Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos. Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana. Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
ÚLTIMAS ORIENTACIONES DEL SABIO MILAREPA
(Tíbet, s.XI-XII)
No califiquéis de religioso aquello que hacéis tan sólo por orgullo mundano. (…)
Quienes se hallan llenos de mundanales deseos nada pueden hacer por la causa de los demás. Y ni siquiera hacen nada provechoso para ellos mismos. Es como si un hombre arrastrado por un torrente pretendiera salvar a los demás. Nadie puede hacer nada por las criaturas sin conocer la esencia de las cosas. Comenzad por amar a vuestro prójimo y desead convertiros en budas por su causa.
(…)
Ligados a las letras de las fórmulas de oración,
no hallarán en las prácticas exteriores más que motivos de extravío.
Quien no extrae de sí mismo su satisfacción,
no acumula más que para enriquecer a los demás.
Quien no tiene en sí mismo la fuente de su felicidad no halla sino dolor en la felicidad exterior.
El deseo de agradar agita los cinco venenos.
Los deseos temporales separan a los más queridos amigos.
La grandeza de uno es la humillación de los demás.
El silencio sobre uno mismo evitará los conflictos.
Proteger la propia calma y evitar la turbación
proporcionará compañeros al solitario.
Tomad el último lugar y conseguiréis el primero.
Quien camina lentamente llega con rapidez.
La renuncia produce grandes efectos.
Permanecer en la vida secreta conduce por el camino más corto.
La noción de la nada engendra la piedad.
La piedad suprime las diferencias entre uno mismo y los demás.
La unión entre uno mismo y los demás realiza la causa del prójimo.
Quien realice la causa del prójimo me encontrará.
Quien me haya encontrado será buda.
Yo, buda y discípulos roguemos en una sola plegaria.
(del Testamento de Milarepa, Tíbet, s.XI)
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