Marià Corbí Hace décadas que aprendí a volverme a las cosas, y desde entonces lo he estado practicando con toda la intensidad que he sabido. Pero lo que he planteado en los últimos apartados, de alguna manera, es un paso más en mi concepción de lo que es el camino espiritual, no solo para mí si no para los miembros de las sociedades de conocimiento y para las sociedades en tránsito. Lo que creo que es novedad es que he comprendido que estos tipos de sociedades tienen las cosas más claras, nítidas y sencillas de lo que había imaginado. Las nuevas sociedades que, o no pueden creer o tienen dificultades para mantener las creencias, bastará que adopten una actitud parecida a la de los artistas. Los artistas no necesitan hacer divina a la belleza, ni enviarla a los cielos, se vuelven solo, con todo el corazón y la mente, a las cosas, para poder captar su belleza multiforme e inacabable para sentirse conmovidos y necesitados de decir el milagro, la maravilla y el misterio que vieron en las humildes cosas de nuestro mundo, modelado por nuestra necesidad en cada tipo de cultura. Y lo que con sus creaciones son capaces de decir vale para todas las culturas y para todos los pueblos y toda la historia humana, si los humanos tienen la sensibilidad suficientemente educada.
Un gran reto
¿Cómo afrontar el reto de educar a la infancia y la adolescencia en la relación con la tecnología? Pasamos muchas horas delante de los dispositivos tecnológicos y eso, que es el futuro que nos espera, no puede desligarse de un cultivo de la sensibilidad humana imprescindible en las nuevas sociedades del conocimiento. La tecnología nos cambia la vida, elimina la distancia en las comunicaciones, nos abre constantemente a nuevas ideas, nos proporciona nuevos artefactos con nuevas capacidades. Está claro que la innovación tecnológica ha llegado para quedarse. A la atracción extrema hacia el hecho tecnológico, hoy con los móviles y mañana con nuevas creaciones como el metaverso, hay que ponerle un contrapeso tan grande, que ayude a entender a vuestros hijos e hijas, cuándo el mundo que ven en las redes es ficticio y cuando no lo es. Es necesario poner un contrapeso en la sensibilidad para que comprendan cuándo vivir inmersos en la realidad tecnológica resulta en un empobrecimiento de la sensibilidad respecto al mundo que tienen a su alcance.