres sin excepción estén felices
Que nadie engañe ni desprecie al otro
en ningún lugar; que no desee el sufrimiento
del otro con provocación o enemistad.
Así como una madre protege a propio hijo,
su único hijo, a costa de su propia vida,
de la misma forma uno debería cultivar un
corazón sin límites hacia todos los seres.
Que sus pensamientos de amor llenen todo
el mundo, arriba, abajo y a lo largo; sin diferencias,
sin malicia, sin odio.
Parado, caminando, sentado o acostado,
mientras despierto uno debería cultivar esta
meditación de amor. Ésta, ellos dicen, es la
mejor conducta en este mundo.
Sin caer en opiniones erróneas,
virtuoso y dotado de visión,
uno elimina el apego a los sentidos y
realmente no viene de nuevo al vientre.
(del Metta Sutta, el Discurso del amor incondicional, del Buda)