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El don de la ignorancia

Una selección de poemas del libro de José Corredor-Matheos: «El don de la ignorancia» (Tusquets, 2004). Poemas que invitan a ser testigos de la vida, de lo que nos rodea y de lo que somos, desde un silencio abierto al asombro. Poemas de interrogación y de agradecimiento.

 

                Qué extraño es estar muerto
                     (Rainer Maria Rilke)

Qué extraño es estar vivo,

sentirse rodeado

de otros seres

igualmente extraños

y de cosas inertes

que te atan

con su solo silencio.

Qué extraño es oír

las voces más calladas,

que se haga visible

lo invisible,

tocar lo que se escapa

para siempre.

te sorprende que esto

que te envuelve

sea en verdad real,

que tú mismo lo seas.

Tu vida la sostiene,

acaso, esta extrañeza.

 

*

 

Hay que llegar al borde

y apurar esta vida

que duda de sí misma

y que vacila,

y acaso se detiene.

Y volver, si es posible,

por haber descubierto

que nada, nada pasa,

porque no hay en ti

más que ocres,

estos grises,

los oscuros azules

del otoño.

 

*

 

Sosegar el espíritu

entre el pavor y el gozo

de vivir.

Y que el mismo sosiego

sea el signo gozoso

de que el pavor empieza.

 

 

             …estando ya mi casa sosegada
             (S. Juan de la Cruz)

“Nada de lo que has sido

permanece.

No tienes ni pasado ni futuro,

y hasta el mismo morir

no es muy seguro.

Nada ni nadie a ti

te pertenece.

Pero respira el campo

si anochece.

Vuelve a ser todo transparente

y puro.

Avanzas confiado

hacia lo oscuro.

El mundo nace un tu interior

y crece.

Qué sencillo morir.

Y qué sencillo

poder vivir al fin

como si todo

fuera un ir devanándose

el ovillo.

Y nunca hubiera sido

de otro modo.

Todo vuelve a ser tuyo,

siendo nada,

estando ya la noche

iluminada.

 

*

 

 La nada es el fruto de mi
constante meditación.
(Omar Jayyam)

¿Cómo podré pagarte

que me hayas hecho ver

la irrealidad de todo,

la vanidad de todo?

¿Cuánto daría yo

por oír en tu voz

que la nada es el fruto

de tu meditación,

que después de la muerte

hay la nada

o la misericordia?

Tus palabras me llegan

con sabor a tu voz

y me parece verte

con un vaso en la mano,

que levantas

hacia ese firmamento

resultado tan sólo

de la imaginación.

Si es que eres tú, Omar,

arráncame una a una

las certezas.

Que quede tan desnudo

como las claras dunas

del desierto.

Omar Jayyam, brindemos,

porque aunque todo sea

viento, espejismo, sueño,

quiero seguir oyendo

tus palabras,

contemplar tu figura

de apagada ceniza

y beber en silencio

el vino de tu cáliz.

*

 

Me gusta caminar

sin compañía,

descubrir en los árboles

la semilla del fuego,

ver crecer los arbustos

con su ritmo tranquilo

y sentir cómo a todo

lo ilumina

la misma única muerte

que me ilumina a mí.

*

 

Qué gran felicidad,

respirar este aire

fresco del mes de abril,

al salir de mi casa,

y que sea la lluvia

la que abra mi mente,

me devuelva mi nombre,

me devuelva mi rostro,

me devuelva mi voz.

*

 

Pocas cosas despiertan

mi alegría

como el brincar gozoso

de algún perro

que me ha salido al paso.

Pocas cosas remueven

algo profundo en mí

como el mirar de un perro

fatigado

de haber vivido tanto.

Todo el amor del mundo

que tú ansías

y la desolación que sientes

asoman a los ojos

de un perro que te mira,

interrogándote.

*

 

Por la ventana abierta

¿qué pasa con la tarde?

La manzana que tienes

en la mano

te sorprende de pronto.

Contemplas la manzana

y vas viendo

lo que no es visible

ni invisible.

La manzana eres tú,

y la tarde eres tú.

Pero tú, tú ¿quién eres?

*

 

Por las moscas,

que tanto me incomodan,

sé que existo.

Seguid siendo testigos,

dad fe de mi existencia.

No acierto a imaginar

lo que sería

un mundo sin vosotras.

Os ahuyento y respeto

vuestra vida,

sagrada como todas.

Hay en vosotras algo

que me dice

que debo aprovechar

vuestra presencia

y descubrir mi vuelo

en vuestro vuelo.

*

 

Y, desde el tren, el mar.

Qué gozo poder verlo,

siempre el mismo.

No merezco tener

ante los ojos

tanta pura belleza.

*

 

Este campo tan ancho

viste la desnudez

que tú anhelabas.

Mirándolo descubres

lo que eres

cuando logras librarte

de todas las montañas,

los ríos y los árboles

que impiden ver en ti

más allá del paisaje,

de todos los paisajes.

 

selecció del llibre de poemes de José Corredor-Matheos. El don de la ignorancia (Tusquets, 2004)

 

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