José Manuel Bobadilla Las generaciones más jóvenes, y no tan jóvenes, en su mayoría, viven inmersas en un mundo naturalizado y en una realidad humana que deben dar por real. No hay, en su imaginario colectivo, un cuestionamiento de su cotidianidad que se escape de su mundo dado por real. Las preguntas que se plantean se quedan en meras demandas o reivindicaciones sociales, quizás, las cuestiones más profundas únicamente giran en torno a la pregunta sobre quién ha dicho que o por qué las cosas son así, en otras palabras, solo hay un cuestionamiento sobre la normatividad establecida y/o de un cierto orden social. Por otro lado, los discursos naturalistas o esencialistas-naturalistas, han otorgado, a la idea de Naturaleza, un orden ontológico diferente que construye, en la mente de los jóvenes, una dualidad entre una naturaleza, casi humanizada, y el ser humano; esta dualidad hace que, aun sabiéndose ellos parte de la naturaleza, se sientan diferentes de ella. Aquí, los cuestionamientos, son del mismo orden que en los anteriores: cómo nos relacionamos con la naturaleza o contraponer el mundo natural con el mundo urbano, es decir, cómo se ha construido la relación entre el humano y la naturaleza, un cuestionamiento que queda reducido, otra vez, a la normatividad o un orden socialmente establecido